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La UE ha tardado diez años en entender que los ‘hackers’ de Putin son peligrosos

Inquietud en el Parlamento Europeo, que quiere llegar hasta el final en la injerencia de Rusia en fenómenos de desestabilización como el 'procés', el Brexit o el auge de la extrema derecha

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análisis

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El Parlamento Europeo ha dado luz verde a una investigación para averiguar hasta dónde llegó el apoyo de la Rusia de Putin al procés de independencia en Cataluña. Los eurodiputados apuntan a posibles contactos de Carles Puigdemont con espías rusos en 2017 y sospechan que el Kremlin pudo estar también detrás de episodios de desestabilización en el viejo continente como el Brexit y el auge imparable de la extrema derecha en Francia, Italia y Alemania. Incluso temen que el sátrapa de Moscú pudo impulsar la campaña electoral de Donald Trump a las presidenciales yanquis de 2016. Y llegados a este punto, cabría preguntarse: ¿es posible que sus señorías hayan necesitado casi una década de intrigas, complots, ataques informáticos de los hackers rusos y golpes blandos patrocinados por regímenes autoritarios iliberales para llegar a esta conclusión? En realidad, bastaba con leer las portadas de los periódicos para concluir que un enemigo poderosísimo estaba intentando destruirnos. Pero por lo visto, los servicios de inteligencia de la UE son menos inteligentes de lo que nos han contado.

Vladímir Putin es la mano que mece la cuna en cada movimiento antidemocrático que germina en territorio europeo. Estos días de tractoradas y revoluciones de campesinos, sin ir más lejos, la Policía española ha detectado una fuerte actividad de los piratas cibernéticos del Kremlin, que han tumbado las webs oficiales de seis comunidades autónomas en apoyo a los manifestantes. Flota en el ambiente la sensación de que cualquier niñato de San Petersburgo con capucha negra, piercing en la nariz y un curso acelerado de nuevas tecnologías puede pasearse como Pedro por su casa por los servidores digitales de la Administración española y también de la europea. Ningún organismo oficial queda a salvo. Hoy atacan los archivos de la Seguridad Social, del Ministerio de Sanidad o de la Agencia Tributaria; mañana asaltan con descaro la página web de la Policía, de la Guardia Civil o del Ejército. Hasta el CNI, un organismo que se supone dotado de los más avanzados y sofisticados sistema de defensa, ha sufrido los estragos de los gamberros putinescos. Ya sea desde alguna oficina de la FSB, la agencia de inteligencia rusa heredera del temible KGB, o desde la confortable habitación de su casa, el hacker ruso actúa con absoluta impunidad, pitorreándose de los filtros antispam y de los endebles sistemas antivirus europeos, barreras de nata frente a los incisivos y penetrantes programas espía. Algunos incluso se permiten dejar burlescos memes, como marca o sello personal, en los ordenadores de la Plana Mayor de la OTAN. Esa es la forma que tienen de mofarse del enemigo occidental y también de demostrar su poderío y hegemonía tecnológica.

Todo esto no es ninguna broma ni un argumento para una mala serie de Netflix. Está ocurriendo cada día, es una amenaza real. Consentir que los manitas informáticos de Putin se apoderen de nuestros sistemas de telecomunicaciones más sensibles supone exponernos a graves riesgos y peligros, y cualquier día provocan un apagón general, dejando Europa entera a oscuras; generan un caos de dimensiones apocalípticas en nuestros aeropuertos y barcos mercantes; o vuelan por los aires una central nuclear. Esta “guerra híbrida” que nos llega desde Rusia con amor, y que lleva años ocurriendo sin que a sus excelentísimos prebostes del Parlamento Europeo les haya importado lo más mínimo, es quizá el mayor desafío tecnológico y militar al que nos enfrentamos. Ahora, por fin, y después de cientos de ciberataques (ya hemos perdido la cuenta), nuestros parsimoniosos y flemáticos eurodiputados han llegado a la conclusión de que nos encontramos ante un asunto importante y prioritario que merece nuestra atención. Acabáramos. Ha tenido que ocurrir una guerra casi mundial (Ucrania), una crisis energética global, un genocidio monstruoso (Gaza) y varios gobiernos democráticos derrocados por partidos nazis para que por fin la indolente Europa se ponga manos a la obra contra los procesos de injerencia del totalitarismo putiniano. Ya que se han puesto a trabajar, no estaría de más que los socios del club comunitario avancen de una vez por todas en una política policial, judicial, diplomática y de defensa común para que esta nación de naciones en paz y en libertad que queremos construir pueda hacer frente con garantías a los enemigos que quieren destruirla. 

Abrir una investigación contra Carles Puigdemont para averiguar si Rusia se inmiscuyó en el convulso proceso secesionista catalán debería ser el primer paso hacia una mayor integración de los países de la UE. ¿Que tendría que haberse hecho hace ya mucho tiempo? Cierto. Pero nunca es demasiado tarde. La decisión del Europarlamento viene a sumarse a la causa abierta por el juez Aguirre en Barcelona para determinar hasta dónde llega la trama rusa del procés. Se habla de funcionarios de la Generalitat rebelde en connivencia con espías del Kremlin, de millones de euros o rublos para la causa soberanista, de 10.000 soldados del Grupo Wagner dispuestos a desembarcar en Cataluña y hacer detonar una segunda guerra civil española que podría haberse extendido hasta convertirse en gran conflagración europea y mundial. Habríamos pasado de la “guerra híbrida” (en sus modalidades de terrorismo internacional, crisis migratorias, atentados ecológicos y ataques cibernéticos) a la sangrienta guerra de siempre. Hay que llegar hasta el fondo de un episodio que nos colocó al borde del infierno. Lógicamente, Puigdemont ha negado las acusaciones de traición y se ha limitado a lanzar un mensaje inquietante para Moncloa: “Si mi partido hubiera permitido la investidura del candidato del PP, Alberto Núñez Feijóo, o hubiera impedido la de Pedro Sánchez, todos estos espectáculos no se habrían producido”. Es el gruñido del animal acosado que ve la sombra de la jaula cada vez más cerca.  

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2 COMENTARIOS

  1. Ah,los peligrosos son los de Putin,los de Bidem,Trump,la CIA y el Pentagono NO!!
    ¿Cuando se va a culpar a Putim tambien por el asesinato de Kennedy?
    Por mas que algunos quieran lo contrario la guerra de Ucrania tiene un vencedor claro desde el minuto uno y es Rusia y cuando acabe la guerra,Europa estara en ruinas mientras que Rusia habra avanzado.

  2. Me he reído mucho… Ah!, el hacker ruso, esa peligrosa especie que se reproduce sin control como los jabalíes, y que no sólo viene por el maíz indepe, también por el de LePen, Trump… Carles, con la OTAN hemos topado

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