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Teresa Ribera y Repsol resucitan a García Lorca

La polémica entre Ribera e Imaz resucita el poema musicado de Federico García Lorca “verde que te quiero verde”

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análisis

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Esta semana la vicepresidenta Teresa Ribera ha arremetido con una dureza inusitada contra la petrolera Repsol. Para ser más exactos, contra la última intervención de su CEO, Josu Jon Imaz, en Davos. Allí, un día después del “robado” fotográfico del presidente del Gobierno a los “capos” del IBEX, Imaz elaboró un discurso “decepcionante”, según la ministra de Transición Ecológica, entrevistada en el programa Al rojo vivo, de La Sexta.

Los más finos analistas recuerdan que la vicepresidenta segunda se postula como opción española a la Comisaría Europea de Medio Ambiente y tal vez por eso habló en un verde intenso contra el discurso del jefe de Repsol, tildado de “negacionista” y “retardista”;  una adjetivación a la que también se han sumado colectivos ambientales y sociales.

Repsol, con un proceso de modernización y marketing plausibles en los últimos años, es una empresa petrolera que tiene su principal negocio y rentabilidad basados en los combustibles fósiles, una actividad cada vez más proscrita por sus efectos en el cambio climático. “La humanidad ha abierto las puertas del infierno”, clamaba el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, cada día más beligerante contra las actividades contaminantes.

Esta semana se han cumplido precisamente nueve años del comunicado de una compañía que hizo explotar de alegría a Canarias, cuando se anunció que se retiraban del mar insular para dejar de buscar petróleo. Se despejó el horizonte de las prospecciones petrolíferas en las islas. Aquel movimiento social y ecologista de rechazo consiguió una de las mayores manifestaciones que se recuerdan en el archipiélago.

La dura contestación de la ministra ciertamente duele en el ámbito de una empresa que  trata de avanzar en la reducción de emisiones claramente contaminantes, aunque sin perder de vista su bussines.  Sin embargo, Ribera se refuerza en una línea de coherencia con los mandatos de los organismo internacionales y de las cumbres del clima, que desde Paris se han tomado muy serio una transición verde, que no puede estar sometida al chantaje de los lobbies de ninguna naturaleza,  de ningún país o ni de ninguna empresa sea ésta de primer tamaño (Shell, Saudi Aramco,  Petrochina, Sinopec, Total, Chevron, Bp, ExxonMobil.. ) o la, en este contexto, minúscula  Repsol.  

Lorca o Don Quijote y la coherencia de Ribera

Estos días y coincidiendo con las palabras del Ministra, esta compañía ha emprendido una campaña sobre biocombustibles menos contaminantes. Es una buena opción publicitaria que sus detractores la comparan con el bálsamo de Fierabrás de Don Quijote, ungüento que según la leyenda sirvió para embalsamar a Jesucristo y que la literatura épica francesa utilizaba ya en 1170 por su poder extraordinario de sanar las heridas. Los más críticos la consideran mero greewashing: “venden gasolina como si fueran golosinas”.

De los biocombustibles cada vez cada vez se conocen más detalles. A primera vista estos compuestos químicos sí reducen emisiones, aunque para considerarse renovables, todos los biocombustibles deben cumplir unos criterios de sostenibilidad de la Directiva de Renovables.

De no cumplirlos, los biocombustibles podrían emitir más que el combustible que reemplazan. El objetivo de los criterios de sostenibilidad es garantizar una reducción de emisiones mínima (entre 50-65%) y asegurar que la procedencia de la materia prima es la adecuada.

En fin, la polémica entre Ribera e Imaz resucita el poema musicado de Federico García Lorca “verde que te quiero verde”. El poema es reiteradamente contundente, sin  gama de grises como se se pretende mostrar entre el verde renovable y el negro fósil. Con la sonora llamada de atención de Ribera, la vicepresidenta aconseja a su buen amigo Imaz cambiar de gama, al menos en su dialéctica pública.

Quienes están en esta posición más alineados con una transición “lorquiana”, de verde decidido y sin frenos -alejada de los postulados de la ultraderecha- defienden que los biocombustibles  tienen un potencial limitado y un coste  elevado y no son neutros en emisiones, principalmente por el uso de tierras para cultivo que requieren – algunos incluso pueden conllevar unas emisiones hasta 3 veces mayores que el combustible fósil al que reemplazan. Por ello deben ir acompañados de medidas de absorción para alcanzar la neutralidad en carbono a 2050.

En un mundo tan complejo y contradictorio, de intereses cruzados, hay que tratar de acceder a una información cierta y veraz.  Es casi un mandato ético para decidir un consumo responsable pues no hay un Planeta B. Se dan la mano, por tanto, dos hechos ciertos: se puede acabar con los fósiles de la noche a la mañana, pero no es menos cierto que el vehículo más vendido en Europa en 2023 fue un électrico: Tesla Model Y.  Un dato esperanzador.

El horizonte está claro (solo los negacionistas se ponen en contra o de perfil). La cuestión a evaluar es la velocidad a la que se produce la descarbonización. Para eso, además de las declaraciones públicas está el BOE. Predicar y dar trigo.  

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2 COMENTARIOS

  1. Cuando después de leer el artículo, terminas con el mensaje esperanzador de que el vehículo más vendido es un Tesla, estás refrendando los argumentos de la empresa. Actualmente la electricidad que consume ese Tesla no es ni mucho menos renovable (centrales de ciclo combinado, etc). Dicha electricidad se ha multiplicado en coste y el precio de los vehículos es muy superior. Como dice Repsol, una transición para ricos por no entender que entre el blanco y el negro … hay grises. Pero el PSOE quiere seguir sangrándote a impuestos y que tú pagues el blanco, sin analizar que … porque ellos dicen verde … de verde nada.

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