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Algo se ha de hacer

"¿Le aburre la historia?" "No", dijo K., "me entretiene". A lo que el alcalde dijo: "No se la cuento para que se entretenga". "Solo me entretiene", dijo K., "porque puedo ver la ridícula confusión que, llegado el caso, puede decidir la vida de un hombre". "Todavía no ha visto nada"» (Fran Kafka El castillo, cap. V).

Joan Martí
Joan Martí
Licenciado en filosofía por la Universidad de Barcelona.
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análisis

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Algo se ha de hacer para salir de este embrollo, y el hacer no admite dudas pertinaces. Pues, o bien no se hace nada y se queda uno en el puro balanceo titubeante, o, si se hace, es forzoso que se tomen algunas cosas por seguras, aunque sólo sea durante la acción. Y algunos nos ocurre que sentimos la debilidad de pensar en plena acción, aunque sólo sea un instante, ya no sabemos con certeza si lo que estamos haciendo tiene algún sentido y nos vemos a nosotros mismos como extraños y hasta ridículos, porque las certezas en que la acción se apoyaba se desvanecen.

Con lo cual, o debido a ello, es muy difícil acertar y concienzudamente abrazamos lo que Krishna dice a Arjuma:»Lucha como si la lucha sirviera de algo; trabaja como si el trabajo sirviera de algo.»

Así pues, toda resistencia, y toda resistencia a la actualidad, entrañan una esperanza. En ambos casos se es resistente y se espera que la resistencia no sea en vano.

Tal vez la derrota sea definitiva o lo parezca; sin embargo, el hecho de mantener encendida la llama tiene sentido. El resistente sabe que, pase lo que pase, su acción no es absurda ni estéril; confía en su fecundidad a pesar de que ignora cuándo y cómo germinará.

Porque se vive en el descuido, que es otra forma de olvido. Y ese descuido especialmente interesante que es la despreocupación. Preocuparse, como queda indicado en la palabra, es “ocuparse previamente” que no es presente, sino futuro.

Pero aquí está el consejo que nos da Hesíodo en “Los trabajos y los días”: “No lo dejes para mañana o para pasado mañana; los graneros no los llenan aquellos que posponen y pierden el tiempo sin saber adónde van. El trabajo prospera poniendo cuidado; el que pospone se enfrenta a la ruina”.

Sin duda Weber creía que la antigua exhortación de Hesíodo al campesino “No pospongas” se invertiría en el capitalismo para volverse “Debes posponer”. Lo que se debe posponer es el deseo de gratificación y realización; tenemos que moldear la biografía de modo que al final logremos algo; entonces, y sólo entonces, en ese tiempo futuro, estaremos realizados. En el presente hay que seguir actuando como el campesino de Virgilio, combatiendo la pereza y las fuerzas del caos interior mediante un rígido y tenaz prorrateo del tiempo. Para ser francos, Weber creía que esta ética del trabajo era un fraude. La postergación es infinita, el sacrificio no conoce tregua; la recompensa prometida no llega nunca.

Obedecer para Sócrates es resistir. La mejor manera de obedecer el mandato del 1 de octubre del 2017 es resistir.

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