Bottas no está contento

En otras circunstancias, Valtteri Bottas hubiese estado feliz. Pero ayer no. El eterno segundo de Mercedes no estaba para fiestas, por mucho que en el Gran Premio de Austria se subiese al segundo cajón del podio.

Mientras los aficionados celebraban la victoria de Verstappen envueltos en humo naranja, el piloto finlandés levantaba su trofeo sin ilusión y con la misma falta de entusiasmo que los aplausos de Toto Wolff.

Si la semana pasada Hamilton se aseguraba el asiento durante otros dos años más con Mercedes, el bueno de Bottas aún no tiene claro cuál será su posición de cara a la próxima temporada. Y es que, por mucho empeño que le ponga, no llega a exprimir al cien por cien la mecánica de su monoplaza (teóricamente idéntico en prestaciones al de su compañero de equipo). Sin embargo, siempre está un paso por detrás, perdiendo décima a décima en cada vuelta, a la espera de un fallo del eterno 44 para poder arrebatarle la posición y destacar. Siempre a la sombra del heptacampeón del mundo, un gran premio tras otro erosionando la moral del finlandés.

Por si eso fuese poco, a ese desgaste hay que añadirle la progresión meteórica de Russell y su extraordinaria carrera de ayer en Austria, factores que comienzan a pesar aún más sobre el cuestionado Bottas, complicándole poco a poco su futuro dentro Mercedes y, quién sabe si también, en la Fórmula 1.

En el Gran Premio de Austria terminaba segundo porque el coche de Hamilton rodaba con problemas, pero de no haber sido así quizá hubiese terminado cuarto, porque Norris se lo hubiese puesto muy difícil de no haber arrastrado una cuestionable penalización de cinco segundos con la que decidieron sancionarle por su incidente con Checo Pérez.

Así que, si Bottas desea probar fortuna en la nueva Fórmula 1 de 2022, mucho tendrá que mejorar en lo que resta de temporada, porque si no, con toda probabilidad, el próximo año no estará entre los veinte pilotos que correrán bajo la nueva reglamentación.