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Todos somos el cambio (o lo seremos)

José Miguel Ruiz Valls
José Miguel Ruiz Valls
Licenciado en derecho por la UNED. Cambió el oficio de abogado por el de escritor tras más de 20 años de práctica forense. Autor de los libros de ensayo "Todo Tiene Una Razón" y "Todo Al Revés”.
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análisis

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Hoy, día seis, me ha parado un caballero benemérito en una salida de autovía. Me dice -Lo veo un poco asustado-. Hombre -¿Para qué están ustedes sino para asustar a la gente?- Ahí no ha sabido reaccionar, mejor dicho, ha reaccionado ruborizándose. -Puedo multarle- Ha balbuceado, cuando se ha recuperado un poco. -Lo dudo, no tengo nómina ni cuenta en el banco que puedan embargar-.

Para nosotros, los arruinados, es muy fácil desafiarlos. ¿Cuántos miles de españoles duermen al raso? ¿Cuántos cientos de miles no pueden comer adecuadamente? ¿Crees que alguno de ellos teme que lo metan en la cárcel? ¡Allí no falta la comida!

Muchos años hemos aguantado que la mafia política nos desvalijara, por no llegar a esto. Años y años reculando, cada vez que ellos apretaban, hasta darnos cuenta de que no se puede recular más. Detrás nuestro está el precipicio y delante ellos, que siguen apretando. Un paso atrás significa arrojarse al vacío. Un paso adelante significa encontronazo. ¿Qué hacer?

-¿No debería defendernos el ejército?- Apunta alguien que aún no se ha percatado de que no tenemos ejército. El que teníamos, lo vendimos a la OTAN. Hoy, los soldados no están para defendernos de los políticos corruptos sino para defenderlos, a ellos, de nosotros. ¿Quieres una prueba? Observa lo que están haciendo los caballeros beneméritos con los agricultores y ganaderos que se están manifestando. ¡Ellos son militares, son el ejército!

Pero no nos pongamos a buscar culpables, no vale la pena: El PSOE nos metió en la OTAN y el PP eliminó el ejército popular y lo sustituyó por un ejército profesional, de mercenarios. Son la misma cosa: Una simple restauración de aquel fraude que, en tiempos de Sagasta, llamaron «turnismo» (Olvidamos nuestra historia y estamos obligados a repetirla. Eso es todo).

De regreso de mi aventura, veo como cinco uniformados golpean a un señor mayor; a un agricultor que lo único que hace es manifestarse en defensa de su alimento, de su vida; y no puedo evitar que se me revuelvan las tripas. Quisimos crear una democracia y creamos un monstruo que lo único que nos permite es cavar nuestra tumba y pagar el sueldo del verdugo. Ellos tienen las armas, los mercenarios; nosotros no, pero tenemos algo mucho más poderoso. Tenemos la ruina, y cuando uno está arruinado le resulta muy fácil vencerlos. Sus multas no nos dan miedo y sus cárceles tampoco.

Es cierto que tengo fe en que vamos a ganar pero es porque, en realidad, ya lo hemos hecho; porque al enfrentarnos a ellos demostramos tener dignidad y al enfrentarse ellos a nosotros están demostrando no tenerla. ¡Cinco uniformados para reducir a un señor mayor! -Así ya podréis- Espetaban los presentes. ¿Acaso puede un ser humano vivir sin dignidad? ¡Malamente! Sentirse digno, valeroso, da mucha energía, mucha vitalidad, mucha vida. Sentirse digno es sentirse todopoderoso. ¿Cómo van a poder con nosotros quienes sienten lo contrario?

Seguro que, a estas horas, los cinco uniformados que han golpeado al señor mayor, han acabado su «jornada laboral» y se han ido «pa casa» vestidos con «ropa de calle». ¿Podrán mirar, a los ojos, a sus hijos? ¿Qué futuro tendrían sus hijos si ellos vencieran? Si vencen los tiranos a los que ellos defienden, sus hijos vivirán tiranizados. ¿Qué padre puede tragar eso?

Mañana, alguno de esos uniformados cogerá la baja y alguno puede que incluso se despeñe. No lo digo yo, lo dicen sus propias estadísticas. ¿Poner en riesgo la salud mental por un mísero sueldo? ¿En serio les sale a cuenta? Pero también puede que alguno de esos uniformados se lo piense, y decida recuperar su dignidad, si no por su bien, por el de sus hijos, y cambie de bando. ¿No hicieron algo así, en Portugal, con la Revolución de los Claveles? Eso nos ahorraría mucho sufrimiento a todos. Ellos pueden optar, pueden rendirse o pueden hacer que siga aumentando el número de arruinados, de invencibles. Nosotros no; para nosotros, un paso atrás significa arrojarse al precipicio, y eso no es una opción.

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