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La interrupción del embarazo, un diálogo pendiente (1)

Eva Puig
Eva Puig
Licenciada en filosofía, escritora y terapeuta. Amante de los horizontes. Desde la pandemia, hace humor gráfico como Malika.
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análisis

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Supongo que leer el título sorprende: no hay tema más recurrente y cíclico en la palestra pública. Cada tanto sale el debate sobre el aborto voluntario: volvemos a escuchar los aburridos pros y contras que nada dicen y mucho gritan y todo el mundo se posiciona según su ideología y etiqueta personal que lucen orgullosos y orgullosas como estandarte de identidad. A primera vista parece que no hay tema más recurrente y debatido.

Vaya por adelantado que la polémica, nunca del todo cerrada, sobre la legalidad de la interrupción del embarazo es importante, pero sólo es un primer paso en el que nos quedamos estancados. Como si conseguir que el aborto sea legal (sin minimizar este logro necesario y no conseguido aún en muchos países) sea el sumum de lo que tengamos que decir sobre esta experiencia.

La verdad es que pocos, o casi nadie, se han acercado a este iceberg que es la interrupción voluntaria del embarazo, con ganas de escuchar, y por lo tanto de aprender sobre la experiencia. Experiencia que no es minoritaria: se calcula que una de cada tres mujeres embarazadas interrumpirá su gestación a lo largo de su vida. También es cierto que las grandes protagonistas de estas historias casi nunca hablan, y las que lo hacen son mujeres que pasan a engrosar las listas de los que están en contra del aborto.. Pocas voces hay que hablen desde la serenidad y el sosiego, desde lo que esta experiencia supuso en su vida, del duelo invisibilizado y estigmatizado que tuvieron que transitar y de cómo las transformó.

Yo aborté hace más de una década y hace 8 años que acompaño a mujeres de todo el mundo a transitar sus duelos tras una interrupción del embarazo en proyecto Kora. Una vez una periodista me preguntó por qué pensaba que las cosas a nivel social no avanzaban respecto al aborto voluntario. Le respondí que las mismas mujeres que lo viven y les duele, callan (porque no han hecho su duelo y viven, muchas, llenas de culpa y de vergüenza).

Añadí que históricamente nos preceden siglos de estigmatización y condena, que pesan, y mucho, en el inconsciente colectivo. Pero entonces me callé y sonreí…y le seguí contestando a la periodista: «¿sabes por qué? En el fondo porque hablar de aborto implica empezar a dialogar sobre el tema , que no debatir, y todo diálogo implica habilidades que a nivel social no trabajamos: un corazón dispuesto a escuchar y pensamiento crítico ( y no binario a blanco y negro) capaz de discernir conceptos, encontrar las palabras correctas y ajustadas, sensible y empático». En resumen, concluí, con no poca ironía: «hablar de aborto voluntario implica ,sí o sí, corazón y cabeza, y eso no se da ni fomenta mucho a nivel social».

Para que podamos empezar a dialogar sobre el aborto voluntario caben dos condiciones: por un lado las mujeres que lo han vivido y les haya dolido (que no son todas pero sí muchas) deben sanar sus duelos y hablar sobre su experiencia desde la cicatriz y el amor, y por otro lado el resto de la sociedad tiene que hacer el esfuerzo de dejar de lado sus prejuicios, salir del pensamiento «a favor» – «en contra», y elaborar herramientas de pensamiento crítico (que no criticón) abriendo espacios de empatía, silencio y escucha desde el corazón. Sólo así empezaremos a salir del «día de la marmota» de los eternos debates aburridos sobre el aborto que nada aportan más que ruido, resentimiento entre las partes enfrentadas y cansancio.

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