¿Están bien informados los españoles?

En una sociedad democrática como la nuestra, ¿Existe una libertad de información efectiva que nos permite informarnos libremente cómo ciudadanos? ¿La libertad de información y expresión pesan más o menos en la balanza que la cuenta de resultados y los beneficios de los grandes grupos de comunicación que hoy existen? ¿A través de que medios se informa la gente? ¿Qué grado de confianza tienen los españoles en los distintos medios de comunicación? ¿Estamos bien informados?

A estas y otras cuestiones ha querido responder el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) con el estudio que ha realizado sobre audiencias de medios de comunicación social. De los datos obtenidos se puede destacar:

• Los españoles se consideran mayoritariamente bien informados. Concretamente, el 72,1 por ciento de los españoles piensa que está “mucho o bastante” informado sobre lo que sucede en general en España. Frente a un 19,5 por ciento que dice que lo están poco o nada.

• Se informan sobre las noticias principalmente a través de la televisión. Un 69,8 por ciento utiliza la televisión; la prensa, en formato impreso o digital, un 55,1 por ciento; las redes sociales, un 44,1 por ciento; la radio, un 43,5 por ciento; podcats, un 11,7 por ciento; y blogs, un 4,4 por ciento.

• El grado de confianza en las noticias que dan habitualmente los medios de comunicación cada vez es menor y varía según el medio.  Así, tienen mucha o bastante confianza en las emisoras de radio, un 55,5 por ciento; en la prensa, un 53,2 por ciento; en las cadenas de televisión un 41,2 por ciento; y en las redes sociales solo un 15 por ciento.

Los datos confirman que continua la preeminencia de la televisión sobre otros medios, aunque hay que destacar que las redes sociales están ya por encima de la radio como medio para informarse sobre las noticias en España.

Y también que la propiedad del medio es determinante dentro del proceso comunicativo.

Nos encontramos con dos o tres discursos, donde se entremezcla y confunde la información con la opinión y la propaganda con el fin de influir en sus consumidores. Aparece así lo que se puede denominarse cadenas refugio, donde te informas en virtud de la ideología no de la propia noticia.

Esta realidad es percibida con claridad por los españoles que ven como existe un desequilibrio ideológico en las líneas editoriales o en los intereses de los propietarios de los medios de comunicación.

Así, cuando se les pregunta donde colocarían a cada uno de los medios de comunicación en una escala de izquierda y derecha, donde 1 es “lo más a la izquierda” y 10 “lo más a la derecha”, los resultados muestran:

• En el caso de la televisión: Antena 3 es situada de media en el 6,34; Telecinco en el 5,59; Cuatro, en el 4,97; TVE1, en el 4,35; y La Sexta en el 3,75.
• En el caso de la prensa: EL PAIS, es ubicado en el 4,16 de media; Eldiario.es, en un 4,47; La Vanguardia, en un 5,48; El Mundo, en un 6,92; La Razón, en un 7,66, y el ABC, en un 7,79.
• En el caso de las emisoras de radio: La Cadena Ser, 3,97; RNE, 4,61; Onda Cero, 6,14; Es Radio, 6,63; y la Cadena Cope, 7,9.

En lo relativo a las redes sociales hay que señalar que está cambiando la manera de informarse de la población, y lo hará más en el futuro por la inmediatez y frecuencia. La vía de entrada mayoritaria es el teléfono móvil, con un 94,7 por ciento de personas que lo usa para ver las redes sociales. La frecuencia de utilización es permanente. Un 84,4 por ciento, las utiliza o entra en ellas todos o casi todos los días y un 6,2 por ciento, cuatro o cinco días por semana. Y, por último, las principales redes sociales que se utilizan son Instagram por el 56 por ciento; Facebook, por el 47,7 por ciento; Twitter/X, por un 42,9 por ciento; Tik Tok, por un 15,1 por ciento; y Youtube, por un 11,7 por ciento.

La evolución del sistema de medios de comunicación está generando un desequilibrio de poder en las democracias del siglo XXI, al primar el criterio empresarial de cuenta de resultados y poder.  

Para corregirlo y fortalecer la democracia hay que entender la información principalmente como un servicio público, y no como una simple mercancía. Hay que respetar la pluralidad de la información, la diversidad de los contenidos y una información objetiva y de acceso rápido a los ciudadanos, porque ni el desarrollo tecnológico, ni el incremento de medios y servicios lo garantiza de manera automática.