domingo, 28abril, 2024
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Riflerrafe

Jesús Ausín
Jesús Ausín
Pasé tarde por la universidad. De niño, soñaba con ser escritor o periodista. Ahora, tal y como está la profesión periodística prefiero ser un cuentista y un alma libre. En mi juventud jugué a ser comunista en un partido encorsetado que me hizo huir demasiado pronto. Militante comprometido durante veinticinco años en CC.OO, acabé aborreciendo el servilismo, la incoherencia y los caprichos de los fondos de formación. Siempre he sido un militante de lo social, sin formación. Tengo el defecto de no casarme con nadie y de decir las cosas tal y como las siento. Y como nunca he tenido la tentación de creerme infalible, nunca doy información. Sólo opinión. Si me equivoco rectifico. Soy un autodidacta de la vida y un eterno aprendiz de casi todo.
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análisis

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Tarde del mes de octubre. Demasiado fría y brumosa para lo que los cuerpos están acostumbrados. Dos días antes, los chavales que llegan en autobús a esta hora, recién salidos de la escuela, se dispersan por el parque, junto al minibus que les ha dejado en la entrada del pueblo, haciendo caso omiso a sus madres que intentaban colocarles las meriendas, en pantalón corto y camiseta de algodón de verano. Hoy sin embargo con los cuerpos encogidos, tapados hasta las orejas y las manos coloradas por el frío, tiran raudos y veloces hacia casa arrastrando sus mochilas porque sus ruedas no pueden asimilar el virulento movimiento.

Por el fondo de la calle mayor, comienza a rumiarse, como todos los días a estas horas, el ruido de la vieja motocicleta Montesa del Tío Nicasio, que llueva, truene, haga frío o sol pasa por la plaza, más puntual que el Talgo de las tres, aguantando los envites de Nicasio que parece que siempre tiene prisa, aunque nunca tenga nada que hacer. Es la hora de la merienda para la chavalada y también para el Nicasio que viene hambriento de la huerta. En una tarde desapacible como la de hoy, nadie, en su sano juicio, se habría pasado las tres últimas horas del día haciendo como que quitas hierba, para que tu presencia en el lugar, evite la tentación de que algún paseante pueda recolectar algo que no es suyo. Y más en el mes de octubre que sólo quedan tomates que no van a madurar jamás, puerros y algún que otro repollo. Pero el Tío Calambres (Nicasio) es así, desconfiado y misántropo.

El adusto Tío Calambres es una persona solitaria, mayor, algo huraña, muy retorcida y arisca, pero sobre todo de una mente cerril. Sus ideas son dogmas de fe inamovibles. No está de acuerdo con el horario oficial por eso lleva desde 1940 comiendo todos los días a la una en punto, hora solar, y se acuesta a las diez del mismo uso horario. No hay quién le haga entrar en razón. No le gustan las lavadoras, ni los lavaplatos y prefiere ir a buscar el agua a la fuente con unos cubos antes que instalar grifos en casa.

El Tío Nicasio es de los de antes. De los que los animales sólo son eso, animales que ni sienten ni padecen. Cuando era labrador arreaba las mulas con el látigo. Cualquier cosa que saliera mal, era culpa de las bestias y no de su comportamiento con ellas. Siempre tuvo perro, ahora ya no, porque todos acababan mordiendo a la gente. Y con el último, la agresión le llevó al juzgado y hubo que sacrificar al tuso. A veces se le oye comentar que ha tenido muy mala suerte con sus animales. Todos le respondían mal. Las mulas todas nerviosas y asustadizas. Los canes, todos unos salvajes.

El Tío Calambres, tiene tan mala leche, que todas las tardes cuando vuelve de la huerta con su Montesa, harto de que los perros de Borjamari, a su paso, se coman la valla metálica que les separa del camino, un día decidió apearse de la moto, coger una vara de avellano y hostigarlos hasta el punto de llevarles al infarto. Todos los días lo mismo. Llega, para, saca la vara que introduce por entre los alambres intentando hacerles daño en los ojos, y cuando los perros están tan excitados que se comerían a su dueño, se monta en la motocicleta y se aleja.

Hoy, otra vez ha vuelto el calor. Los chavales nuevamente se dispersan por la era junto a la que estaciona el minibús que les trae de la escuela, mientras sus madres insisten en que se acerquen para darles la merienda.

A estas horas, ya debería haber pasado la motocicleta de Nicasio. Hoy parece que se retrasa. Hasta los trenes tienen días malos. Un ambulancia entra por la carretera a toda velocidad. Detrás el Land Rover de la Guardia Civil con las sirenas a todo trapo. Los chavales corren hacia las traseras del pueblo dónde están los perros del Borjamari. Una escena dura les espera. Nicasio que tiene toda la garganta levantada y también parte de la cara, yace inmóvil en un charco de sangre. Parece que los perros han encontrado un agujero por el que salir y vengarse del Tío Calambres, que dos días después, fallecerá en la UVI del hospital provincial.


 

Riflerrafe

Llevo un rato, sentado frente al ordenador, intentando dejar la rabia a un lado y serenarme para poder escribir. He intentado contar hasta diez, pero en cuanto se acaba la cuenta, los pensamientos me vuelven a llenar de ira. Y no quiero. No quiero escribir desde la irascibilidad porque lo que necesitamos es sosiego. Y aunque las escenas que ahora mismo estoy viendo en directo a través del Telegram, (gases lacrimógenos, palos, abusos y violencia sin control) me sumergen en un estado de iracundia, sigo creyendo en que lo que necesitamos es diálogo y sosiego. Aunque tratándose de este régimen en el que los cretinos y los imbéciles manejan la situación, sea bastante complicado.

No se si usted, querido lector, ha tenido oportunidad de ver cualquiera de estas imágenes, tomadas hoy 18 de octubre de 2019 en Cataluña.

Son mucha gente como para ningunearlos. Son mucha gente y aunque no representen a todo el pueblo de Catalunya, insisto, son muchos como para, en lugar de establecer un diálogo con ellos, machacarlos, represaliarlos y utilizar la violencia como respuesta a sus reivindicaciones. Si todo esta gente, fuera violenta, tendríamos un serio problema no solo en Cataluña sino en todo el estado.

¿A nadie le parece extraño que tras dos años de protestas sin ningún atisbo de violencia desde el 1-O, periodo en el que el Gobierno de la nación ha perdido ante la opinión pública y ante el mundo entero “su relato”, de pronto, con nocturnidad y a través de encapuchados, unos cuantos puntos, aislados y poco representativos se conviertan en el centro de atención informativa, con la televisión en directo a través del Gran Manipulador mediático, Ferreras, relacionado con personajes siniestros como Florentino Pérez, o con las cloacas del estado como Inda o Villarejo o de todo el equipo de A3 Media que ha desembarcado de lleno en Telemadrid?

¿A nadie le llama la atención las numerosas imágenes y vídeos con actuaciones policiales sobrepasadas? ¿A nadie le dice nada que quién debiera responder sobre ello está manchado con la sospecha de consentimiento de torturas (Fuente: publico.es) condenadas hasta en cinco ocasiones por el Tribunal europeo de Derechos Humanos?

Decía el domingo el ex-ministro del PP García-Margallo: “lo que se está dilucidando en Cataluña es la pervivencia de España como Nación. Y por una vez estoy de acuerdo. Y precisamente de ahí viene esta coyuntura de situaciones de abuso de poder y violencia indiscriminada. La impunidad y la permisibilidad es la que ha llevado a este trance. Y de quiénes depende pararlo son justamente los que, como mínimo, miran para otro lado. Saben que si pierden, el estado se hace trizas. Pero no son conscientes de que la violencia genera odio y acelerará esa destrucción.

Dicen que la historia es cíclica y que estamos condenados a repetirla. Por el bien de nuestros hijos, esperemos que seamos capaces rectificar y no apostar por insistir en la violencia acompañada de “estados de alarma” “o de sitio” que finiquiten aún más los derechos que ya no se cumplen. Porque esta coyuntura se empieza a parecer bastante los años 30 cuando a las reivindicaciones de los mineros en Asturias se les respondió con la fuerza bruta de Paca la Culona que, a la postre, le sirvió para posicionarse en el Golpe de Estado del 36.

Reírse de los golpes que los manifestantes reciben en Cataluña no sólo es ruin, sino un acto cobarde propio de estúpidos. Y en el resto del estado hay mucha gente riéndose de las cargas, de los gases lacrimógenos, de las pérdidas de ojos y de los golpes de porra. Quizá toda este gente se crea a salvo. Quizá, sumergidos en el aborregamiento general fruto de esta Televisión que en lugar de informar actúa como un pirómano con una lata de gasolina en el rescoldo de un fuego, se creen que se lo merecen. Y están muy equivocados.

Los que no creemos en naciones ni fronteras, porque el nacimiento es un accidente y no da ninguna “cualidad” especial, no condenamos la cerrazón del régimen porque estemos de acuerdo con la independencia de Catalunya (o de cualquier otro territorio), sino por una razón mucho más poderosa que se llama calidad democrática. Todo este proceso que ha llevado a la condena de los políticos catalanes a penas más largas y humillantes que las de los violadores de Pamplona, tiene un tufo fascista que tira para atrás. Hasta el punto de que la ONU ha denunciado la arbitrariedad de las detenciones y que en la sentencia se asegura que la desobediencia justifica la acusación de sedición. Es decir que cualquiera que convoque una manifestación o a una huelga puede ser, con esta jurisprudencia, condenado por sedición.

Estamos en una situación límite en la que poco a poco se han ido cercenando derechos. Y parece que a esa gente que lleva el ardor nacionalista en el corazón, ha sustituido la inteligencia por la acidez de su vehemencia. Nos han limitado el derecho de huelga hasta hacerlo desaparecer. Nos han limitado la protesta hasta llegar a ser peligrosa para nuestra cartera, nuestra integridad física y nuestra libertad. Nos han limitado los servicios públicos sanitarios hasta el punto de convertir a la sanidad pública en un embudo en el que tienes muchas posibilidades de morir esperando que te toque el turno para poderte hacer pruebas que diagnostiquen tu enfermedad. Eso o te aconsejan, que si puedes pagarlo, te vayas a la privada para acortar los plazos. Nos han dejado sin educación pública, sin becas para los más desfavorecidos y sin futuro para las clases menos pudientes. Cualquiera puede ser acusado injustamente debido a una ley (la llamada Ley Mordaza) en la que tu palabra no vale nada y el principio de inocencia queda supeditado a lo que diga un atestado policial y fuera de la protección que da el derecho al “habeas corpus”. La justicia se ha convertido en un problema debido a su nepotismo endémico y sus resoluciones difíciles de digerir como que los chavales de Altsasua estén en prisión por una pelea de bar y el nieto de Franco en su casa a pesar de que, según informaba El Pais, había atropellado a dos guardias civiles, se había dado a la fuga y su acompañante había encañonado a dos agentes. O que Hacienda pueda embargarte el salario mínimo que no hayas usado, mientras hemos tenido que ver como futbolistas famosos llegaban a un acuerdo con hacienda para evitar ir a la cárcel y además, según el Sindicato de Técnicos de Hacienda, se le rebajaba sustancialmente las cantidades defraudadas para que incidiera en peticiones menores de penas.

Mientras la estupidez y la majadería se ríen de los palos en Cataluña y los incendiarios de la prensa que insisten en repetir una y otra vez, hechos aislados para convertirlos en generales, mientras la indecencia hecha política compara Barcelona con Alepo (En Siria se han producido más de 370.000 muertes, 21.000 de ellas menores), en Francia en 2005 se calcinaron más de 10.000 coches y se incendiaron edificios públicos en más de 300 municipios la primera noche de los disturbios sin que la prensa francesa, ni los políticos de la oposición, pidieran el estado de sitio, o la intervención del ejército. Aquí, los palmeros de régimen, esos que mientras usted, querido lector malvive con su salario de miseria y su trabajo a tiempo parcial, se embolsan salarios de decenas de miles de euros en dinero público, están venga a remover la mierda, a echar leña al fuego con el único fin de que usted y un servidor sigamos malviviendo y ellos viajando en clase Business con un billete y una tablet, que pagamos todos.

La violencia solo genera más violencia. Y parece que hay gentuza que vive estupendamente fomentando el odio y dejando que los fascistas campen a sus anchas. La impunidad genera despotismo y abuso de la fuerza.

Como decía Martin Niemöller, “cuando vinieron a por los judíos,…” Luego vendrá el tiempo de lamentaciones.

 

Salud, feminismo, diálogo, república y más escuelas.

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