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María Guardiola, el amargo cáliz de la decepción

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análisis

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Sobre María Guardiola, la baronesa del PP de Extremadura, la “Rubita Extremeña” como la llamó Alfonso Ussía con menosprecio, y fue el más comedido porque otros como Jiménez Losantos, lo más suave que le dijo es que se fuera a fregar, después de su “cambio de estrategia” como han dicho algunos medios para referirse a su claudicación, su rendición, la renuncia a sus principios a cambio de un sillón,  la frase “Poco dura la alegría en casa del pobre” se ha mostrado con toda su crudeza a lo largo del pasado fin de semana.

Los que somos del Atlético de Madrid y bebemos del cáliz de la decepción, que es para nosotros como el cacharro del agua de los gatos, ya tenemos el callo hecho a estas cosas y, quieras que no, duele menos, pero aún así duele, y mucho, ver cómo una mujer que por sus principios y valores se negó a aceptar el I Plan de Retroceso Nacional PP – Vox en su Comunidad Autónoma, un I Plan de Retroceso Nacional que, de no mediar el buen juicio, la sensatez y la cordura de la mayoría del electorado en las próximas elecciones del 23 de Julio, se implantará en todo el país, unos día más tarde de poner sus principios por encima de todo, algo raro en alguien cuya carrera política va ganando altura, tras una visita a Madrid donde se llevó varias charlas entre ellas la de Esperanza Aguirre, la criadora de ranas diplomada que, junto al resto de dirigentes del PP, la convencieron para que dejara a un lado sus principios, esos obstáculos, esas gilipolleces que estorban como la sombrillita de papel en la copa de cóctel, ese feo y pesado lastre, ese cansino Pepito Grillo que siempre está susurrando chorradas al oído para fastidiar los buenos momentos, y abrazara el poder sin reservas ni complejos, sin darle tantas vueltas a las cosas. Un poder como Dios manda encarnado en un amplio despacho, si puede ser de paredes enmaderadas, mejor, con un gran sillón de cuero, la foto dedicada del Rey hijo, y si también está Don Juan Carlos, el casto y honrado varón, que también es rey, pues mejor que mejor, que caray. Y no digamos la bandera de España, la regional, la de Europa, en sus respectivos pedestales sobre la añeja tarima de roble, el buen güisqui también criado en roble junto con las copas de cristal tallado de La Granja en el armario tipo mueble bar, la  alfombra de la Real Fábrica, algún cuadrito de artista reconocido tipo Barceló o similares en alguna pared. Y sobre la mesa, un crucifijo de plata o bronce, la lámpara de mesa de latón y, en general, el material de oficina de primera calidad, con su bote de cuero repujado lleno plumas y bolígrafos de marca, y no esas horribles tazas serigrafiadas de mercadillo llenas de bolígrafos baratos de plástico de bares de carretera, talleres mecánicos y gasolineras como si fuera el despacho de un almacén de rasillas y carambucos, que tanto agradan a esos podemitas y rojos en general sin gusto alguno. 

Cuando algunos ingenuos, pobres de nosotros los ingenuos en estos tiempos de charlatanes de feria y carteristas, creíamos que los principios y la determinación y valentía de María Guardiola a aplicarlos actuarían como el cortafríos que parte una roca en dos, permitiendo que otros dirigentes del PP  aprovecharan esa brecha para colarse por ella, o al menos asomarse y decir lo que piensan como seres pensantes que son y no meros altavoces para amplificar el sonido que les viene desde la “Rue” de Génova 13,  la sede nacional del partido, por un cable cuya clavija se introducen no diremos por dónde, lo que se raja no es la losa que tapa la puerta del búnker del PP, sino los principios, los ideales y las convicciones morales de la baronesa Guardiola que no eran tan sólidos, tan fuertes e inamovibles como creíamos, o queríamos creer.

El mayor y mejor patrimonio de toda persona debe ser su palabra, pero esta verdad es más verdad todavía, y se convierte en la base, el cimiento  si esa persona ejerce la política de manera profesional. Si alguien muestra orgullosamente sus principios a modo de tarjeta de visita para que los que le rodean sepan quién es, y unos días más tarde esa misma persona imprime en el reverso de la tarjeta que lo que dice en el anverso puede estar sujeto a modificaciones, es mejor que se dedique a otra cosa.

Uno creía que María Guardiola, después de oír a infames personajillos como Jiménez Losantos, con más veneno dentro que todas las cobras de subcontinente Indio juntas, referirse a  ella como “Alcornoque” “una tía de Podemos que no está en Sumar, que está en el PP”; o cuando la lideresa Guardiola dijo que uno sus principios era estar en contra de la violencia machista, Losantos locutor de “esRadio”, esa emisora patriótica que solo busca, a través de su proverbial imparcialidad, el entendimiento entre distintas sensibilidades políticas del país, le dijo que se fuera a “Sumar, fregar, escardar o vete a aprender a leer” que eso de la violencia machista es una “prograda feminazi, una mamarrachada, un montaje de los  etarras y los comunistas”…. ; uno creía que después de oír decir de ella a Losantos, muy enfadado por su plantón a la extrema derecha, en un artículo en el diario EL Mundo que “esa señora no tiene ni puñetera idea de nada, no sabe hablar, ni escribir, ni conoce la historia de España, que es muy limitada, que una ameba es una filósofa al lado de ella, que es un protozoo, que es muy tonta, muy mala , relevable de inmediato, que ha escupido en la cara a los extremeños (le ha faltado decir “a los extremeños de bien”) y que además de Losantos  ha tenido que oír a toda la derecha mediática y política criticarla ferozmente como el articulista Luis Ventoso que dice que: “El caso Guardiola ejemplifica un síndrome que se está extendiendo en el PP: parte de sus cuadros han comprado el esquema mental de la izquierda en cuestiones morales y hábitos de vida. Es decir: son del PSOE sin saberlo. En el caso de María Guardiola diríamos incluso que casi de Podemos”.

Después de sufrir esta feroz campaña de ataques personales  dirigidos y en muchos casos llevados a cabo en persona por los más señalados generales y mariscales de campo de esa maloliente ciénaga llamada “La Brunete mediática” al servicio del poder económico, que está echando toda la carne en el asador, poniendo el dinero y los recursos que hagan falta para “recuperar a España” que consideran como su cortijo particular y que no soportan que se vea en otras manos que no sean las suyas, para poder mangonearla a su antojo; después de oír a Buxadé, el dirigente de Vox que en el programa “El Cascabel”, otro ejemplo de que el periodismo comprometido con la imparcialidad y la verdad existen, es broma, claro,  mandó a Guardiola “a descansar, que a lo mejor lo suyo solo era cansancio y que mañana vería las cosas de otra manera”; después de decir la propia Guardiola esto: “Vox no ha querido negociar, ha querido imponer maniatar y someter al Partido Popular extremeño, y eso es no saber con quién se juegan la vida”; después de añadir la propia Guardiola esto: “Entiendo que  Abascal y compañía estén desconcertados. Es una pena. Extremadura pide cambio, pero una de las ruedas del cambio está pinchada. Vox es un lastre para la transformación de esta tierra. Y está bien que alguien se lo recuerde a los extremeños. O se mira  por el bien propio o se mira por el bien de los demás. Vox ya he elegido.  Si a esto lo llamas ser rojo, puedes llamarme La Pasionaria si quieres. Pero yo creo que esto es sólo sentido común y dignidad.

Y después de todo esto, y para nuestra total desolación, la buena de María Guardiola se guarda sus principios y valores, vuelve la espada a la vaina y la lanza al astillero y, después del rapapolvo, que tuvo que ser descomunal, a cargo de los jefes de su partido regresa a Extremadura desdiciéndose de todo lo dicho anteriormente, y consiguiendo que Santiago Abascal, al que la propia Guardiola llamó “señor feudal” diga de ella que ahora “va por el buen camino”. 

Salvando las distancias, es imposible no acordarse de la última escena de la  mítica película “Alguien voló sobre el nido del cuco” dirigida por Milos Forman en 1975, cuando  Randie McMurphy / Jack Nicholson, el protagonista de la película, un espíritu libre y digno que vive a contracorriente, vuelve a la Institución de la que salió, y lo hace totalmente cambiado después de ser sometido a una “definitiva” intervención quirúrgica, una “operación”, cuya escalofriante cicatriz no olvidaremos nunca, por decisión de la dirección del propio Centro para preservar el “orden” entre el resto de los integrantes de la Institución.

María Guardiola, después de la “operación” que le fue practicada el pasado fin de semana en la sede nacional de su partido, ha salido diciendo por carta que: “es imprescindible el diálogo y el acuerdo con Vox en Extremadura”. Como premio, Isabel Díaz Ayuso ya le ha regalado una maceta para que la ponga en su despacho.

Al final, de los valientes versos de Quevedo dirigidos al todopoderoso Conde  Duque de  Olivares: “No he de callar por más que con el dedo, ya tocando la boca o ya la frente, silencio avises o amenaces miedo….” nos tenemos que ir con el rabo entre las piernas, una vez más,  y acogernos a los no menos geniales versos del afamado poema  de José Hierro, titulado “Vida”: “Después de todo, todo ha sido nada, / a pesar de un día lo fue todo. / Después de nada, o después de todo / supe que todo no era más que nada.”

Uno creía que los principios eran eso, principios,  y más en un político, que son, o deberían ser, su mejor y mayor patrimonio, pero en el caso de María Guardiola, “la rubita extremeña” esos principios se han quedado en un chiste, una broma como la de Groucho Marx cuando dijo aquello de “Éstos son mis principios. Si no te gustan, tengo otros”. Una frase que estos días se ha recordado mucho, pero    es que la de Groucho es sin duda la frase que mejor le va a este triste y penoso asunto.

Feijoó, el vendedor de higos, y los dirigentes de su partido, que al principio no tenían nada que decir sobre este asunto, y hablaban de “tolerancia, independencia y pluralidad” en su partido, para quedar bien, claro, han sabido, en privado, controlar la situación no dejando ningún “verso suelto” aunque, como en el caso de la Ayuso, se pueden tolerar versos sueltos siempre que estén más a la derecha que el partido, y ganen elecciones por amplia mayoría. El aviso a navegantes ya ha sido activado. Si después de esto, algún o alguna dirigente tiene la mala idea de ponerse a pensar por su cuenta, con el peligro que eso conlleva, ya sabe lo que le espera. Es de suponer que la señora Guardiola sabría que si tomaba la decisión de ser fiel a sus principios, su partido  rápidamente le prepararía la pira purificadora. Porque no creo que después de poner sobre la mesa sus principios, entre los cuales estaba ignorar completamente a Vox, esperara que su partido le pasara la mano por el lomo, le diera palmadas en el hombro y palmas por alegrías.

Cuando uno, en cualquier organización, y sobre todo si ésta es una organización política, se atreve a pensar por su cuenta, ya sabe a lo que se expone. Si sientes que no vas a poder defender tus principios, pase lo que pase, hasta el final, si no  vas a aguantar “el fuego” porque quema mucho, al que tus compañeros de partido te van a someter y condenar, mejor no presentes batalla, no digas ni hagas nada que no sea ajustarte bien las anteojeras, conectarte bien la clavija y repetir palabra por palabra, y sin equivocarte, lo que oigas por el pinganillo.

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