domingo, 28abril, 2024
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Pesimista

Francisco Silvera
Francisco Silverahttp://www.quenosenada.blogspot.com.es
Escritor y profesor, licenciado en Filosofía por la Universidad de Sevilla y Doctor por la Universidad de Valladolid. He sido gestor cultural, lógicamente frustrado, y soy profesor funcionario de Enseñanza Secundaria, de Filosofía, hasta donde lo permitan los gobiernos actuales.
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análisis

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Estoy un poco hastiado de análisis finos, porque ahora que todos somos estadistas: cada suceso requiere una exégesis. Yo lo veo todo más bruto, lamento decirlo, pero donde otros ven Historia yo sólo ganapanismo, uterofilia, rellenabandulleo y pollatracción.

Quizá porque para mí ya he deconstruido con pérfida Razón la Historia, novela enorme y realista en la que se narra el exterminio de la mayoría por una parte de los humanos asquerosa y vilmente egoísta, todo disfrazado de pompa, boato y circunstancia. La vida es lo que vivimos en la niñez, ese apabullamiento de un mundo que nos sobrepasa y no entendemos; esto que llamamos madurez es una estafa de la que sólo nos recuperamos con el hiperrealismo de la vejez en las dentaduras, esfínteres y demás piernas del cuerpo, no nos queda otra, y nada después….

La Educación debería consistir en formarnos para disfrutar y, sobre todo, para dañar lo menos posible: vida en común. Todo esto que nos rodea es un engañabobos destinado a acrecentar la bolsa de alguien, y no somos culpables porque es lo que tenemos, en ello vivimos: o sales o te quedas, y el heroísmo es algo muy singular. Pero esto no significa justificar, la consciencia de la estupidez humana, de lo que somos, es necesaria para vivir dignamente.

Dignidad y solemnidad no son lo mismo. Ésta es la estrategia para negar a aquélla. Los motivos del lumpen o de la jet choni o de la nobleza o la intelectualidad sutil son los mismos, y pasan por el barrio variopinto de las hormonas y poco más.

Perdonen este pesimista filosofeo, sólo quería asomarles al balcón de una realidad cruenta sumamente frágil; yo considero que la labor de un político puede ser de irrelevancia institucional, entendida incluso como exitosa gestión, o puede convertirse en un peligroso “detonante histórico” cuando se atribuye la representación exclusiva de un grupo social por oposición a los demás, llámese pueblo, nación, proletariado o comunidad… o sea, cuando el político es un “populista” en vez de un “ideólogo” llega un momento en el que sus decisiones no están capitaneadas por proyecto alguno más que la “verdad”, llámese pueblo, nación, proletariado o comunidad…

Nuestros representantes políticos actuales, lejos de defender ideas andan bordeando estos límites peligrosos de la verdad, no están ahí para solucionar o prever sino para retroalimentarse con las razones de determinados grupos que a su vez necesitan caudillos que hilvanen sus frustraciones, intereses o casuísticas diarias, la propaganda es su herramienta y la aclamación su alimento. Últimamente a uno de ellos le ha dado un ataque de encapsulamiento que lo está dejando solo vitoreado por vociferantes, no sé si da más pena o miedo: pónganle nombre.

Ésta es una dinámica de nuestro momento, pensemos que la aparición de partidos de reacción es un síntoma; lo que trato de decir es que cabe exigir, precisamente porque las circunstancias son las que son, altura en la mirada y cálculo de peligrosidad a nuestra clase política. Primero evitando que los reaccionarios entren en el juego democrático más allá de la representatividad que les otorga el voto, jamás dejando que su sectarismo influya en la convivencia constitucional… esto no está ocurriendo, lo estamos viendo en Andalucía o en Madrid, y el camino parece expedito para que esta senda destructiva se consolide. Segundo, moderando el discurso y devolviéndolo al debate ideológico, pedagógico, estructural; aunque se convierta en algo exigente para una audiencia sedienta de carroña mediática, poco a poco hemos de regresar al esfuerzo, a la formación, a la cultura política, al análisis y abandonar esta morralla demagógica en la que nadamos…

Basura y demagogia utilizada con plena consciencia por los intereses económicos, amparados por una “intelligentsia” variada que, no lo olvidemos, disfrazada, disfrazados de solemnidades varias (académica, de clase…) sólo trabajan por llenar el buche sin compromiso humanístico alguno. Es lo que tiene convertir la Cultura en entretenimiento y ser parte de este juego, desaparece el pensamiento crítico camuflado como poesía de la vida. A algunos les va muy bien, siempre dando vueltas en las cumbres, en la Corte…

Ya lo he dicho, una cosa es que se gane dinero con tu actividad, una cosa es el mérito y otra pensar la escritura como simplemente un oficio que se aprende para poder ganar dinero; la mercantilización de las ideas sólo puede confluir en un objetivo, ese poder sucio con el que compramos la molicie que hunde sus raíces en la esclavitud de todo tipo y la destrucción del medio ambiente. ¿Dónde está nuestra intelectualidad? A lo mejor de putas, estamos de vacaciones.

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