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Modelo 77, cárcel y sociedad

Pedro Antonio Curto
Pedro Antonio Curto
Escritor. Colaborador del periódico El Comercio y otros medios digitales. Autor de los libros, la novela El tango de la ciudad herida, el libro de relatos Los viajes de Eros, las novelas Los amantes del hotel Tirana (premio Ciudad Ducal de Loeches) y Decir deseo (premio Incontinentes de novela erótica). Premio Internacional de periodismo Miguel Hernández 2010. Más de una docena de premios y distinciones de relatos. Autor de diversos prólogos-ensayo de autores como Robert Arlt y Jack London, así como partiipante en varias antologías literarias, la última “Rulfo, cien años después”.
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análisis

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El cine carcelario, sea un género o un subgénero, como unos u otros lo definen, tiene ya una larga trayectoria, con películas que pueden ser consideradas como clásicas y que aún con diversas características, tiende a seguir dos modelos: el cine de acción, el cine de acción dende la cárcel es un medio para contar algún tipo de aventura y el cine de reflexión. Aún cuando se pueda mostrar ambas cosas, en el segundo se abordan cuestiones sociales e incluso filosóficas sobre la prisión, la sociedad y el individuo sometido a una de las principales agresiones que una persona puede tener vivo, cuál es la privación de libertad.

En el cine español no abundan especialmente las películas carcelarias, pero hay dos de los últimos tiempos con una cierta repercusión y que se pueden situar en uno u otro de los modelos citados. Una es la aclamada Celda 211, que con el personaje de malamadre que con la interpretación de Luis Tosar, alcanzó un alto grado de popularidad, por la acción y la violencia de un caso particular, que son la trama, la prisión simplemente ejerce de escaparate y en ningún momento se aborda su problemática.  La otra película, Modelo 77, es lo contrario, la  acción nos lleva a la reflexión y el análisis tanto sobre la prisión, como la transición española. No sé el nivel de éxito y público que alcanzará, pero se trata de una de esas películas necesarias.

La película cuenta la historia, basada en la realidad, de la COPEL (Coordinadora de Presos en Lucha), la más significativa organización de presos sociales. El fin de la dictadura y el inicio de la transición, lleva a la toma de conciencia de presos sociales, que imitando a los políticos, llegan a exigir la amnistía o cuando menos unas condiciones penitenciarias dignas. La historia se desarrolla en la Modelo de Barcelona y tiene como protagonistas fundamentales, a Manuel (Miguel Huerta), y Pino (Javier Gutiérrez), el primero es un joven contable que tras un desfalco va a la cárcel por primera vez, y desde el comienzo es condicionado al enfrentamiento por exigir derechos en un lugar donde estos no existen. El segundo es un preso veterano ya iniciado en el reformatorio, que conoce todos los mecanismos carcelarios y que pasará de un escepticismo individualista a ser una de las cabezas de la COPEL. Como toda reivindicación en un espacio cerrado y limitado, la movilización fue dura, desde los motines, las huelgas de hambre, los cortes, hasta la subida a los tejados que se terminara convirtiendo en una de las fotos de la transición. Por otra parte, esa transición que tras la salida de la cárcel de los políticos, quiere dejar las prisiones en el mismo lugar que estaban bajo la dictadura. En la película se muestra como los nuevos responsables políticos mienten una y otra vez, e incluso colaboran con la represión. Es el cambio lampedusiano que también se produjo a nivel general en todo el país. En varias ocasiones a lo largo de la película, se ve una imagen donde desde la cárcel se en la pared de un edificio cercano, un letrero luminoso que habla del cambio a la televisión de color; simbólico de lo era aquel momento.

Así en las cárceles se mantenía especialmente  la violencia, la tortura, y se llega hasta una especie de secuestro con el fin de descabezar a la COPEL. Al final, optan por lo que es el derecho básico que tiene cualquier preso: la fuga. 

El director de cine Alberto Rodríguez logra una película capaz de mezclar lo social, lo histórico y lo humano. Los personajes están bien trazados, con todas sus contradicciones, en un medio como la cárcel, donde se sobrevive también frente a la violencia y el reparto de espacios de poder por parte de los propios presos. 

El recientemente fallecido Jesús Quintero hizo un inolvidable programa televisivo, Cuerda de Presos, en el que se reflejaron las diversas situaciones carcelarias, y algunos  programas, ni siquiera pudieron ser emitidos. Decía no entender como un programa como este no había abierto un debate social. La cuestión la plantea Pino, uno de los protagonistas, quien cuando cerraba la puerta de su celda por la noche, les decía a los que le encerraban, os encierro.

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