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Israel. El niño bonito

Gabriel García Sánchez
Gabriel García Sánchez
Catedrático de química inorgánica (Universidad de Murcia), Decano de la FAcultad de Química (1992-2002), Director de la Oficina de Transferencia de resultados de investigación (OTRI), Director del Departamento de Química Inorgánica (2006 a 2010)
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análisis

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Desde el 7 de octubre en que Hamás asaltó Israel con un ataque cruel que trajo consigo más de 1200 personas muertas y más de 200 rehenes, el ejército de Israel, empujado por el grito de ánimo de Estados Unidos y bastantes países, muchos de ellos europeos que le animaban a utilizar “el Derecho a Defenderse”, ha sometido a la franja de Gaza a un bombardeo intenso, por tierra, mar y aire, que ha llevado a que esta zona en la que residen cerca de dos millones de palestinos, sea solo escombros. Con más de 33.000 muertos, ¿cuántos serán de Hamás? Lo que es seguro es que han caído decenas de miles de civiles incluyendo, por supuesto, mayores y a niños inocentes.

Durante los siete meses que llevamos de “guerra”, la comprensión con la que ha contado Israel en su cruzada destructiva contra el pueblo palestino, al que se le han destrozado los hospitales y se les ha negado el alimento, es bastante inmerecida, Ha contado con su eterno protector, los EEUU, que les ha proporcionado las armas más modernas; tanto es así, que dispone de un escudo antimisiles que les protege de cualquier ataque. Y no solo eso, en el Consejo de Seguridad, todas las votaciones realizadas para conseguir un alto el fuego que permita atender a las muchas personas heridas, así como de proporcionarle a los palestinos comida que tanta falta hace.

Pero es que cuando no es EEUU el que veta un acuerdo, como ha ocurrido en la última votación en la que los yanquis se abstuvieron permitiendo así el deseado alto el fuego, ha sido Israel la que, como ha hecho siempre, una vez más se ha pasado por el arco las decisiones del consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Dicho de otra forma, es uno de los pocos países que hace lo que le da la gana ante una ONU carente de capacidad ejecutiva, a la que no le queda otra que permanecer impávida mientras Israel sigue actuando a sus anchas.

En todo este proceso, tanto el alto comisionado para la Unión Europea, José Borrell como el Presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, han llevado a cabo una acción intachable: se condenó el inicial ataque de Hamás, así como la reacción desproporcionada de Israel, la reciente acción bélica iraní, y ahora están buscando países aliados que defiendan el status de los dos países soberanos: Israel y Palestina. Nunca hasta ahora, nuestros gobiernos han estado en política exterior, a la altura de las circunstancias como ocurre ahora.

Pero es que Israel es implacable, por las circunstancias que sean, atacó y destruyó el Consulado de Irán en Siria, matando a una docena de militares iraníes, ¿por qué? Esta acción ha hecho que Irán responda a su manera, enviando a Israel 200-300 misiles y drones que se han encontrado, no solo con el escudo de Israel, también han tenido enfrente a EEUU, Francia e Inglaterra. ¡Casi nada!

¿Qué va a pasar ahora?, lo que quiera Israel, siempre y cuando J. Biden vea peligrar su victoria electoral en noviembre ante D. Trump y logre imponer la cordura con un alto el fuego definitivo, ¿no se ha defendido bastante Israel?, ¿no son bastantes los 33.000 muertos más lo que deben estar sepultados por los escombros?

Y que Israel se olvide de los rehenes porque no debe quedar ninguno vivo. Lo que procede es terminar con una guerra que solo le viene bien al presidente de Israel, Netanyahu, al que miles de ciudadanos ya le están pidiendo elecciones anticipadas.

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