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El ala ayusista del PP exige a Feijóo que saque la faca contra Sánchez

La caverna mediática cree que el jefe de la oposición está siendo demasiado benévolo en su estrategia para derribar al Gobierno

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análisis

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El diario El Mundo ha vuelto a dictar otra rotunda sentencia contra el jefe de la oposición. “El PP empuja a Feijóo a ser hoy implacable con Sánchez: Es el momento”, reza el titular horas antes de que se produzca el debate semanal en el Senado. De esta manera, la caverna pone la diana en el líder popular para que no se duerma en los laureles, ni se “marianice”, ni se extravíe por los peligrosos caminos de la moderación. El titular vendría a confirmar la tesis de que los lobbies de la derechona patria (políticos, financieros y sociales) siguen de cerca cada movimiento del máximo dirigente conservador, marcándole el paso para que no se desmande ni se deje engatusar por los ofrecimientos del presidente del Gobierno, que cuando se pone a hablar de democracia y derechos civiles es capaz de convencer a cualquiera para que pacte la renovación del Poder Judicial e incluso convertir al cristianismo al mismísimo Diablo.

Detrás de los editoriales y noticias de la Brunete mediática subyace una idea fuerza: a un amplio sector del Partido Popular no le termina de gustar el candidato y prefieren que Isabel Díaz Ayuso dé el paso ahora mismo, cuanto antes, para garantizar una victoria arrolladora y sin paliativos en las próximas elecciones generales que están a la vuelta de la esquina. Ya sabemos cómo se las gastan los poderes fácticos cuando un líder se les atraganta, le cogen manía o lo ven como un caballo perdedor. Ocurrió cuando a Mariano Rajoy le colgaron el sambenito de blando y timorato durante el procés independentista en Cataluña. Los halcones de Génova estuvieron apretándole las clavijas al entonces presidente del Gobierno para que, en lugar de aplicar el artículo 155 de la Constitución, siguiendo el procedimiento marcado por la ley, metiera los tanques en Barcelona y declarara el Estado de excepción o sitio con toque de queda incluido. Rajoy siempre se resistió a las presiones, pero los ultras terminaron echándole la fama de blandengue, pusilánime o margarito, una vergüenza para la brava raza española, y fue en ese momento donde empezó la masiva fuga de votos hacia Vox. El auge de la extrema derecha de los últimos tiempos tuvo mucho que ver con el paso por Moncloa de un hombre a quien muchos en el PP veían como un peligroso socialdemócrata.

Más tarde, Pablo Casado creyó haber interpretado correctamente el episodio catalán que había marcado el declive de su antecesor y decidió construirse un perfil de duro que por otra parte no le pegaba nada, ya que todo el mundo veía que no era como Santi Abascal y que su estrategia política no pasaba de un mero postureo para quedar bien con los grupos de presión y salvar el pellejo. No le sirvió de nada: el ayusismo acabó devorándolo cruelmente y sin piedad (recuérdense aquellas manifestaciones de correligionarios de la presidenta pidiendo su cabeza frente a la sede nacional).

Ahora Alberto Núñez Feijóo se encuentra en un trance bastante similar. A pocas horas de su nuevo cara a cara con Sánchez en el Senado, el sector más cafetero del PP le pide que entre a degüello ya, que se deje de retóricas vacías y que tire contra el presidente del Gobierno no con balas de fogueo sino con un misilazo de esos con los que Putin da los buenos días a los ucranianos. El santo y seña “es el momento”, con el que El Mundo achucha al dirigente popular, suena bastante a aquellas consignas y mensajes encriptados o en clave con los que los golpistas del pasado se comunicaban en los periódicos matutinos antes de una asonada, toda vez que daban por hecho que un Gobierno era como una fruta madura y no había más que agitar el árbol para que cayera por sí solo. No estamos diciendo aquí que el PP esté preparando un levantamiento trumpista contra Moncloa aprovechando estos días de nostalgia por el aniversario de la muerte de Franco (aunque no nos extrañaría nada), pero sí que el ala más falangista le reclama al líder que pase a un nuevo estadio mucho más agresivo de la ofensiva en el que no debe escatimar en pólvora. Algunos ya le sugieren abiertamente que si tiene que llamar perro judío a Sánchez, destriparlo vivo a improperios o mentarle a la madre, que no se corte ni un pelo. El partido está con él y le da licencia para matar dialécticamente y lo que haga falta.

Según esta gente voxizada del PP, la climatología política, el ambiente, sería el más propicio para asestar el golpe final al sanchismo. Con el escándalo provocado por la excarcelación de violadores en su momento más álgido; con todos los jueces, conservadores y progresistas, unidos en su animadversión contra Irene Montero y su ley del “solo sí es sí” (pocas veces se ha visto en democracia una reacción tan unánime y visceral de la judicatura contra una ministra); y con la bomba de relojería de la reforma del delito de sedición a punto de estallar (el PSOE es una olla a presión debido a las tensiones entre los barones y los socios podemitas), en el Partido Popular están convencidos de que el Gobierno de coalición empieza a tambalearse irremesiblemente y solo necesita un empujoncito para que acabe cayendo. El propio Feijóo ya ha tomado buena nota de lo que, desde dentro de la concha del escenario, y sotto voce, le va susurrando al oído el apuntador ultraderechista. El gallego debe sentirse como un Monchito de la política, uno de aquellos muñecos a los que José Luis Moreno movía la boca y las manos diciéndole lo que tenía que hacer y decir en medio de cada espectáculo. Preparémonos por tanto para ver a un jefe de la oposición más desmelenado, más vehemente y más arrebatado que nunca. Ha llegado la hora decisiva. Y Ayuso no puede esperar más.  

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