La polémica está servida, y se la ha puesto botando a la ultraderecha el delegado del Gobierno en Andalucía, Lucrecio Fernández, que este martes defendió que “lo mejor que podría pasarle a la democracia española es que la actividad de Vox desapareciera”. La reacción no se ha hecho esperar. El portavoz parlamentario de Vox en Andalucía, Alejandro Hernández, ha exigido la dimisión de Fernández por su “profundo sentimiento antidemocrático” al desear la desaparición de un partido que en las últimas elecciones generales de diciembre obtuvo más de 3,6 millones de votos.
El delegado del Gobierno en Andalucía asegura que la formación ultraderechista “es una fuerza política que desde que apareció en el escenario ha sido enormemente tóxica para la democracia española”, y añade que “con mentiras se ha dedicado a hacer saltar por los aires consensos de convivencia largamente asentados y que ha costado mucho construir en la democracia española tras la promulgación de la Constitución española”.
El portavoz parlamentario de Vox en Andalucía, que ha anunciado que estudiará “las consecuencias” de las palabras del representante en Andalucía del ejecutivo de Pedro Sánchez, ha asegurado que “es inaceptable una actuación así por parte de un delegado del Gobierno” y cree que “no quieren fuerzas independientes como Vox, no quieren fuerzas que no asuman dócilmente el consenso progre”.
El delegado del Gobierno realizó estas declaraciones después de conocer que la Fiscalía investiga a la presidenta de Vox Madrid, Rocío Monasterio, por un presunto delito de odio tras sus declaraciones públicas en un acto electoral en Sevilla contra los centros de menores no acompañados. “Romper la convivencia, alentar el odio, la xenofobia, el machismo, desde luego no puede ser bien recibidos”, subraya Fernández.
