lunes, 6mayo, 2024
16.4 C
Seville

El filo de una navaja en el candado de un cuaderno infantil

Sara Mesa desbroza en su nueva novela los males latentes de una familia donde, como la carcoma, todo empieza a desmoronarse desde abajo de forma imperceptible y poco a poco, detalle a detalle

- Publicidad -

análisis

- Publicidad -

La literatura inquietante de Sara Mesa sigue bombeando historias cercanas y muy potentes que hacen que nos paremos al menos unos minutos a reflexionar qué estamos haciendo mal, qué tipo de sociedad hemos creado, qué clase de personas somos… No es el cometido de sus novelas lanzar preguntas al lector, pero aun sin pretenderlo éste se siente en todo momento interpelado, con lo que se mantiene un efecto feedback edificante y éticamente saludable.

Su nueva propuesta, La familia (Anagrama), a diferencia de historias anteriores más particulares, amplía el foco a ese universo particular que lo abarca todo y nada al mismo tiempo, que en la actualidad se amplía y reduce y crea nuevas variantes a su antojo según los tiempos. Padres, madres, hermanos, tíos, vecinos, amigos… Un enjambre de interacciones diarias que hacen que seamos lo que somos sin muchas veces quererlo.

Porque, a fin de cuentas, Mesa desbroza los males latentes de una familia cualquiera donde, como la carcoma, todo empieza a desmoronarse desde abajo de forma imperceptible y poco a poco, detalle a detalle. Es precisamente aquí, en el detalle, en los aspectos más nimios dejados caer entre sus páginas casi sin hacer ruido durante el discurrir sinuoso de la trama, donde está la clave de una literatura estilísticamente parca y minimalista –no necesita Sara Mesa más– que, como las cargas de profundidad, tiene una onda expansiva impredecible.

La narrativa de Sara Mesa es el magma que circula por las entrañas de la tierra mientras sobre la superficie bailamos, brindamos e intentamos hacer creer que nada ocurre cuando todo pasa

Dos detalles sin ir más lejos: el candado en un cuaderno infantil comprado por la hija adoptiva del padre protagonista y que lleva a este a sentenciar “¡En esta familia no hay secretos!”, o esos helados que el tío de los niños no dejaba comer a su hermana y madre de ellos, de lo que se arrepiente a posteriori cuando ya no tiene solución la decisión. Con estas dos tenues pinceladas, la autora de Cara de pan o Mala letra pinta un cuadro de insondable profundidad de campo con la técnica del sfumato, que el lector tendrá que hilvanar en toda su dimensión, porque sin querer aleccionar en absoluto lo consigue.

Ampliar el foco

Pero para ello, para aprehender el fondo de todo, hay que ampliar el foco y tomar distancia. La literatura de Mesa facilita el trabajo con una sencillez expositiva admirable. La suma de este puñado de escenas familiares forman un todo gracias al despliegue de unas técnicas narrativas que beben sin duda de ciertos maestros del séptimo arte. No por casualidad cualquier novela de la autora sevillana nacida en Madrid tiene una perfecta traslación a la gran pantalla sin demasiados esfuerzos de adaptación.

¿Y qué mensajes guarda el poso de esta exquisita novela? El autoritarismo, la opresión, la obediencia debida, la sumisión sin remisión, la vergüenza, la incomprensión, la incomunicación… Y así podríamos seguir hasta exprimir otro puñado de argumentos temáticos que esta novela va diseminando durante su lectura paso a paso, poco a poco, como si no pasara nada. Mientras ocurre todo. Así es el arte de Sara Mesa, como el magma que circula por las entrañas de la tierra mientras sobre la superficie bailamos, brindamos e intentamos hacer creer que somos felices y comemos perdices, compartido todo ello a través de las redes sociales con mil filtros previos.

- Publicidad -
- Publicidad -

Relacionadas

- Publicidad -
- Publicidad -

DEJA UNA RESPUESTA

Comentario
Introduce tu nombre

- Publicidad -
- Publicidad -
Advertisement
- Publicidad -

últimos artículos

- Publicidad -
- Publicidad -

lo + leído

- Publicidad -

lo + leído