No cabe un alfiler en las gradas. Impresionante. Parece que se va a celebrar la final de un Open y no un partido de la primera ronda.
Pero en la pista está La Raqueta De Moda el hombre más popular en el mundo del tenis en este momento: nuestra estrella predilecta, el gran Carlitos, el pequeño Alcaraz, don Carlos. El Muro del Palmar.
Y enfrente no tiene a cualquiera. En frente tiene a un rival excelente, con la misma edad que Rafael Nadal y Novak Djokovic. Un jugador con 17 títulos en su haber. Y que está dispuesto a dejarse la piel, a demostrar que él es capaz -todavía- de vencer a cualquiera.
El primer set es alucinante, aunque es cierto que Alcaraz deja pasar algunas oportunidades de romperle el servicio a su rival. Pero aún así… Hay que llegar al tie break para averiguar quién va a llevarse el gato al agua, el set al agua.
Y se lo lleva Alcaraz, por los pelos.
A partir de ahí el Muro hace honor a su apodo y Richard Gasquet no es capaz de saltárselo. Si hubiese sido boxeo habría tenido que contarle más de una protección el árbitro en los dos siguientes asaltos.
Humedad brutal, insectos del tamaño de un puño. Hace un par de días el malagueño Davidovich tuvo que parar a causa de un golpe de calor. Durísimo. Interesantísimo. Alcaraz nunca ha conseguido nada de relieve en el Open de Australia. Pero se le ve con ganas.
Jugar contra Gasquet , impresionante en el último juego del partido apurando la que probablemente será la última vez en la que se enfrentaba a Alcaraz, ha sido un entrenamiento privilegiado.
Es una maravilla ver partidos de tenis de cinco sets. Solo para hombres. Para hombres, tan frágiles como cualquier ser humano, pero que son capaces de llevarse a sí mismos al límite por el placer de la batalla, de jugar en serio, como los niños eternos que serán siempre. Aplaudamos.
Tigre Tigre
