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Neocons del Blob, nazis del Maidan: No hagáis de Ucrania otra Cambodia

José Antonio Zorrilla
José Antonio Zorrilla
Diplomático jubilado. Fue Embajador de España para Georgia y Estados del Caucaso con residencia en Tbilisi. Dirigió también cine que inauguró con "El barranco de Víznar" un cortometraje que ganó el Diploma de Oro del Festival de Moscú cuando J.A. Bardem hizo lo propio con su largometraje El Puente. Siguió un clásico del cine español, El Arreglo. El año 2000 dirigió Los Justos, primer documental en favor de las víctimas del terrorismo de ETA. Militante de Basta Ya, ha escrito varios libros, el último de los cuales es "Historia fantástica de Europa", una crónica contrafactual de Europa, Imperio euroasiático que va desde la victoria de Roncesvalles hasta Marx y Engels, matrimonio al que se debe el sistema económico de tan vasta geografía.
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análisis

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Leo con incredulidad que los USA van a dar municiones de racimo a Ucrania. Más de cien países firmaron el 2008 un acuerdo por el que se comprometían a no usarlas. Entre otros firmantes estaban Inglaterra, Francia y Alemania, que ya se han manifestado contra el uso de esos explosivos en Ucrania. En un orden más general, las minas terrestres terminaron por prohibirse en 1997. El racimo es un arma especial. Distribuye municiones explosivas, tamaño pelota de tenis por todo el campo de batalla y una sola bomba cubre más de tres hectáreas de terreno. Sucede que un porcentaje importante de esa munición explosiva queda latente en la tierra, lo que convierte los hasta entonces campos de cultivo en campos de la muerte para civiles, y en el caso de Cambodia, para niños. Son una especie de mini mina que causa daños en la población durante años y años de latencia.

Con esto del racimo se impone la comparación con Vietnam. Primero se hace una operación de falsa bandera para lanzar la guerra. Golfo de Tonkin en Vietnam, Maidan en Kiev. Dos, se lanza una guerra cuyo objetivo estratégico principal es imposible de conseguir: en Vietnam, aherrojar al país en su status colonial. En Ucrania cancelar todo lo ruso. Llega el fracaso y a la vista de que no se avanza, empieza la escalada. ¿Recuerdan ustedes cuando Biden dijo que entregar F16 a Ucrania traería la III Guerra Mundial? Volvamos ahora a Vietnam. Primero vino el napalm, cuando con el napalm no bastó se bombardearon los diques, en Ucrania la presa de Kakhovka. Cuando tampoco funcionó, bombardearon la selva con exfoliante. Y para terminar, los USA bombardean Cambodia, lo que da el poder a los khmers rojos y desata uno de los peores genocidios del S. XX. Eso sí, había un argumento poderoso. «Si los comunistas se quedan con Vietnam, luego vendrá toda Asia». La teoría el dominó. Había que creer en ella o ser un friki. Aquí juega otra vez el paralelismo.  «Si no paramos a Putin, luego se hará con toda Europa Occidental». Y si eso te parece ridículo es que Putin te paga con Bizums.

En Ucrania estamos todavía en la fase del bombardeo de Cambodia. Pero como no hay modo de que Ucrania avance y ante la ausencia de fuerza aérea, que tampoco haría ganar la guerra, aclaro, se intenta suplir esta carencia lanzando sobre el país el granizo de la muerte, esto es, munición de racimo. Nadie entiende que, como en Vietnam, el objetivo estratégico principal es inalcanzable y que no depende de la calidad de las armas.  

En otro orden de cosas, parece paradójico que los herederos de Bandera y Sukhevich, siempre atentos al bien de la patria, los que eliminaron de ella por impuros a judíos, polacos, rusos y a los ucranianos, que en vez de decir Slava Ukraina, decían Slava Jesu Christu, (en torno a millón y medio de víctimas), los que en su nueva Constitución garantizan la defensa y garantía del patrimonio genético del pueblo ucraniano, lleven tan adelante el criterio de la pureza racial que solo la muerte pueda satisfacerlo. Porque tanto los americanos como los ucranianos saben ya cuáles son las consecuencias de las bombas de racimo sobre la población civil, tanto la presente como en la futura. Para un eventual control de daños, unas estadísticas modestas.  Cambodia, fin del conflicto, 1979. Total de víctimas civiles de explosión de minas, 64.713. El pasado año, unos cuarenta años después de terminadas las hostilidades, ha habido 51 víctimas.  

Parece que eso es lo que nos espera en Europa. En su mero centro, un zócalo de odio no solo antiruso, sino directamente racista (Tiajnibok habla de un Intermarium ario desde el Mar Negro al Báltico para librarnos de los plutócratas judíos, sí, ese que saluda brazo en alto y se hace selfies con Victoria Nuland) basado en dos grandes defensores de la verdad y del bien. Polonia, los Bálticos y lo que quede de Ucrania. Con eso, por bandera y la ayuda del Reino Unido y los USA, hundir definitivamente a Europa a razón de inflación y deuda. Ya en este primer año de guerra Alemania ha perdido el 4% de su PIB y su inflación ha sobrepasado levemente el 6.5%. Álvaro Nadal, exministro de Industria, ha dicho este pasado 5 de julio en la Fundación Olaf Palme de Barcelona, según lo informa El País Barcelona, que las sanciones y los embargos no están funcionando. Y cita: «Yo no veo que la economía vaya a tumbar la guerra, porque Putin está debilitado, pero Europa también. La Unión Europea necesita más unión política y económica.»

Dice mucho en favor de la racionalidad de nuestros jefes (!) que siendo la guerra algo que daña a Europa cuando el fin de todo el proceso es dañar a Rusia, aseguren una y otra vez que ayudarán a Ucrania hasta el fin de los tiempos sin entender que ese fin lo están trayendo ellos y tiene nombre y apellidos.  La doctrina Morgenthau, que defendía hacer de Alemania un país agrícola. Le libró de ese destino el que los USA necesitaban una firme fortaleza frente a la URSS, necesidad que hoy no tienen porque se proponen sustituir a Alemania y su Ostopolitik por un zócalo de odio y mal hacer estratégico a cargo de los países bálticos, Polonia y lo que quede de Ucrania.

Recuerden: ellos son los que firmaron con el Blob el golpe de Estado contra un gobernante legítimo, Viktor Yanukovitch, los que lanzaron el Maidan y los perros de la guerra a los ucranianos del Donbass, los autores de la masacre de Odesa y de Kharkov. Y los que se proclaman orgullosos herederos de los padres de la Patria Stepan Bandera y Roman Sukhevich. Esto merece capítulo aparte. Sukhevic fundó la I República ucraniana el verano de 1941 bajo la protección del Tercer Reich y de su Führer Adolfo Hitler. A continuación aniquiló a toda población judía cercana. Ese mismo verano fue a Lviv y participó al frente de su unidad, la Roland, en uno de los episodios más terribles del Holocausto, la matanza de Babi Yar, unos treinta mil muertos en tres días. En ese momento ondeaba sobre el Ayuntamiento de la ciudad la bandera rojinegra nazi de sangre y tierra. La misma, por cierto, que llevan los del Batallón Azov y los de Pravi Sektor hoy. Y volviendo a Shukevich terminó el año aniquilando el ghetto de Ternopil, ciudad donde había un censo de un 44% de judíos. Bien, pues hoy esa ciudad, símbolo del Holocausto, sacrificio sobre el que hay mucha literatura publicada, ha decidido llamar a su Estadio Municipal Roman Sukhevich.

Esto es lo que nos trae el nuevo orden mundial. El blanqueamiento de los nazis, como muy bien lo ha denunciado Rafael Poch y en lo estratégico un zócalo de extrema derecha antisemita y católica espesa hecha de diversas personalidades, todas ellas con un cañamazo común de odio a Rusia. Ese frente/ fortaleza recuerda al propósito de Hitler con la frontera rusa, según Jonathan Littell nos cuenta en Las Benévolas. Levantar un rosario de castillos desde donde los cachorros de los Herrenvolk hiciesen incursiones contra los aborígenes. De esa manera se escogería a los mejores reproductores para las mujeres arias que les esperaban dentro del programa Lebensborn. Algo une a polacos, bálticos y ucranianos también. Un antisemitismo primario y una estructura política totalitaria, véase como pelea la UE con Polonia para intentar parar su descenso a los infiernos del odio. No olviden que Pildsuski, para poder llevar a cabo su intento de hacer revivir la Confederación Polaco Lituana, hubo de romper con la democracia y proclamarse dictadura, lo que trajo el cuarto fin de Polonia, y de seguir así terminará en el quinto desastre de Polonia y de todos nosotros.

En fin, hay razones bastantes para estar indignado. Sobre todo porque yo no fui a Cambodia de vacaciones. Estaba rodando un documental sobre las causas de la emigración a nuestro jardín, el Desierto y las olas y mi guía en Cambodia fue ese Obispo jesuita y ejemplar que es el Padre Figaredo. Y vi el paisaje de desolación y muerte en el que juegan un papel decisivo, como iconos del horror, la silla de ruedas y las muletas. Esto no pueden hacerlo los míos. No se puede hacer de Ucrania otra Camboya. La famosa contraofensiva ha fracasado. Nada la va a hacer revivir. La frase de Stoltenberg «hablaremos de OTAN solo después de la contraofensiva» pasa por derecho propio a la historia de la infamia y deja corta las crueldades de ese general salvaje que fue Douglas Haig. Ninguna sorpresa. Stoltenberg fue el propagandista global de que Sadam Huseín  tenía armas de destrucción masiva. En fin, el pueblo ucraniano está siendo víctima del fracaso de un pacto fáustico entre el Blob USA y la extrema derecha georgiana, ucraniana y báltica. Esa minoría filonazi firmó el Maidan y ellos son responsables de todo lo sucedido después.  En lo referente a bajas ucranianas, el número es fácil de comprobar. Miren una pirámide de población. Los sujetos de 18 a 28 años llenan un porcentaje inferior a la mitad de lo que es normal en un país sin desequilibrios. El resto del porcentaje es el precio de la guerra, un auténtico baño de sangre. Todo ello sin daño para Rusia, pero con gran daño para Europa, presente y futuro. Es ya hora de llegar, como sea a una tregua, acabar con el estado de guerra y convocar elecciones libres bajo supervisión internacional.

El desierto y las olas.

PS: Entrado ya en redacción este artículo, el Primer Ministro camboyano, Hun Sen, ha pedido a los US que se abstengan de emplear munición de racimo con estas palabras: «sería el mayor peligro para Ucrania durante muchos años, incluso cien, si se emplea munición de racimo en las tierras ucranianas ocupadas por Rusia»

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