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Feijóo, ¿cuatro largos años atravesando un puente sobre aguas turbulentas?

El aval que el PP ha dado a su actual líder tras el previsto rechazo a su investidura no lleva aparejado el crédito a medio plazo que requiere una legislatura larga y el jefe de la oposición lo emplaza todo al fracaso de las negociaciones de Sánchez para poder repetir elecciones

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“Cuando estés abatido y te sientas insignificante, cuando haya lágrimas en tus ojos, yo las secaré todas, estoy a tu lado. Cuando los tiempos sean difíciles y no encuentres amigos, como un puente sobre aguas turbulentas yo me desplegaré”. La letra de la legendaria canción de Paul Simon calza como anillo al dedo a la actual situación política del Partido Popular, puente incluido. Confirmada la pérdida de un tiempo precioso en la conformación de un nuevo gobierno para este país, el actual líder de la oposición y también más que probable futuro líder de la oposición para los próximos cuatro años de la presente legislatura, después de supuestamente salir “reforzado” como líder del partido tras perder un debate de investidura que sabía desde el 23 de julio que estaba abocado al fracaso de antemano al no poder conformar gobierno con su único socio ‘natural’, la ultraderecha, el escenario a corto y medio plazo que se le presenta a Alberto Núñez Feijóo está a años luz del que él y los suyos previeron cuando abandonó sus holgadas mayorías absolutas en Galicia para asumir el timón de mando de un barco llamado España.

El aval que el PP ha dado a su actual líder no tiene garantía alguna de que se prolongue durante la recién comenzada legislatura entera, que se le puede hacer eterna al partido que ha ganado las pasadas elecciones y que domina territorialmente el país en numerosos ayuntamientos, comunidades autónomas y también el Senado, con mayoría absoluta. El principal problema está, como ha quedado en evidencia en el debate de investidura, en el compañero de viaje elegido para esta aventura política a corto y medio plazo.

Ya no cabe la más mínima duda de que el destino político de este PP liderado por Feijóo y el de Vox de Santiago Abascal va unido de las manos con todas sus consecuencias. Tanto es así que esta ha sido la principal causa del estrepitoso fracaso de no poder ser investido en el Congreso de los Diputados como presidente del Gobierno. Nadie, salvo la diputada de Coalición Canaria (CC) y el representante de Unidad del Pueblo Navarro (UPN), ha querido hacerse la foto junto al partido xenófobo, negacionista de la violencia machista, homófobo, nostálgico del franquismo e incluso anticonstitucionalista, que aboga, entre otras medidas, por la voladura sin contemplaciones de la actual España de las autonomías. Este es el compañero de viaje prioritario elegido por el propio Feijóo, que llegó de Galicia con el marchamo de recuperar la centralidad y ha terminado estos días lanzando guiños constantes de complicidad a Abascal durante el debate de investidura.

La letra de la legendaria canción de Paul Simon calza como anillo al dedo a la actual situación política del Partido Popular, puente incluido

Si la estrategia de Génova 13 pasa por hacer efectivo un supuesto ‘abrazo del oso’ o no solo se verá con el paso del tiempo, y cuatro años junto a Vox es mucho tiempo. Todo ello multiplicado por los efectos de la línea de gestión que ya se está empezando a evidenciar en aquellos ayuntamientos y comunidades autónomas donde ambas fuerzas gobiernan en coalición o con acuerdos programáticos.

Génova 13 viene aparentando desde el 23 de julio que todo ha salido a pedir de boca, que ha sido el partido más votado y el que ha ganado las elecciones. Pero la realidad es tozuda y el sonoro fracaso de su líder en esta sesión de investidura es un peaje que ha debido sortear para consolidar su liderazgo en el partido y poder esperar su momento para asaltar de nuevo la Moncloa. Muchas explicaciones tendrá que dar la cúpula popular a sus más de ocho millones de votantes para ahormar este discurso durante cuatro largos años en la oposición con un líder, ganador indiscutible en su Galicia natal, que no fue elegido en absoluto para sentarse en el sillón de jefe de la oposición al Gobierno y dar al PP otros cuatro años de oposición al ‘sanchismo’.

El tortuoso camino sobre el puente sobre aguas turbulentas que Feijóo deberá atravesar estos próximos cuatro años ha comenzado con una sonrisa, pero en la otra orilla aguardan sus huestes con impaciencia, deseosas de que no dé un nuevo paso en falso como el que ha protagonizado este 23J. Porque los cánticos de sirena que Feijóo oyó desde el balcón de la sede nacional del partido la misma noche de su triunfo electoral más amargo no han hecho más que empezar y son implacables en su empeño.

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