Ayuso se pone la soga al cuello

En cualquier momento iba a pasar que Ayuso se atrapara a sí misma en sus mentiras de manera pública y notoria, por calentársele la lengua más de la cuenta. ¡Claro! En esta ocasión le han tocado a su pareja y eso la sacó tan de quicio que mintió con más vehemencia que de costumbre —y el desconocimiento de siempre—, al salir a dar la cara por su compañero sentimental, sin darse cuenta del jardín en el que ella solita se iba metiendo al negar que la fiscalía le hubiera abierto un expediente por fraude fiscal y afirmar, con desparpajo y sin ningún dato, que es Hacienda la que debe a su novio 600.000 euros en indemnizaciones. Mentiras que le pintaron la cara al día siguiente cuando varios medios publicaron que su pareja ya había reconocido su culpabilidad por la comisión de dos delitos de fraude fiscal, según el correo electrónico enviado por su abogado a la fiscalía.

Al verse colgada del cadalso por su vena lenguaraz incontenible y en boca de todos por no enterarse de que su pareja ya había reconocido sus delitos; Ayuso reaccionó como siempre engrandeciendo la mentira y explotando el papel de víctima compungida de un contubernio orquestado desde la Moncloa por Pedro Sánchez, quién habría movilizado a todos los poderes del Estado y medios afines, para desestabilizarla como hizo con su padre, madre y hermano: ¡ahora le toca al novio!, remató su exordio.

Verse cazada en su mentira la desestabilizo y, también, al muñidor de su desfachatez, al que mueve los hilos de su cabeza, al maquiavélico Miguel Ángel Rodríguez, el siempre avieso e intrigante MAR, quién, como muestra del desequilibrio generado en el tándem —hasta ahora bien engrasado—, ha tenido que enseñar la patita y salir al paso en su defensa con sus artes de mafioso de discoteca, amenazando a una redactora del medio que puso al descubierto la trama con un mensaje, el día 12 de marzo, que rezuma chulería soberbia y matonil impropia para un cargo público: “Os vamos a triturar. Vais a tener que cerrar. Idiotas. Que os den”. Texto que expresa el nivel tan bajo del personaje, su cobardía al dirigirse a una redactora y no al director del medio, y realza lo más preocupante: ¡en manos de quién estamos! Hechos que deberían hacer reflexionar a quienes facilitan que personajes de esta calaña puedan escalar tan alto.

Ayuso no vive sus mejores momentos, no solo por este asunto que desvela su nivel mental; sino por el mucho más grave que la persigue y perseguirá hasta el fin de sus días: las muertes en las residencias públicas durante la pandemia del COVID. Visto que la justicia —siempre independiente— viene tapando esta desvergüenza inhumana o sigue mirando para otra parte, han tenido que ser los ciudadanos afectados los que han creado <<La comisión de la verdad, sobre las residencias de Madrid>>, que ella se niega con contumacia a crear en la Asamblea madrileña

Comisión conformada por afectados y expertos profesionales de la sanidad pública y del derecho, presidida por el jurista y magistrado emérito del Tribunal Supremo, José Luis Martín Pallín, cuyas conclusiones apuntan que más de 4.000 personas pudieron haber salvado su vida, que no habrían muerto igual, como de manera cruel y atroz afirmó Ayuso en la Asamblea, por culpa de la decisión de su Gobierno regional de frenar las derivaciones hospitalarias y no medicalizar los centros de mayores.

Ojalá que este deambularpor la vida pública mintiendo a diestro, siniestro y sin tiento para ocultar los desmanes que se cometen en la gestión de lo público, y el impacto que tiene en las vidas de las personas, se aproxime a su fin desde estos dos ejemplos lacerantes, demostrativos del efecto que produce dar las riendas del poder a personajes, cuyo único objetivo es tapar sus vergüenzas y enriquecer más a los que ya tienen más.