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Bajo el yugo de lo Subliminal

Jesús Ausín
Jesús Ausín
Pasé tarde por la universidad. De niño, soñaba con ser escritor o periodista. Ahora, tal y como está la profesión periodística prefiero ser un cuentista y un alma libre. En mi juventud jugué a ser comunista en un partido encorsetado que me hizo huir demasiado pronto. Militante comprometido durante veinticinco años en CC.OO, acabé aborreciendo el servilismo, la incoherencia y los caprichos de los fondos de formación. Siempre he sido un militante de lo social, sin formación. Tengo el defecto de no casarme con nadie y de decir las cosas tal y como las siento. Y como nunca he tenido la tentación de creerme infalible, nunca doy información. Sólo opinión. Si me equivoco rectifico. Soy un autodidacta de la vida y un eterno aprendiz de casi todo.
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Evilasio y Gauguerico (Gau, como le conocía todo el mundo) acababan de cruzar el umbral de una puerta blindada sita en un largo pasillo de un espacio inmaculado, luminoso y cristalino, impensable cuando accedían, maleta en mano, a través de calles estrechas, retorcidas y bastante sucias con fachadas ajadas y desconchadas en un barrio antiguo en pleno centro de Madrid. El apartamento de dos dormitorios, cocina estrecha, un salón pequeño y un baño minúsculo, era también muy luminoso y aunque sin lujos, estaba limpio y desprendía un halo especial que te hacía sentir que estabas en casa. Suelo de un terrazo brillante, paredes blancas, impolutas y sin gotelé (poco habitual en la época). La cocina disponía de una nimia mesa de fornica, con dos banquetas incrustadas en sus bajos, una nevera sin congelador, y una encimera eléctrica de cuatro fuegos. Toda una modernidad para la época. Aledaña, una pequeña terraza en la que habían colocado la lavadora. En el salón rebosaban un sofá de tres plazas, un sillón orejero y un mueble del que sobresalía una vieja enciclopedia, que aún conservaba los plásticos de la imprenta. En una esquina, una vieja mesa de televisión y un también viejo aparato en blanco y negro. En cada uno de los dos dormitorios, una cama de noventa, una estantería, un armario de un cuerpo y una mesa de estudio con un foco y una silla arrimada a la mesa. Parecían las habitaciones de dos gemelos.

En el baño minúsculo, sobre la ducha, en lo alto y pegado al techo, un termo de 25 litros daba agua caliente tanto al baño como a la cocina. Una cortina de baño, un armario de una puerta sobre el lavabo y una taza de retrete llenaban la estancia.

Evilasio y Gau, se habían conocido en la Escuela Normal de Magisterio de Burgos. Los dos habían aprobado la oposición para maestro nacional a la vez y casualmente, los dos iban a dar clase en el mismo colegio de Madrid. El apartamento, un lujo para cualquier estudiante o joven trabajador, pertenecía a un buen amigo del padre de Evilasio que se dedicaba al negocio inmobiliario. Por ser quién era, le había cedido uno de los mejores que tenía, normalmente, alquilado a gente pudiente. El alquiler, tampoco era caro. Veinte mil pesetas al mes más gastos de luz, agua y comunidad. El precio normal por el que se alquilaba ese espacio, rondaba las cuarenta mil pesetas, aunque incluía todos los gastos.

Evilasio era un muchacho bien proporcionado. Alto, espigado y de pelo corto. Rubio, con ojos verdes y siempre vestido de punta en blanco. Zapato de charol y camisas blancas de algodón y de buena marca. Era de esos jóvenes que hacen que las chicas se le peguen como moscas. Gau, sin embargo, era un tipo enjuto, de aspecto descuidado, de pelo largo (algo más de media melena), vestido siempre con vaqueros negros y camisetas de distintos grupos de Rock and Roll. A Evilasio le interesaba la política, sobre todo, la del partido de Suarez que acababa de tener un buen resultado electoral tras la disolución de la UCD. Comentaba medio en broma, medio en serio, que era buen momento para afiliarse y dar el pelotazo. A Gau, sin embargo, le gustaban otras cosas. Tenía un Spectrum ZX que conectaba a un cassette portátil y al televisor del apartamento y con el que realizaba gráficos y juegos simples. Pasaba las horas muertas con el cacharro. Salir de fiesta no era lo suyo, aunque muchos sábados por la noche acompañaba a Evilasio a la zona de Huertas, dónde deambulaban de pub en pub, Evilasio intentando buscar con quién ir a dormir y Gau aburriéndose como una ostra.

La convivencia de ambos fue deteriorándose poco a poco. Evilasio no era de los que recogiera la mesa. Ni de los que limpiara el polvo o pasara una bayeta con lejía al baño. No estaba acostumbrado. Fregar los cacharros tampoco era su fuerte. Sus delicadas manos no estaban hechas para el jabón de fregar y Gau tenía que insistirle toda la tarde, hasta la hora de la cena, para que fregara el menaje cuando le tocaba. Tampoco era mucho de ducha. Se lavaba el pelo casi todos los días, pero la ducha parecía darle alergia. Era más de lavarse los sobacos con un paño que luego dejaba tirado en el baño y completar la higiene con un buen chorro de Channel.

Para el mes de abril, justo después de la Semana Santa, ya no pudieron más y Evilasio, aprovechó que llevaba un par de meses saliendo con uno de sus ligues de forma más o menos habitual, para irse a vivir con él. Dos semanas antes, se había afiliado al CDS y pasaba muchas tardes en la sede del partido, haciendo contactos.

Cuando la empresa de limpieza acudió un 12 de julio a limpiar la vivienda, la habitación de Gau estaba impoluta. De la de Evilasio, sacaron tres bolsas de basura. Una de ellas llena de pelusas. Las otras dos, de latas de coca-cola, bolsas de patatas y envoltorios varios que anidaban debajo de la cama. El comentario del dueño del apartamento sobre Gau, no dejaba en buen lugar a su madre.

*****

Bajo el yugo de lo Subliminal

¿Quién es la comunidad internacional? Es Washington y cualquiera que coincida con el gobierno de USA. Noam Chomsky, Filósofo

Hemos dejado que nuestras vidas giren en torno a un puñetero anuncio de televisión. No ahondamos en la esencia de las cosas y nos dejamos llevar por impresiones que, en general, están basadas en miles de imágenes de publicidad subliminal que configuran nuestros prejuicios en un modelo que únicamente resulta rentable para aquellos que viven de explotar a la sociedad.

Escuchaba el otro día el capítulo de “Ampliando el debate”, sobre las “rejas de colores” y el sistema penitenciario y social de los Estados Unidos de América. Muchos de vosotros, queridos lectores, creéis a pie juntillas que Venezuela, Cuba y ahora Rusia son el eje del mal y países con serias deficiencias de respeto de los Derechos Humanos. Sin embargo, la mayoría de nosotros pasamos por alto que el 22 % de todos los presos del planeta están en cárceles americanas (USA). Unas cárceles cuyos habitantes son mayoritariamente negros o hispanos (el 89,4 % de los presos. 61,75 % negros y 27,65 % hispanos). Unos presos que son utilizados desde para disminuir el precio de la mano de obra en el mercado laboral de la restauración porque los reclusos trabajan en régimen de semiesclavitud haciendo que los trabajadores libres, si quieren trabajar, tengan que someterse a las mismas condiciones, hasta para hacer experimentos sanitarios de dudosa ética.

Mientras muchos de vosotros creéis que USA es el paraíso de la libertad y de una vida mejor, millones de personas malviven en las calles de USA como zombis por el consumo excesivo de oxycodona, un fármaco opioide utilizado para calmar el dolor, que médicos comisionistas de las farmacéuticas, recetan sin control y que enganchan como la heroína. Y toda esa milonga del sueño americano es consecuencia de una imagen, de un engaño subliminal que ha convertido al país con más desigualdad, con más pobres y con más violación de los derechos humanos (en Guantánamo hay presos que llevan más de 20 años sin juicio y en condiciones infrahumanas), al país autor intelectual y material de más golpes de estado, dictaduras y guerras en el mundo, en el adalid de la libertad y de la democracia. La mayor parte de ese 90 % de reclusos, hispanos y negros, no pueden ejercer el derecho al voto.

Pero no quería yo hablar de la maldad de los Estados Unidos de América, sino de cómo nos hemos convertido en marionetas que tragamos con las cosas a golpe de corazón en lugar de haberlas pasado por el filtro del pensamiento sesudo y a la reflexión necesaria.  Estos días, a cuenta de la extinción del impuesto de sucesiones que el presidente de la Junta de Andalucía ha decretado en esa comunidad, igualando a la de Madrid, vemos como desde el más pobre incauto que no tiene ni para ir al supermercado a comprar ¼ de kilo de pescado envuelto en 100 gramos de hielo (que lo paga como si fuera bicho), pero que se pasa el día viendo las memeces de los seres mono-celulares de alta alcurnia en la televisión o se come sin pestañear los debates de cuñados sabelotodo en tertulias de tasca de mala muerte convertidas en platós televisivos, hasta personajes infames de ese partido que se dice socialista y que es el peor cáncer que ha tenido España desde su refundación en el 74, como Miguel Sebastián, aplauden la medida porque creen que es buena. En el caso de los incautos porque somatizan con los mono-celulares de alta alcurnia, y en el caso de los sociolistos, porque como buenos practicantes y ejecutores del hijoputismo, están defendiendo lo suyo antes que lo de todos.

Bajar impuestos, nunca debería estar en nuestro sentimiento como algo bueno. Los impuestos, a pesar de lo que diga esa corriente que intenta demostrar que el presupuesto del estado nada tiene que ver con ellos, son la base del estado social. Una sanidad pública de calidad, una educación pública universal, carreteras, hospitales, pantanos, infraestructuras y hasta las redes eléctricas y/o de telefonía, así como las vías por las que circula el tren ahora privatizado, han sido construidas con la recaudación de impuestos. Cuando el peso impositivo recae de lleno en los impuestos indirectos, como está pasando en España dónde el IVA es la base fundamental de esa recaudación, o como pasó en Reino Unido desde que la alcohólica y desequilibrada Dama de Hierro (oxidado) llegó al poder, los servicios públicos se deterioran de tal forma que acaban desapareciendo. R.U. llegó a tener la mayor y mejor red ferroviaria del mundo. La falta de inversión pública llegó a costar vidas humanas por su desmantelamiento y dejadez. En España, la falta de financiación hacia la sanidad y la educación y lo que es peor, el desvío de esos fondos PUBLICOS hacia las formas privadas de ejercer esas actividades, han destrozado la sanidad universal provocando, como en Madrid miles de muertos por falta de atención y de espacio en los primeros meses del COVID y por falta de un diagnóstico precoz debido a las largas listas de espera. Y sin embargo, tanto en Andalucía, como en Madrid, Como en Castilla y León, se vota a favor de estas cuestiones, a favor de expoliar la sanidad, de la educación sólo para ricos y del trabajo esclavo y mal pagado, porque puede más el sentimiento de pertenencia que da un trapo rojo y amarillo y una conmoción neandertal de pertenencia a una nación que apenas tiene tres siglos de existencia pero que a base de mensajes subliminales, algunos creen que ya el CID cabalgaba aniquilando moros con el trapo rojigualda, que la razón de tener una sociedad más justa, con menos desigualdades en la que el trabajo sirva para tener un salario que te permita vivir, puedas ir al médico si te pones malo sin tener que embargar tu casa, o tus hijos puedan estudiar si quieren y valen para ello o poder salir a la calle a protestar por lo que consideras injusto sin el peligro de recibir una soberana paliza y además acabar en el juzgado por supuestas agresiones a quién te agrede y sólo es un esbirro del sistema.

De estos mensajes subliminales que amoldan nuestro sentimiento al interés de las clases dominantes, estamos sobreexpuestos a través de la caja tonta y de los medios de incomunicación, adoctrinamiento y transmisión de la fe verdadera. Pero también a través de las redes. Miles de personas de izquierdas difunden el discurso del odio y convierten la historia en una película amoldada a los intereses de los fascistas, cuando se empeñan en difundir y rebatir día a día todos los mantras fachuzos, aunque ellos crean que lo hacen para ridiculizarlos. Al enemigo ni agua, y mejor ni nombrarlo.

Leo hace unos días en la BBC News Mundo que 1.300 rusos son detenidos por protestar contra la guerra. La prensa local del Régimen del 39 2.0 también se hacía eco del hecho en grandes titulares (20 Minutos, La Vanguardia, RTVE, El País,…) ¿Es mentira? Probablemente no. Pero claro, si resulta que detener a personas por protestar contra la guerra en Rusia lo convertimos en un titular en primera página con letras enormes y sin embargo obviamos la detención en España de varios científicos por echar zumo de remolacha en las escaleras del Congreso (o lo contamos en un recuadro insignificante y en páginas interiores) o hacemos de una noticia grave como la detención de sindicalistas por ejercer sus labores sindicales una nimiedad o simplemente nos negamos a publicar que un jubilado de 68 años ha sido condenado a seis meses de cárcel por la mentira de pegarle a un policía en la huelga de astilleros de Cádiz, cuando en varios vídeos se ve claramente que el agredido es él y que sólo se defendía, lo que estamos absorbiendo es una cantidad de odio hacia la justicia social y una maléfica simpatía hacia posiciones contrarias a nuestros intereses. Todo ello va conformando una sociedad que acaba siendo abducida por los extremistas que dicen representar la democracia y que sin embargo, como observamos todos los días y hemos visto hace unos pocos en Italia a la que la nueva líder del nacional hijoputismo Ursula von der Leyen ha amenazado con medidas económicas drásticas si no votan lo que ella quiere, representan un moderno pero peligroso fascismo bajo el manto de la democracia.

Esta coyuntura basada en lo subliminal, está por todos los lados. Desde convertir el país número 47 del mundo en calidad de vida (USA), que hasta la propia ONU reconoce que está detrás en este aspecto de las maléficas Cuba o Venezuela, en el número 1 de los países de preferencia para vivir por personas de otros países, hasta que una guerra por poderes para quedarse con el oro y las riquezas de Rusia y el control de China, por parte de los americanos, en una invasión intolerable y una respuesta de la comunidad internacional (osea, Washington y sus aliados) en defensa de los Derechos Humanos, como si Israel, Qatar o Arabia Saudí, no tuvieran muchos más motivos para ser aniquilados. Veremos si en las próximas semanas, los discapacitados éticos de la unión no consideran que arruinar económicamente a los ciudadanos europeos ya no es suficiente y que también tienen que arruinarnos nuestras vidas físicamente llevándonos a las trincheras de esa nueva confrontación bélica europea.

Si ya hay empresas que están huyendo de Europa hacia USA (por el precio del gas natural y de la electricidad), como antes lo hicieron a China, ¿para qué va a quedar la vieja Europa? ¿Estamos en camino de que nuestros insufribles dirigentes acaben convirtiendo la UE en la nueva India, Bangladesh o África Central? ¿Seremos capaces de que las banderas nos den de comer? ¿Seremos capaces de seguir disfrutando del bar cuando los fascistas impongan el toque de queda? ¿Y de salvaguardar nuestros bienes, cuando decidan que son suyos como en el 39 o en la Alemania Nazi?

Como se preguntaba Noam Chomsky, ¿Queremos tener una sociedad de individuos libres, creativos e independientes, capaces de apreciar y aprender de los logros culturales del pasado y contribuir a ellos, o queremos gente que aumente el PIB?Que no es lo mismo lo demuestra ese 1,5 % que dicen que ha crecido en el segundo trimestre, el PIB España, mientras crecía la pobreza, la desigualdad y se encarecía la cesta de la compra.

Salud, feminismo, ecología, república y más escuelas públicas y laicas.

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