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Las políticas COVID y eutanásicas evidencian, más que nunca, su necesidad: 150° Aniversario de Las Hermanitas de los Ancianos Desamparados

Daniel Ponce Alegre
Daniel Ponce Alegre
Técnico Superior Análisis de Laboratorio, *Teología en Pontificia Universidad Lateranense. *Historia Antigua en Pontificia Academia de Ciencias Sociales y Políticas. *Comunicación en Universidad de Navarra - COSO
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análisis

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A punto de cumplirse tres años de la Declaración Oficial, por parte del Gobierno de España, de »la pandemia del COVID – 19 en todo el territorio nacional» poco necesitamos explicar y demostrar al lector respecto a la política de gestión sanitaria »pandémica» durante el primer año COVID – 19 (marzo del 2020 a marzo del 2021) y no sólo no son precisas muchas demostraciones respecto a los confinamientos masivos de personas enfermas y sanas, durante casi tres meses, sino, muy especialmente, respecto a la política sanitaria hospitalaria y en las residencias de ancianos o personas con diversas patologías psiquiátricas, mentales o cognitivas.

Sea que tuviéramos, o no, algún familiar o conocido al que estuviéramos visitando, y que durante ese tiempo no pudimos hacerlo, todos hemos experimentado de primera mano, o conocido por algún medio de comunicación, que los ancianos en las residencias han sufrido el aislamiento de manera más severa e inmisericorde, llegando incluso a morir en la más  triste soledad, carentes del trato y calor humano, y carentes de asistencia religiosa, si era el caso que la solicitaban.

Por si esta situación del último trienio fuera poca hay que añadirle un contexto social, familiar y laboral que propicia el abandono y la soledad de los ancianos, de nuestros mayores; además de la aprobación de leyes malditas que favorecen y promueven el aborto y la eutanasia (cortando la vida y la felicidad al inicio y la conclusión) en lugar de favorecer el trato más humano y cariñoso a los más desamparados y necesitados, a aquellos que están más cerca de dejarnos.

En esta situación o contexto social, muy  resumidamente expuesto, es en el que persisten y sobresalen, »como lirio entre peñas o como cedro en el desierto del Líbano»:

Las Hermanitas.

La Congregación de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados  es una Congregación Religiosa de la Iglesia Católica fundada en la España del S. XIX por el  Siervo de Dios D. Saturnino López Novoa en colaboración con Santa Teresa Jornet e Ibars.

Para los profanos en la materia, dejar reseñado que una Congregación o Instituto Religioso como el de Las Hermanitas es una asociación de fieles aprobada por la Autoridad Eclesiástica competente, cuyos miembros, según el Derecho Canónico propio, emiten votos públicos de castidad, pobreza y obediencia, y viven en común.

La vida religiosa, como consagración total de la persona a Dios por la profesión de los votos y por la caridad a la que estos conducen, es un signo del Reino de Dios y de la vida futura en amor y en verdad.

Tras esta explicación teológica y vocacional de la labor y razón de ser de Las Hermanitas, permítame el lector que haga un breve recorrido histórico-geográfico de nuestras queridas religiosas.

Las primeras Hermanitas comenzaron su andadura en una casa alquilada (Casa Pueyo) en Barbastro, el 4 de octubre de 1872, que es la fecha de inicio de la vida comunitaria. Barbastro es un pueblo de la provincia de Huesca, España, situado a 50 km de la capital provincial y a 65 km de Lérida, a orillas del río Vero. Es la capital de la comarca del Somontano, en el centro geográfico de la provincia de Huesca. Esta comarca tiene como límite norte las sierras pirenaicas exteriores y al sur las zonas desérticas de los Monegros. A día de hoy tiene poco más de 16.000 habitantes y entonces tenía unos 6000.

No obstante, la Congregación de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados, nace oficialmente el 27 de enero de 1873 (en el momento de redactar estas líneas me encuentro en este día) que es la fecha en la que las diez primeras jóvenes recibieron el Santo Hábito en la Capilla del Seminario de dicha localidad. Con la Vestición de las primeras religiosas, la Iglesia reconocía al Instituto el derecho a la existencia y lo tomaba bajo su tutela. Pronto abandonarán Barbastro porque será Valencia el lugar elegido para abrir, ese mismo año en mayo, la primera residencia de ancianos de la nueva Congregación, la que desde entonces será la Casa Madre.

El día 8 de mayo de 1873 llegó a Valencia, Teresa María Jornet, y con ella otras seis Hermanitas y, con todas ellas, el Padre Fundador, D. Saturnino.

El día 9 visitaron al Sr.  Arzobispo, Mons. Mariano Barrio Fernández.

El sábado 10, día de la Virgen, tiene lugar la acogida de la primera persona anciana, Pascuala Aliaga, una anciana paralítica de 88 años.

Y, por supuesto, ninguna fecha mejor que el Domingo 11 de mayo de 1873, Festividad de Nuestra Señora de los Desamparados, Patrona de Valencia, y bajo cuyo amparo y protección se pondrá el Instituto o Congregación Religiosa de Las Hermanitas. Cuenta en su obra Pietromarchi:

»Toda Valencia desfiló aquel día por el humilde asilo. Un coro unánime de elogios se dirigía a las Hermanitas y a la Virgen de los Desamparados: Sencillez, caridad, afecto y acogida eran las señas de identidad de las Hermanitas».

Añade, además, el cronista Pietromarchi: »Los valencianos que pasaron por el Asilo, y ante la Virgen de los Desamparados, no sólo dejaron palabras de elogio y cariño sino limosnas que eran puestas a disposición del cuidado de los ancianos:

Este es un rasgo muy propio del amor del Pueblo Valenciano.

Las Hermanitas acudían al Mercado Central, a la Lonja y a otros lugares donde los vendedores ponían a disposición de las Hermanitas sus productos.

La Santa Sede quedó profundamente emocionada por la abundante generosidad».

¿ Por qué fue Valencia el lugar elegido para abrir la primera Casa de la Congregación ?

Don Saturnino y Santa Teresa Jornet dan la respuesta al decir:

»La Divina Providencia quiso que la Asociación de Católicos, surgida en Valencia en 1871 para contrarrestar al pérfido  anticlericalismo y laicismo (resultado de la Revolución Liberal-Masónica de 1868) mediante obras de formación y caridad (no de filantropía ni solidaridad sino de amor y caridad) que fuesen expresión clara y vigorosa del amor y compromiso evangélico de la Iglesia Católica por el mundo».

Las Hermanitas se centraron en los más desamparados y desahuciados:

¡ Cuánto sentido cobra su labor vocacional en tiempos en los que las instituciones públicas se mantienen impasibles ante los desahuciados y refugiados, sin hogar, que mueren como ratas en fábricas abandonadas en la ciudad de Valencia sin que su Ayuntamiento quiera remediarlo !.

Como conclusión, y sin ánimo de ser más exhaustivo ni detallado,  decir:

No sólo por su titánica y abundante labor, y por su valioso servicio social, sino también por su belleza de servicio y por profundidad teológica decimos, en el 150° Aniversario de Las Hermanitas de los Ancianos Desamparados, que Dios las Bendiga, la Virgen de los Desamparados las Asista, toda la Iglesia siga con ellas y las instituciones públicas colaboren con ellas no sólo para mayor Gloria de Dios sino para puedan continuar más años sirviendo a la sociedad más desamparada, los ancianos y desahuciados.

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