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Lo que echo de menos

Echo de menos todo lo que no recuerdo porque en algún momento formo parte de mi vida y esa sustancia ha dejado una huella en el interior

Antonio Guerrero
Antonio Guerrero
Antonio Guerrero colecciona miradas, entre otras cosas. Prefiere las miradas zurdas antes que las diestras. Nació en Huelva en 1971 y reside en Almería. Estudió relaciones laborales y la licenciatura de Filosofía.
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análisis

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Es tan larga la lista que trataré de ser escueto. Echo de menos a los escritores que se implican en los asuntos de la polis a riesgo de perder lectores; echo de menos a los narradores que no imitan los formatos de la industria editorial por eso de la popularidad ya que ni siquiera es por la remuneración; echo de menos a los políticos que se dediquen a reflexionar sobre los asuntos de la polis en lugar de defender con vehemencia el color de su equipo de futbol;  echo de menos los premios a la civilidad, a la honradez, a los logros por el pulcro cumplimiento de la legalidad; echo de menos que cuando vayas por la calle te den los buenos días; echo de menos que los coches se paren en los pasos de cebra; echo de menos a mi padre porque hace años de su fallecimiento y ya no puedo hablar con él; echo de menos a la república en la que nunca he vivido; echo de menos aquellos veranos que parecían tener la duración de años y en los que existía algo parecido a la plenitud; echo de menos un libro que cuente algo de verdad en lugar de historias que se parecen o tratan de parecerse a otras historias; echo de menos a filósofos que descubran cosas nuevas en lugar de divulgadores que repiten o versionan lo ya descubierto por otros; echo de menos un mercado laboral donde reine la igualdad, el mérito y la capacidad; echo de menos un mundo donde no existan los enchufes; echo de menos la apuesta por las personas que son capaces (esos que se suelen ningunear);  echo de menos la verdad en lugar de la posverdad; echo de menos la ética en el mundo de la cultura en lugar de la competitividad; echo de  menos la humildad en lugar de la hipocresía; echo de menos la solidaridad en lugar de la maldad en esta sociedad estandarizada y alienada, esa que viene de una frustración o ausencia; echo de menos una vida que no he tenido; echo de menos aquellos sueños que todavía me adormecen hasta el punto del placer; echo de menos la ataraxia porque no se cómo llegar a ella; echo de menos el kilómetro cero porque es justamente a donde debe dirigirse cualquier vida; echo de menos cambiar mi vida; echo de menos tener pelo; echo de menos todo lo que no recuerdo porque en algún momento formó parte de mi; y echo de menos a Hall Yakzubi, un ser humano que descubrió que los robots también se podían suicidar porque habían aprendido a sentir (de la primera novela que leí, de J. Sierra i Fabra)

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