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El nombramiento de Bolaños como superministro irrita todavía más al mundo judicial

El nuevo titular de la cartera de Justicia se centrará en la amnistía más que en la reforma del Poder Judicial

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análisis

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Félix Bolaños sale reforzado como superministro después de que Pedro Sánchez lo haya nombrado nuevo ministro de Presidencia, Justicia y Relaciones con las Cortes. Se trata de un movimiento que trata de lograr dos cosas: primero premiar la labor de alguien que goza de la plena confianza del presidente (realmente es su hombre fuerte); y en segundo lugar dotarle de más poderes de cara a la aplicación de la ley de amnistía, que augura un período de conflicto social en España.

Con Presidencia y Justicia en la mano, Bolaños podrá maniobrar con entera libertad de cara a la dura negociación con Carles Puigdemont y además informará estrechamente a Moncloa de cada paso que se vaya dando en las próximas semanas. Sin embargo, en el mundo judicial la designación ha caído como un jarro de agua fría. Las últimas movilizaciones de los magistrados en contra de la ley de amnistía, una rebelión en toda regla que por momentos ha rozado la injerencia del Poder Judicial en el Ejecutivo, han sentado como un tiro a Sánchez. Y el premier ha decidido castigar al gremio, mayormente a las asociaciones conservadoras que le han declarado la guerra. Bolaños no va a ser un ministro fácil para los jueces. Y tampoco cabe esperar que esta sea la legislatura de la tan ansiada reforma de la Administración de Justicia. Hay graves problemas planteados, como el atasco en los órganos jurisdiccionales (juicios que se eternizan, falta de medios humanos y materiales y descontento laboral de las plantillas), además del más grave de todo: la renovación del Consejo General del Poder Judicial, caducado desde hace más de cinco años por el bloqueo del PP. Desde este punto de vista, el entronamiento de Bolaños es un sopapo en la mandíbula a los populares.

La designación del superministro no apunta precisamente al diálogo con los funcionarios para resolver los asuntos sobre la mesa. Más bien al contrario, ha sido un revés al PP y a sus asociaciones empeñadas en politizar la justicia. Bolaños pasará a la historia como el artífice del pacto PSOE/Esquerra que tanto ha enervado a los profesionales de la judicatura, y también como uno de los grandes valedores de la amnistía a los encausados por el “procés”. Oriol Junqueras y los demás condenados por el Tribunal Supremo (posteriormente indultados y amnistiados) logran una gran victoria con este nombramiento. Y el triunfo de los independentistas siempre es una derrota para los jueces conservadores (la mayoría de este país lo son).

Si hasta ahora Sánchez tenía en contra a todo el mundo judicial, es decir, al Consejo General del Poder Judicial, a buena parte de las Salas de Gobierno de los Tribunales Superiores de Justicia, a la Sala de Gobierno de la Audiencia Nacional, a los 52 presidentes de Audiencias Provinciales, a todas las asociaciones de jueces, de fiscales, de letrados judiciales, de abogados del Estado, de inspectores de Hacienda, a muchos colegios de abogados, y a grandes, medianos y pequeños despachos de abogados, a partir de ahora, con Bolaños como hombre fuerte del Gobierno, ya puede considerarse persona non grata en los juzgados y tribunales, un reducto que sin duda recrudecerá la guerra contra el sanchismo. Los jueces no le perdonan muchas cosas al premier socialista, pero sobre todo no le perdonan que por un momentom durante la negociación con Puigdemont, se haya hablado de lawfare, o sea de guerra sucia judicial contra los líderes independentistas detenidos, procesados y condenados. Bolaños no llega a este departamento para solucionar los problemas de la oficina judicial, sino para sacar adelante la ley de amnistía.

Abogado de profesión y profesor, Bolaños fue un estudiante de Derecho de la Universidad Complutense de Madrid con varios reconocimientos en sus primeros años. Primero de su promoción tanto en el Curso General de Abogacía como en el Curso Especial de Derecho Laboral impartidos por la Escuela de Práctica Jurídica, según recogía La Moncloa en un comunicado en julio de 2018.

Fue entonces cuando fue nombrado secretario General de Presidencia del Gobierno por Pedro Sánchez. Se encargaba, entre otras cosas, del protocolo y de la seguridad en las actividades del jefe del Ejecutivo. Previamente, había ocupado el cargo de Jefe de la División de Asesoría Jurídica Laboral y Documentación Jurídica del Banco de España, entidad en la que trabajaba desde 2008 como Letrado. También impartió clases en el Instituto de Empresa (IE Law School) en el Programa Gestión Estratégica de Relaciones Laborales. Es más, fue reconocido por los alumnos de distintos cursos académicos. Durante esta etapa también fue abogado del Departamento Laboral de Uría Menéndez.

En este campo fue homenajeado con la Cruz Distinguida de la clase de la Orden de San Raimundo de Peñafort, concedida por el Ministerio de Justicia y que premia “los relevantes méritos contraídos por cuantos intervienen en la Administración de Justicia, así como el cultivo y aplicación del estudio del Derecho en todas sus ramas”. También recibió el premio Ilustre Colegio de Abogados de Madrid y con el Premio de la Escuela de Práctica Jurídica de la Universidad Complutense de Madrid.

Dejando atrás su etapa como profesor y abogado, Félix Bolaños pasó a formar parte del Ejecutivo en julio de 2021, cuando Sánchez realizó una gran remodelación del mismo que afectó a las carteras del ala socialista. Bolaños dejó la Secretaría General de la Presidencia del Gobierno en mano de Francisco Martín Aguirre para ocupar el cargo de Carmen Calvo. En 12 de julio de 2021 tomó posesión como ministro de Presidencia, Relaciones con las Cortes y Memoria Democrática.

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