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El Reglamento del Ateneo de Madrid como constructor perenne de ilustración

Manuel Según Alonso
Manuel Según Alonso
Doctor en Historia e Historia del Arte y Territorio por la UNED. Licenciado en Filosofía y Letras, especialidad Historia Contemporánea por la UAM. Es miembro del Centro de Estudios históricos de la Masonería Española (Universidad de Zaragoza). Ha escrito varios libros de referencia y artículos sobre Memoria Democrática, Igualdad de Derechos e Historia de la Masonería. Su más reciente libro publicado es "La Masonería en España: Historia inconclusa de un sueño de libertad (1728-2022)". En el Ateneo de Madrid forma parte de la directiva de "Ágora, Agrupación para el Diálogo" y colabora activamente con la Agrupación Ateneísta -y republicana-, "Juan Negrín".
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análisis

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Cuando vuelvo del trabajo, sobre todo, si ha sido un día duro que me ha obligado a tomar decisiones, mi mente me desplaza hacia esos mundos de ensueños y meditación que las personas necesitan para poder enfrentarse a la crudeza que la velocidad de Madrid obliga. Ayer fue uno de esos días, y esta vez, el capricho de mis pensamientos me llevaron a elucubrar sobre la masonería y los valores de justicia y fraternidad. De ahí, en ese ambular de la mente, o no tanto, me hizo preguntarme cómo alguien demócrata, progresista, intelectual y amante del Ateneo de Madrid puede querer cambiar su reglamento histórico que tantos hombres y mujeres ayudaron a construir y a mantener incluso, con la pérdida de sus vidas, en los momentos más difíciles de esa, muchas veces, triste y devastadora historia de España.

Hoy, más que nunca, necesitamos el Ateneo de siempre, el que representaron los masones Segismundo Moret (1899-1913), el conde de Romanones (1920-1922), Gregorio Marañón (1930), Manuel Azaña (1931-1932), Augusto Barcia Trelles (1932-1933) o Fernando de los Ríos Urruti (1934-1936), entre otros. Por cierto, D. Augusto Barcia, presidente del Ateneo durante la II República, masón, escritor, abogado, periodista, político ministro de estado, presidente del consejo de ministro, diputado a Cortes no tiene retrato. Pido a la actual directiva del Ateneo esta pintura como reconocimiento a una figura excepcional que representa todos los valores que están detrás de la Docta Casa.

Como acertadamente señala Cayetano Núñez Rivero, el sentimiento nacional surge a partir de elementos aglutinantes que ayudan a conformarlos. Así, el sentimiento francés se realiza a través del idioma; la nación alemana se fundamenta sobre la raza; la nación portuguesa se asienta sobre su independencia de España. Mientras el sentimiento nacional español lo hace sobre la religión, al que yo uniría la corona. Por ello, los verdaderos españoles son los que defienden el continuismo de esta unión y el pensamiento único, siendo los republicanos, los no católicos, los masones, los socialistas, los comunistas: los antiespañoles, los otros, los no hermanos. Elementos contra los que hay que defenderse, pues atacan el pensamiento único. 

Y ahí, el Ateneo ha jugado un papel fundamental, pues desde su origen se ha convertido en un Ágora de libertad, donde el librepensamiento ha sido su eje fundacional y luz constructora de democracia e intelectualidad. No se puede olvidar que en los momentos más difíciles ha querido ser un microcosmo de libertad donde poder expresar cualquier idea, cualquier pensamiento, cualquier innovación. En definitiva, ha construido modernidad y ha hecho suyos los principios republicanos y masones de Libertad, Igualdad y Fraternidad, y por supuesto, Laicidad.

En la actualidad, vivimos un momento de crisis marcados por elementos materiales, como el paro, el acceso a los recursos, a la vivienda,…, pero sobre todo una crisis de valores donde el materialismo lo preside. Durante años, el Ateneo se ha podido mantener al margen, siendo una burbuja donde, con sus defectos, se ha mantenido encendida la llama de la Ilustración. Por desgracia, los valores individualistas, competitivos, consumistas, artificiales han entrado. El cambio del Reglamento no pretende otra cosa que desconectarle de su historia, dejarle sin referentes, sin pasado y lo más grave sin cimientos para construir un futuro. Apoyar este cambio es una traición a los ateneístas de ayer, a los ateneístas de hoy, pero también a los ateneístas del mañana que habrán perdido la oportunidad de conocer el Ateneo de Ángel Saavedra, Alcalá Galiano, Agustín Argüelles, Cánovas del Castillo, Cristino Martos, Emilia Pardo Bazán, Carmen de Burgos, Clara Campoamor, Consuelo Álvarez Pool o Carlos París, entre otros y otras. 

No es la primera vez que el Ateneo está en peligro, pero todos los ateneístas que creemos en sus principios fundacionales debemos, una vez más, defenderlo. Está en juego mucho. No se puede olvidar que probablemente sea la última institución española que tiene su inspiración en la democracia griega. Y eso, porque sostiene los dos principios griegos de isegoria (todos tienen el mismo derecho de voz) y  de parresia (decir lo que se tiene que decir) que le diferencia de la democracia liberal, que garantiza, con matices, solo la parresia. Así, los ateneístas defendiendo el Reglamento, estamos defendiendo nuestro derecho a mantener una democracia de inspiración griega donde priman los principios de isegoria y parresia frente a cualquier poder que quiera recortar los derechos de los ateneístas. Sospecho, que esa democracia clásica griega era lo que tenían en mente quienes redactaron los primeros estatutos del Ateneo en donde seguro que había masones pues comparten los mismos principios.

Por otro lado, entiendo, incluso respeto, también con matices, que haya quien pretenda prestigio social e incluso réditos económicos siendo identificado con una institución tan reputada. Incluso que quieran conseguir fondos a cambio de la influencia que puede dar que una determinada institución sea identificada con el Ateneo. Lo que es inamisible, es que ambicionen, con este argumento, cambiar nuestros principios y el reglamento, que precisamente es lo que nos da el prestigio que buscan. También me pregunto ¿interesa al Ateneo ser relacionado con ciertas empresas, instituciones o grupos de poder? ¿no perdemos con ello nuestra independencia y nuestra propia identidad? Sin el reglamento histórico, el Ateneo de 1820 dejaría de existir.

En su defensa están trabajando de forma incansable muchos y muchas ateneístas como Miguel Pastrana de Almeida, Pedro García Bilbao, María de la Paz González López, Victoria Caro Bernal, etc., etc., etc., que representan a mujeres y hombres ateneístas que creemos que el Reglamento de ayer, es el de hoy y será el de mañana pues conserva los valores primigenios ilustrados. En su defensa debemos estar unidos quienes amamos la Luz del Conocimiento, es decir, socialistas, comunistas, liberales, masones, republicanos, … las y los que creemos que el ateneo es la casa de la Intelectualidad y no de ningún poder económico excluyente. Microcosmo y germen de Luz y Libertad en un mundo materialista e individualista. El Ateneo con su reglamento histórico es representación y símbolo perpetuo de una sociedad deseable, en construcción y motor de cambio. 

Las y los ateneístas somos responsables de su conservación, guardianes de la justicia, la moral, la ética que siempre ha primado en la Docta Casa como lugar donde sus miembros instruyen y se instruyen. Historia viva del librepensamiento de este país. Como acertadamente dice Miguel Pastrana “con otro reglamento se construirá otro Ateneo, romperemos con la historia, con sus valores, con sus principios, haremos que el sueño de libertad, Igualdad y Fraternidad de cientos de personas queden rotas implacablemente”.

Para terminar, solo me queda, decir, que defendiendo el Reglamento histórico del Ateneo de Madrid iluminaremos el futuro no solo de la Docta Casa, me atrevería a decir que de España.

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