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Estamos llamados a votar a menudo

Manel Mas
Manel Mas
Estudié contabilidad y economía, fui perito y profesor mercantil, ejercí de profesor en Alesco (Altos Estudios Comerciales) en Barcelona dando clases de contabilidad, cálculo y derecho mercantil.
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análisis

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La verdad es que los ciudadanos ya estamos un poco hartos de la política, pero continuamente somos convocados a acudir a las urnas para escoger a nuestros representantes, seamos del color político que seamos, empezamos a estar cansados ​​de cómo van las cosas, de esa incapacidad permanente de sacar adelante la gestión colectiva sin la excusa de que quien pone bastones en las ruedas es siempre el contrario.

El panorama es desolador y ya me permitirán las generalizaciones, pero no debo ser el único a quien la política ahora mismo le crea un cierto rechazo porque las disputas entre los diferentes actores se han convertido en una pelea en el barro. ¿Recuerdan a los muy honorables señores y señoras sentados en sus confortables butacas con los bolsillos llenos de nuestros honorables céntimos que están ahí porque el pueblo los ha escogido y tienen la responsabilidad de representarnos con dignidad y honor?

Cuando solo han pasado unos meses de las elecciones generales, este 2024 parece ser el año de las urnas y papeletas, de momento ya se han celebrado elecciones autonómicas en Galicia y están previstas las que se celebraran en Euskadi y con posterioridad acabamos de saber que también las habrá en Cataluña. Por si fuera poco, también se celebrarán las elecciones al Parlamento Europeo. ¿Podremos digerir tanta votación?

Antes de seguir, me gustaría plantear algunas dudas. ¿Saben que las poltronas que ocupan los políticos son temporales y no les pertenecen? ¿Tienen verdaderamente asumido que son, por encima de todo, unos servidores de lo público y que sus decisiones pueden influir en la ciudadanía con efectos a muy largo plazo que nos puede cambiar la vida para bien o para mal?

El destino en democracia no está escrito en el firmamento sino en cada cambio que se realiza en educación, sanidad, economía, etc. Viendo las sesiones parlamentarias y cómo se echan los trastos por la cabeza, unos a otros, diría que no piensan mucho en la importancia de sus cargos, diría más bien que hace tiempo que han olvidado que tienen en sus manos las condiciones en que viven millones de personas. Mejor para ellos si no sufren el estrés de pensar que cada votación tiene un peso enorme en tantos ciudadanos.

En una reciente sesión del Congreso, un representante del PNV, ante el desarrollo de la misma exclamó lo siguiente: ¿Somos conscientes del espectáculo que les estamos dando a los ciudadanos? Peor para nosotros que nos conformamos con el espectáculo lamentable y nos descubrimos impotentes porque votamos, sí, pero no hemos encontrado mecanismo para fiscalizar la acción de quienes están allí por nosotros salvo castigarles o no en la siguiente jornada electoral.

El panorama es decepcionante porque en los últimos años se han impuesto modos de funcionar que degradan las instituciones, los que forman parte y de paso nos degradan también a nosotros. Suena extraño pedir que se respeten las formas, pero no creo que haya democracia real si, de entrada, no se siguen unas normas básicas de convivencia y buen trato que a la mayoría nos enseñaron en la escuela o en casa. Lo de los “modales” no era tan mal invento, servía para suavizar la agresividad que surge cuando entramos en cualquier debate, por encendido o agrio que sea. Al fin y al cabo, las normas de educación son una forma de respeto que denota que antes que el contrincante y el rival político, en el otro vemos a la persona.

Puestos a pedir, estaría bien que quienes tienen el poder de aparecer en los medios de gran difusión, más aún si son públicos, no nos insultaran en masa con las curvas de la comunicación, los trileros lingüísticos y las estrategias que han aprendido de los especialistas de imagen. Que respondan a las preguntas que les hacen los periodistas y no nos mareen diciendo lo que les parece. Sería todo un detalle respetar el trabajo de quienes quieren informar a los votantes.

No es un consuelo saber que esta deriva es general y no sólo de nuestras instituciones, que las dinámicas populistas se han contagiado a los partidos más estables y formales. Sin embargo, iremos a votar, claro, no podemos permitirnos el lujo de no hacerlo, pero a cambio, por favor, un poco más de respeto.

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