La rubita extremeña y el vendedor de higos

Alfonso Ussía, escritor, periodista y hombre de bien perteneciente a la gente de orden de este país, en su artículo titulado “La rubita extremeña” publicado el pasado uno de junio en “El Debate” ese periódico ejemplar, paradigma de la imparcialidad periodística, con una inquebrantable, obsesiva, casi enfermiza, búsqueda de la verdad, ese modélico medio de comunicación  absolutamente profesional, libre de todo prejuicio e inclinación partidista, con decir que en él colabora Ussía, está todo dicho, decía esto: “La señora o señorita Guardiola, candidata del PP a la presidencia de la Junta de Extremadura ha manifestado que prefiere ofrecer a los socialistas la gobernación extremeña a pactar un Gobierno con Vox. La rubita de Extremadura, si no hay reacción en el Partido Popular, se dispone a ceder a los socialistas el Gobierno extremeño para no depender de Vox. En el PP hay gente rarísima”, decía Ussía, que es la moderación, el respeto y la decencia hecho persona.

Qué no habrá echado por su boca Ussía, el hombre de bien, quizás el articulista más repulsivo de toda la derecha mediática, aunque sus escritos más que artículos son burdos planfletos, inmundas, vomitivas soflamas, regüeldos patrioteros; qué sapos y culebras no habrá soltado el hombre que es todo un fenómeno a la hora meter más faltas de respeto, insultos, descalificaciones y mentiras en un solo renglón de sus deleznables escritos, casi a la par que el abominable Jiménez Losantos, después de oír a María Guardiola, lideresa de los populares extremeños y candidata del PP a la Junta de Extremadura, “la rubita extremeña”, decir esto: “No dejaré entrar en el gobierno extremeño a aquellos que nieguen la violencia machista”. Pero lo que le va a gustar de verdad son las palabras de Guardiola, en una reciente rueda de prensa después de celebrarse la sesión constitutiva de la Asamblea de Extremadura, que finalmente presidirá el PSOE, tras la falta de acuerdo entre el PP extremeño y Vox, donde ha declarado que: “no puedo incluir en mi Gobierno a quienes usan el trazo gordo, a quienes deshumanizan a los inmigrantes y a quienes despliegan una lona y tiran a la papelera la bandera LGTBI”. Señor Ussía, saque el frasco del bicarbonato que va a necesitar un buen puñado, porque María Guardiola, comportándose como una dirigente política con sentido y sensibilidad, algo raro en un dirigente político, y más siendo del PP, ha seguido explicándose de forma muy clara y contundente: “soy una servidora pública, con compromiso y principios, pero una cosa es negociar, escuchar y otra muy distinta es mercadear con la ilusión de Extremadura”. Y no ha sido menos clara y contundente al criticar a Vox hasta el punto de tildar de “capataz del señor feudal” a Jorge Buxadé,  portavoz político de Vox, que ha asistido como invitado en el pleno de la asamblea. Pero “la rubita extremeña” no se ha quedado ahí “en las primeras matas” como dicen en mi pueblo, y ha seguido diciendo lo que piensa, algo que debería ser la norma y no la rara excepción en este turbio y cenagoso gremio de la política, cuyos miembros no osan salirse nunca de los carriles que les marcan desde la dirección de sus partidos. 

Por eso se agradece, y mucho, que alguien que se dedica a la política anteponga su conciencia a cualquier precepto, orden y disposición de su partido, y dé  su opinión diciendo lo que le dicta su conciencia, y no repitiendo como un papagayo lo que dice el sacrosanto manual del partido. Lo normal es que un político, bien domado y amaestrado, con las anteojeras bien puestas, pese y mida cada palabra que dice, sin salirse del catecismo, no sea que alguna palabra no guste a sus superiores y caiga en desgracia, que eso es para un político la muerte en vida. Pero a María Guardiola no le preocupa mucho todo esto, demostrando con ello ser valiente, decidida, resuelta a decir lo que piensa. Unos siglos antes, el genial Quevedo hizo lo propio en sus  inmortales versos contra el poderoso de su época: “No he de callar por más que con el dedo, / ya tocando la boca o ya la frente, / silencio avises y amenaces miedo. ¿No ha de haber un espíritu valiente? / ¿Siempre se ha sentir lo que se dice? / ¿Nunca se ha de decir lo que se siente?.

María Guardiola ya mostró su oposición a que Vox entrara en un Gobierno regional con el PP: “No voy a firmar un acuerdo de Gobierno o un pacto asimétrico lleno de condiciones; no voy a regalar consejerías ni voy a entrar en batallas culturales superadas” dijo. Y añadió esto que no tiene desperdicio alguno, y que debería ser el sentir de todos los que se dedican a la política: “Creo en una Extremadura inclusiva, moderna, respetuosa, permeable, solidaria y responsable,  y creo en una Extremadura donde el amor no admita matices”. Y por si quedara alguna duda ha remarcado que llegó a la política sin hipotecas y libre, y con el único propósito de trabajar por Extremadura. Y ha denunciado también que en Vox solo ha encontrado “ansias, desunión y zancadillas”.   

La dirección nacional del PP desde su sede de la calle Génova ha maniobrado con gran rapidez intentando convertir esta bofetada a Vox y a la ristra de pactos, 135 de momento, que se han acordado y se siguen acordando con esta formación de ultraderecha, en una prueba de que en el PP hay “libertad y pluralidad” y para demostrarlo han cerrando filas con Guardiola: “no hay desacato, lo está haciendo muy bien” o “no esperamos que Guardiola diga en Extremadura: haré lo que Génova dice. Así entendemos nosotros la política”, han dicho para quedar bien y porque no podían decir ni hacer otra cosa que avalar el paso dado por María Guardiola. Haber dicho otra cosa les hubiera retratado, y a las puertas de unas elecciones no conviene desautorizar a nadie por no querer gobernar con la ultraderecha. Se gana más yendo a favor de obra y  diciendo con una estudiada sonrisa que hay “libertad, pluralidad e independencia” en el partido, aunque por dentro estén rabiando. “No nos sentimos amenazados ni acomplejados”, han añadido para que no haya duda de su respeto y tolerancia a todos los integrantes de su formación. Es como cuando un familiar te lleva agriamente la contraria en público, y sin darle la razón o quitársela, tratas de eludir el enfrentamiento, pasar de puntillas y salir de la manera más airosa posible, esbozando una sonrisa de circunstancias para que no se note mucho el cabreo.

Como ha podido verse, el PP es capaz de sostener con todo el cinismo del mundo, una cosa y la contraria, es decir por un lado normalizar a Vox pactando sin complejos con ellos y blanqueándolos diciendo que son un partido como cualquier otro, y por otro lado no desautorizando ni llamando al orden, al menos públicamente, a la dirigente de su partido en Extremadura y candidata a la presidencia de la Junta, que ha sostenido todo lo contrario sobre ese partido, que un auténtico disolvente para la democracia.

Este estar a favor y en contra  a la vez, según convenga me recuerda una historia que contaba mi padre sobre un vendedor de higos que iba al mercado de Alcázar de San Juan. El vendedor salió bien temprano de su pueblo con el carro lleno de sacos de higos. Como el camino era largo y pesado, el hombre se entretenía tirando higos al culo de la mula para probar su puntería. Cada higo que tiraba le daba al culo de la mula sin fallar ni uno. ¡En todo el culo! Solía decir entre risas, muy satisfecho de su puntería. Después del mercado, ya a media tarde, el vendedor de higos volvió a su pueblo con los sacos vacíos y sin nada para comer. Llevado por la necesidad, en algunos tramos del largo y pesado camino, el vendedor se bajaba del carro y se ponía a andar delante de la mula, que le seguía con su paso cansino. En medio del camino, el vendedor, con la cabeza gacha, buscaba algún higo de los que había tirado por la mañana. Y cada vez que encontraba alguno, lo miraba detenidamente, lo limpiaba un poco con la mano, le daba un soplido para quitarle el polvo y decía: “no, éste no le ha dado” o “éste le habrá dado de refilón, como mucho” y se lo echaba a la boca. Al poco veía otro, lo cogía y sin dejar de mirarlo decía lo mismo: “no, éste tampoco le ha dado”, y se lo comía, y tan rico que le estaba. La necesidad, el hambre, había realizado el milagro de que los higos que le habían dado a la mula por la mañana, no le habían dado por la tarde.

Nuñez Feijoó se está comportando como ese vendedor de higos que unas veces dice una cosa y otras la contraria, según le conviene. Feijoó siempre se escondió, haciendo como Houdini del escapismo un arte, y dio todo tipo de excusas y evasivas   para no decir que pactaría con la ultraderecha, y ahora se está hinchando a pactar con ella porque de lo que se trata es de llegar a la Moncloa como sea. Podría haberlo dicho antes, pero no convenía decir lo que pensaba. Y es ahora, cuando ha levantado la cabeza y ha venteado en el aire el olor a cuero del sillón presidencial, cuando se le han despertado unas ansias y unas hambres terribles de presidencia, que cada vez ve  más cerca. Es ahora, cuando ha sonado la campana que indica la última vuelta, cuando está dispuesto a hacer y decir lo que sea, a perder el honor, la respetabilidad, la dignidad, el poco prestigio que le queda. A comerse todos los higos que pille, y hasta las cagarrutas de la mula si es preciso, todo sea por llegar a ser presidente.

El ejemplo de honradez, de tener  principios y conciencia, de políticos como María Guardiola, “la rubita extremeña” ha sido como un espejo donde Feijoó se ha mirado y ha visto, como Dorian Gray, esa cara de codicioso, de rastrero que se le queda al que pierde el culo y la dignidad por alcanzar el poder. La integridad de María Guardiola, que debería haber provocado un unánime y merecido aplauso en el partido, y no ha recibido ninguno porque todos los aplausos y reverencias los guardan para la Ayuso, ha causado muchas lipotimias, dolores de cabeza y de estómago a muchos dirigentes del partido, y a gente como Ussía y a otros voceros a sueldo del neoliberalismo, por su negativa a pactar con quienes niegan la violencia machista, deshumanizan a los emigrantes o tiran a la papelera la bandera LGTBI. Mientras ella habla de frenar a la ultraderecha, su partido ya ha firmado ciento treinta y cinco pactos, 135, donde el PP ha asumido la ideología de la ultraderecha. Y a eso hay que sumar una total falta de transparencia porque nadie, excepto ellos, conoce los términos de esos acuerdos, ni la letra grande ni la pequeña. Todo es opacidad y silencio.

Mientras María Guardiola daba la de arena y salvaba un poco la cara del PP, Isabel Díaz Ayuso daba la de cal, solo trabaja la cal, en su discurso de toma de posesión declarándose “abanderada de los españoles de bien” y proclamando frases destinadas a ser esculpidas en mármol de Carrara como ésta : “Aquí, (suponemos que se refiere a Madrid, o quizás a Covadonga) empezó la reconquista de la libertad y la tendencia es ya imparable”, o ésta otra:  “Bildu sí está gobernando España, y ellos y sus socios sí están buscando el desprestigio y el ninguneo de nuestras más altas instituciones”. Y ésta tampoco está mal: “Se nos quiso desprestigiar y dificultar el camino, llegando incluso a querer descapitalizar España, o a encerrarnos ilegalmente. Pero ya toda España es consciente de lo que ocurre, y de que nuestras políticas fueron desde el principio una alternativa real y una esperanza”.

Cuando dice  eso de “nuestras políticas” ¿se referirá a los 7200 ancianos que dejó morir sin atención médica en las residencias?, ¿o quizás al desmantelamiento de la sanidad y la educación públicas, al “capitalismo de amiguetes”, a las ayudas a las familias que ganan 130.000 euros anuales, a las bajadas de impuestos a los más ricos?…etc… etc.  Aunque parezca mentira, a estas “políticas” han votado masivamente las madrileñas y los madrileños, dándole a la Ayuso la mayoría absoluta para que siga  aplicando esas mismas “políticas” otros cuatro años más.

Como dice Vincent Vega / John Travolta, en “Pulp Fiction”: “Ahora, si me disculpan, voy a irme a casa a tener un ataque al corazón.”