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PSOE y PP, sorber y soplar al mismo tiempo

Los dos partidos se han cruzado exigencias de dimisión a Pedro Sánchez y a Isabel Díaz Ayuso por cuestiones relacionadas con sus parejas

José Antonio Gómez
José Antonio Gómez
Director de Diario16. Escritor y analista político. Autor de los ensayos políticos "Gobernar es repartir dolor", "Regeneración", "El líder que marchitó a la Rosa", "IRPH: Operación de Estado" y de las novelas "Josaphat" y "El futuro nos espera".
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análisis

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La crispación política que vive España ha provocado, entre otras cuestiones, la generación de un escenario en el que el sectarismo se impone sobre la coherencia. En el ámbito jurídico hay una doctrina, la de los actos propios, que estarían violando ambos partidos, ya que dicen una cosa pero defienden la contraria en base a sus propios intereses.

La doctrina de actos propios limita el ejercicio de un derecho o una facultad mediante la prohibición de actuar contra los propios actos, ya que la conducta anterior de una de las partes de un procedimiento judicial incompatible o contradictoria con sus pretensiones en dicho procedimiento.

Por desgracia, en la política española no es inhabitual reclamar al contrario lo que no se aplica a uno mismo. En la actualidad, hay dos casos que demuestran la incoherencia y la falta de ética de los dos grandes partidos.

La imputación por fraude fiscal y falsedad documental a Alberto González Amador, pareja de Isabel Díaz Ayuso, y las reuniones con Air Europa en las semanas previas a la aprobación del rescate a la aerolínea de Begoña Gómez, esposa de Pedro Sánchez, han provocado exigencias de dimisión cruzadas por parte de los dos partidos.

Es decir, reclaman al contrario lo que no se aplican a sí mismos en dos casos que afectan, en distinto grado, a las parejas de los dos líderes de los principales partidos políticos.

Tanto PP como PSOE han cerrado filas con Ayuso y Sánchez, al igual que han mantenido silencios absolutamente insoportables para la democracia española. Una defensa sectaria del propio y exigir al contrario lo que no se aplican a sí mismos.

Ambos casos son gravísimos tanto desde un punto de vista político como ético. En el caso de Ayuso, a pesar de que los hechos investigados por la Fiscalía se produjeron antes de que iniciara su relación con González Amador, posteriormente se ampliaron los pagos de la Comunidad para uno de los principales clientes de la pareja de Ayuso: Quirón Salud.

Respecto a Begoña Gómez, las reuniones con Globalia en las semanas previas a la concesión del rescate a Air Europa por parte del Consejo de Ministros debieron haber provocado que Pedro Sánchez se hubiera levantado de esa reunión ministerial hasta que se hubiese resuelto. Tal vez el resultado hubiera sido el mismo, pero no habría sospechas de conflicto de interés.

La crispación, el sectarismo, el cierre de filas y el estar constantemente a la defensiva es insostenible e insoportable. Por ética política, ambos líderes deberían haber presentado la dimisión de inmediato una vez que se conocieron ambos casos. Sin embargo, en España se ataca muy bien pero no se dimite a tiempo.

Tanto el PP como el PSOE tienen demasiados muertos en el armario que son utilizados como herramienta de carga pero no son lo suficiente como para aceptar la responsabilidad que ello conlleva.

La situación actual es insostenible. No hay mártires ni víctimas porque todos son culpables. Mientras la guerra política se encona, la sociedad se crispa porque las buenas intenciones que pueda tener el gobierno se diluyen en las luchas partidistas. Parece que eso no preocupa a Pedro Sánchez, a Alberto Núñez Feijóo o a Isabel Díaz Ayuso.

El mejor ejemplo de ese desprecio a la ciudadanía es la no presentación de los Presupuestos Generales del Estado. Esta decisión unilateral va a tener un impacto directo en los más vulnerables puesto que, entre otros elementos, no se actualiza el IPREM, el indicador sobre el que se calculan las prestaciones, los subsidios o las ayudas. El gobierno de Pedro Sánchez renunció a presentar el proyecto de cuentas públicas para 2024 porque no querían ni una negociación con los partidos independentistas que, evidentemente, habrían derivado en más concesiones, ni dar la imagen de una nueva derrota parlamentaria. Es decir, se impusieron necesidades políticas a las de la ciudadanía.

Por su parte, el gobierno de Isabel Díaz Ayuso es el mejor ejemplo de cómo las teorías liberales radicales defendidas por la lideresa del PP están generando gravísimos problemas sociales en materias fundamentales como la sanidad, tal y como se puede comprobar en los datos alarmantes de las listas de espera.  

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