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Estados Unidos de América

Joan Martí
Joan Martí
Licenciado en filosofía por la Universidad de Barcelona.
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análisis

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En el fondo, la cultura estadounidense tiene una profunda dimensión política. Los Estados Unidos se establecieron como nación sobre el concepto ético especulativo de la libertad. Buscaban convertirse en la nación más libre y democrática, con horizontes abiertos sin comparación. Existe una especie de «leyenda nacional» que gira en torno a la autodeterminación moral de los Estados Unidos, que a diferencia de Europa, carece de una historia o tradición arraigada a la cual puedan referirse. En mi opinión, la cultura estadounidense se basa en un romanticismo intenso que se ha perdido.

La Segunda Guerra Mundial volvió a fortalecer la convicción de que los Estados Unidos podrían desempeñar un papel liberador. Eventos como el Plan Marshall renovaron el optimismo y el sentimiento de que los Estados Unidos eran portadores de la promesa de un mundo mejor.

El legendario filtrador de los Papeles del Pentágono, Daniel Ellsberg, falleció el viernes diecisiete de junio de 2023 a la edad de 92 años. Ellsberg se destacó por su valiente intento de combatir la corrupción en la administración estadounidense al revelar la verdad sobre los acontecimientos en Vietnam. En esas reveladoras páginas, también describió la desilusión de toda una generación frente a una guerra desesperada e interminable.

 La guerra de Vietnam fracturó todo esto y, en cierto sentido, el país aún no se ha recuperado del todo del trauma. Cuando las tropas se retiraron, se dieron cuenta de que habían sido derrotados; fue la primera vez en doscientos años que perdían una guerra. La Guerra de Corea también fue una derrota, aunque quizás menos evidente. Después de Vietnam, Estados Unidos dejó de ser la nación de Dios.

La religión ha desempeñado un papel importante en la autodeterminación nacional de los Estados Unidos. Durante el período conocido como el Evangelio Social, a principios del siglo XX, el cristianismo social-democrático se convirtió en una fuerza significativa cuando las iglesias protestantes del norte se convirtieron en líderes del debate sobre la reforma social. Luego, en los años sesenta, resurgió con fuerza a través de la lucha por los derechos civiles liderada por Martin Luther King.

Uno de los acontecimientos más destacados en Estados Unidos en este siglo XX ha sido el movimiento de los derechos civiles. Aunque contó con el apoyo de intelectuales blancos, fue principalmente un movimiento impulsado desde la base, de manera similar al movimiento sindical. Fue a través de las acciones y el coraje de las masas negras que se manifestó una impresionante iniciativa.

Gran parte de estos ideales han desaparecido casi por completo. Mis amigos sostienen que Estados Unidos ha tomado demasiadas decisiones erróneas y unilaterales motivadas únicamente por intereses económicos.

La caída del Muro de Berlín en 1989 planteó desafíos y tensiones geopolíticas para Estados Unidos. Los ataques terroristas del 11 de septiembre afectaron la seguridad nacional y generaron controversia debido a las guerras en Afganistán e Irak. La invasión de Irak basada en información incorrecta recibió críticas a nivel internacional. La crisis financiera de 2008 y el asalto al Capitolio en 2021 dañaron la imagen de Estados Unidos.

Conforme el prestigio de Estados Unidos ha disminuido, Rusia ha buscado someter a sus vecinos, siendo destacable la anexión de Crimea en 2014. Sin embargo, en 2022, desató una guerra en Ucrania que continúa hasta hoy, lo que ha obligado a Estados Unidos a intervenir.

La guerra que el señor Putin ha desatado contra los ucranianos es completamente incomprensible desde cualquier perspectiva. Su enfoque parece estalinista o incluso de reconstrucción zarista, tratando de revertir la disolución de la Unión Soviética que ellos mismos eligieron. Afortunadamente, no logrará alcanzar ese objetivo por medios militares. Lo que realmente me enferma, permítanme decirlo así, es la locura intelectual que se desprende de esta situación, además de la repulsiva falta de moral, la terrible política y los aspectos históricos involucrados. Pero lo más impactante es escuchar al presidente de Rusia acusar a los ucranianos y a Zelenski de neonazis. Perdónenme, pero esto es una ofensa para las víctimas del nazismo.

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