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Científicos y ONG piden declarar la Amazonía en situación de emergencia climática

La Organización del Tratado de Cooperación Amazónica (OTCA) reúne a los presidentes de la región en la Cumbre de Belém para hallar soluciones a la devastación de la selva, el hogar de 50 millones de personas que viven en situación precaria

Juan Carlos Ruiz
Juan Carlos Ruiz
Periodista y Licenciado en Ciencias de la Información
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análisis

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Representantes de gobiernos de los ocho países miembros de la Organización del Tratado de Cooperación Amazónica (OTCA), sociedad civil, organismos multilaterales y líderes indígenas debaten estos días, en la ciudad brasileña de Belém, sobre el futuro de la Amazonía y la protección integral de los Pueblos Indígenas en Aislamiento y Contacto Inicial (PIACI).

Se trata de la cuarta reunión de mandatarios de la OTCA y la primera desde 2009 de este bloque creado en 1995 y formado por Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador, Guyana, Perú, Surinam y Venezuela.

El Director Ejecutivo, Carlos Lazary, ha destacado que la OTCA representa a países amazónicos, donde viven varios pueblos indígenas. “El trabajo con los pueblos indígenas es uno de los ejes fundamentales de la OTCA, a través de la ejecución de proyectos, así como la asignación de espacios de convergencia para el diálogo político y técnico. En este sentido, hemos desarrollado un importante trabajo de proyectos de protección a los pueblos indígenas y en contacto inicial”.

El presidente de la Fundación Nacional de los Pueblos Indígenas (FUNAI), Joenia Wapixana, subraya que, cuando se piensa en la Amazonia, es necesario mirar a las personas que viven en ella. “Los pueblos indígenas son parte de la Amazonia y hacen su colaboración a partir de sus propios valores, de la gestión sostenible, de la forma como tratan la tierra. Por eso es importante la demarcación de las tierras indígenas. Los estudios indican que las áreas más protegidas están donde están los pueblos indígenas, además de proteger la biodiversidad, tiene una riqueza cultural muy grande”.

El Cacique Raoni, líder indígena brasileño de la etnia Kayapó, conocido internacionalmente por la lucha de los pueblos indígenas y presente en el encuentro, ha alertado sobre los cambios climáticos que ha notado. “Estamos experimentando las señales del cambio, haciendo mucho calor, intenso, y también, fuertes vientos. En el mito de Kayapó, en los tiempos de nuestros antepasados existía el hombre, y nuestro creador nos trae el sol. Los blancos no saben esto, los blancos no saben que este tiempo de mucho calor puede volver”.

El director del departamento de Pueblos Indígenas del Ministerio de Salud de Perú, Román Galán, y el senador de Colombia, Julio Cordero, destacan la importancia de la cooperación para garantizar la protección de los pueblos indígenas. Weya Cahuya, indígena de la etnia Waodani de Ecuador, subraya también que todos los indígenas de la región amazónica «deben unirse para defender a sus demás parientes para su supervivencia y desarrollo».

A partir de hoy, está previsto que acudan a la Cumbre de Belém todos los jefes de estado, a excepción de Guillermo Lasso (Ecuador) y Chan Santokhi (Surinam), que han declinado la invitación por razones de política interna. Como anfitrión, el presidente Lula da Silva, quien ya afirmó, con anterioridad al encuentro, que «el mundo precisa ver esta reunión como un marco histórico para la discusión de la cuestión climática». No obstante, están en juego, por un lado, el bosque amazónico, herido de muerte por los altos índices de deforestación, la minería ilegal y la creciente presencia del narcotráfico, y por otro, la salvaguarda de los 50 millones de personas que viven en situación precaria.

¿Punto de no retorno?

Uno de los asuntos a debatir es el equilibrio entre salvaguardar el ecosistema, clave para reducir las emisiones de carbono generadas por la tala de árboles y mantener el régimen de lluvias de Suramérica, dando condiciones de vida dignas a sus habitantes a través de la llamada bioeconomía.

«Hay una comprensión de todos los presidentes de que la Amazonía no puede alcanzar el punto de no retorno», sostiene la ministra de Medioambiente de Brasil, Marina Silva. Y esto podría representar que la selva tropical ha perdido capacidad de regeneración y, en consecuencia, podría transformarse en una sabana, lo que tendría serias consecuencias para la región. De hecho, algunos especialistas sostienen que ese proceso de «sabanización» ya se está observando en algunas zonas, dependiendo del comportamiento de ciertas especies animales.

La comunidad científica y representantes de las organizaciones no gubernamentales han aportado varias ideas, como «establecer un plazo para acabar con la deforestación, proteger el 80% del bioma a través de nuevas áreas protegidas y tierras indígenas, y declarar la Amazonía en situación de emergencia climática».

Brasil y Colombia, por ejemplo, han prometido terminar con la tala ilegal en 2030 y trabajan para que el resto de socios de la OTCA asuma ese objetivo u otro similar ajustado a la realidad de cada país.

La deforestación aumentó un 21%

En 2022, la deforestación en todo el ecosistema aumentó un 21 % frente a 2021, la cifra más alta desde 2004, según datos del Proyecto de Monitoreo de la Amazonía Andina, con Brasil, Bolivia y Perú al frente de la estadística.

Mañana miércoles se celebrará, en el marco de la reunión, una sesión ampliada con presencia de otros países invitados, como Indonesia, República del Congo y República Democrática del Congo, en cuyos territorios existen igualmente grandes superficies de bosque tropical.

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