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La OCDE cifra el ‘precio de la guerra’: dispara las previsiones de inflación y rebaja el crecimiento de España

Prevé que la inflación media de 2022 será del 8,1% en España, seis menos que en mayo y que los precios sigan subiendo por encima de lo habitual en 2023, pero con unas cifras inferiores

Agustín Millán
Agustín Millánhttp://pompona22.wixsite.com/agustinmillan
Foto periodista especializado en manifestaciones y actos sindicales. Desde 2011 fotografiando la crisis más dura de la historia moderna. Responsable de redes sociales de la Cumbre Social España. Fotógrafo con 5 campañas electorales entre ellas la de Manuela Carmena y la de Enrique Santiago en IU Madrid.
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análisis

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La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) ha publicado este miércoles las ‘Perspectivas económicas de la OCDE, junio de 2022’. El organismo quiere poner ‘Precio a la guerra’. Respecto a España, destaca que la inflación terminará el año en el 8,1%, seis décimas menos que el dato adelantado publicado por el INE en el mes de mayo, que era del 8,7%.

El organismo prevé que la inflación subyacente (la cesta de la compra donde no están los alimentos frescos, ni la energía) se mantenga, al menos, hasta 2023, pero en un índice inferior al 2022. 

Proyecciones de la OCDE para España

Además, la OCDE ha rebajado el crecimiento para este año al 4,1%, lo que representa un descenso de 1,4 puntos respecto a las previsiones de diciembre.

El crecimiento se desacelerará a 4,1% en 2022 y un 2,2% en 2023 debido a la mayor incertidumbre, la elevada inflación y la ralentización de la demanda externa. La actual recuperación del turismo también respaldará el crecimiento. La tasa de inflación general se moderará en 2023, pero continuará en niveles elevados”, señala el informe.

El organismo pronostica para este 2022 un frenazo del consumo privado en España, que solo crecerá una décima, tras el 4,6% en 2021.

Según el informe de la OCDE la inflación subyacente presentará una tasa de variación media del 4,5% en 2022 y 2023. Aunque la inflación general se modere el año que viene, la subyacente (mucho menos volátil y más persistente) se mantendrá en niveles históricamente altos, al menos, durante este año y el próximo.

El consumo sufre la inflación

Con la inflación disparada, las familias tienen que dedicar un mayor esfuerzo y por ende de su renta para consumir los mismos bienes y servicios que en 2021. Una parte de los hogares se prevé que haya comenzado a ahorrar por precaución y por miedo al futuro, como así lo revelan los últimos datos sobre la evolución de los depósitos en España. Estos han tenido un crecimiento alto en los primeros meses del año.

La OCDE añade en el apartado sobre la economía española que “La guerra en Ucrania está afectando a la economía española a través de un aumento de los precios de la energía, interrupciones en las cadenas de producción y mayor incertidumbre, ya que la exposición comercial y financiera directa con Rusia y Ucrania es limitada.

La caída de la confianza y de la renta real

La caída de la confianza y de la renta real disponible provocó un descenso del consumo privado en el primer trimestre de 2022. El acuerdo alcanzado con Bruselas para limitar el precio del gas destinado al mercado eléctrico en la Península Ibérica, que previsiblemente entrará en vigor en junio, puede ayudar a contener la inflación general. A finales de mayo, las autoridades habían dado acogida a 59.000 refugiados ucranianos”.

No obstante, los economistas de la OCDE creen que “el ahorro que los hogares han acumulado durante la pandemia, el paquete fiscal destinado a mitigar los efectos de la guerra, la recuperación sostenida del empleo y los fondos del Plan de Recuperación para Europa apoyarán la demanda interna”.

Además, la recuperación en curso del turismo también supondrá una de las partes positivas para el crecimiento. “La confianza de los consumidores y de las empresas se ha deteriorado, y los indicadores de actividad de la industria y los servicios se han ralentizado desde marzo. La creación de empleo tomó impulso en abril y los contratos indefinidos, como proporción de los nuevos contratos, han pasado de alrededor del 10% en 2021 al 48%. La recuperación del turismo ha cobrado fuerza y el gasto de los turistas extranjeros en marzo llegó al 84% del nivel de marzo de 2019”, se lee en el documento.

Son cruciales las reformas e inversiones para promover la transición ecológica

El apoyo fiscal para hacer frente a las repercusiones que la crisis energética está teniendo en los hogares y las empresas vulnerables a corto plazo debe estar bien focalizado y ser temporal. Se necesita una estrategia de consolidación a medio plazo centrada en la revisión del gasto (spending reviews) para empezar a reducir gradualmente el déficit fiscal y la proporción de deuda pública respecto al PIB. El porcentaje de convenios salariales con cláusulas de indexación sigue siendo moderado, pero está aumentando, lo que pone de manifiesto la importancia de un acuerdo entre los agentes sociales para repartir la carga y evitar una espiral de subidas de salarios y precios. 

Previsión de desempleo

Por último, las previsiones de la OCDE prevén que la tasa de paro media se sitúe en España en el 13,6% este año. Sin embargo, para el próximo ejercicio detectan un cambio de tendencia y pronostican que el desempleo suba hasta el 13,9% ante el menor crecimiento de la economía. 

La guerra está frenando la recuperación

Antes de la guerra, la economía mundial se había embarcado en una recuperación fuerte, aunque dispar, tras la crisis del COVID-19. El conflicto en Ucrania y perturbaciones en la cadena de suministro, agravadas por los cierres de empresas y fábricas en China en el marco de la política de «COVID cero», están asestando un duro golpe a la recuperación.

Ahora se prevé que el crecimiento del PIB mundial se ralentice bruscamente este año, hasta situarse en torno al 3%, y que se mantenga a una tasa similar en 2023. Este ritmo de recuperación está muy por debajo del proyectado el pasado mes de diciembre.

El crecimiento será mucho más débil de lo vaticinado en casi todas las economías. Muchos de los países más castigados están en Europa, una región muy expuesta a la guerra a través de las importaciones de energía y los desplazamientos de refugiados.

Países de todo el mundo se están viendo afectados por la subida de los precios de las materias primas, que acrecienta las presiones inflacionistas y contrae los ingresos y el gasto en términos reales, obstaculizando aún más la recuperación.

Esta desaceleración del crecimiento es un precio de la guerra que se pagará con un descenso de los ingresos y menos oportunidades de empleo.

Las presiones inflacionistas se han intensificado

La guerra en Ucrania ha hecho desaparecer las esperanzas de ver pronto el final del aumento de la inflación observado en la economía mundial en 2021 y principios de 2022 a causa de cuellos de botella en las cadenas de suministro asociados al COVID-19.

Los elevados precios de los alimentos y la energía y el continuo agravamiento de los problemas en las cadenas de suministro sugieren que la inflación de los precios al consumo alcanzará su punto de inflexión máximo más tarde y en niveles más altos de lo que se había supuesto.

Las nuevas proyecciones de la OCDE reflejan el gran impacto internacional que la guerra está teniendo en las tasas de inflación, que ya han alcanzado sus niveles más altos en 40 años en Alemania, el Reino Unido y Estados Unidos.

En principio, el alivio gradual de las presiones de la cadena de suministro y de los precios de las materias primas, así como el impacto de la subida de los tipos de interés, empezarán a notarse en 2023, aunque se prevé que la inflación subyacente se mantenga en torno a los objetivos de los bancos centrales o por encima de ellos a finales de año en muchas de las principales economías.

La crisis del costo de la vida provocará penurias y riesgos de hambruna

Rusia y Ucrania son importantes proveedores en muchos mercados de materias primas; en conjunto, representan alrededor del 30% de las exportaciones mundiales de trigo, el 20% de las de maíz, fertilizantes minerales y gas natural, y el 11% de las de petróleo. Los precios de estos productos aumentaron considerablemente tras el inicio de la guerra.

Si no se toman medidas, existe un alto riesgo de crisis alimentaria. Las interrupciones en el suministro van en aumento y representan una amenaza, en particular para aquellos países de bajos ingresos que dependen en gran medida de Rusia y Ucrania para obtener alimentos básicos. Las cuentas públicas de estos países ya están sobrecargadas por dos años de pandemia, de modo que podrían tener dificultades para hacer llegar alimentos y energía a precios asequibles a sus ciudadanos, con el consiguiente riesgo de hambruna y malestar social.

El aumento de los precios de las materias primas y posibles interrupciones de la producción tendrán consecuencias importantes. La fuerte subida de los precios ya está socavando el poder adquisitivo y ello obligará a los hogares de menores ingresos de todo el mundo a recortar su gasto en otros artículos para poder cubrir las necesidades básicas de energía y alimentos.

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