lunes, 29abril, 2024
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Rodrigenius; un Leibniz en ciernes

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análisis

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He conocido a niños listos, truchas, abusados, agudos, brillantes e inteligentes. O algunos muy buenos en los juegos infantiles (trompo, balero, canicas, en mi época), para los deportes individuales y de conjunto, para la gimnasia, para el baile, para el canto. Otros que destacan en la lectura rápida, en las sumas y restas. Pero lo difícil es identificar al creativo, al sabio, al genio, atributos muy valorados en quien los tuvo, hizo la diferencia en su tema, área más allá de su medio y de su tiempo.

De estos últimos hay señales; suelen caminar y hablar tempranamente, comprenden y tienen un desarrollo cognoscitivo más rápido que los de su misma edad, tienen una excelente memoria, fijan la atención y la escucha en pláticas que no participan. Atosigan con preguntas difíciles de responder. Leen y sacan cuentas con precocidad. Son síntomas de capacidad, de dotación y genialidad. Casi todos los sabios, genios, prodigios fueron niños precoces, es un indicio para alertar a la familia y a la escuela, porque tarde o temprano el precoz necesitará atención especial. Si no hay interés, pasará como a la mayoría de los precoces, la escuela baja esa capacidad innata a la de la generalidad de alumnos, en cierto nivel de todo niño, para que ese precoz se vuelva “normalito” y no desentone.

La mayoría de los padres queremos la mejor perspectiva para los hijos, los alentamos a que obtengan resultados que nos superen. Cuando informamos a la escuela de sus características sobresalientes, a veces responden, no se preocupe, ya se le quitará e ignoran su talento, limitando el desarrollo de su potencial. En casos piden que lo vea un psicólogo. No todos tienen la suerte de A. Camus rescatado de un montón de niños por un profesor (“La Peste” de A. Camus muy leído durante la COVID19). Ese niño con alta capacidad intelectual tiene necesidades educativas especiales para evitar su pérdida.

Muchos docentes padecen impotencia o incompetencia al no poder responder a las necesidades de este tipo de alumno y pueden llegar a rechazarlos. Algunos tienen falsas creencias y prejuicios hacia ellos que dificultan la atención educativa. Los conocimientos que poseen no les permite identificarlos, en consecuencia, no hacen intervenciones de calidad. Y este alumno termina siendo uno más, pero más eficiente. Otros se pierden en inadaptaciones. Los menos, si no se les encamina por sendero correcto, se refugian en la maña. Por otro lado, muchos de los grandes genios no lograron gran cosa en las escuelas como; Issac Newton, J. Maxwell, A. Lincoln, A. Einstein, M. Twain, M. Gorki, C. Dickens, T. Alva Edison, C. Darwin, M.C. Escher, por citar algunos.

Lo difícil para un niño genio, prodigio y en vías de convertirse en sabio y/o eminencia, es sobrevivir a esta etapa infantil sin que se marchite su capacidad innata después de los 10 años, cuando muchos la pierden. Ha habido muchos prodigio que surgen como fuegos artificialesconsumiéndose rápidamente. Otros como W.A. Mozart que hasta su muerte creó música profunda, sublime, misteriosa. Componía e interpretaba con la misma facilidad y fantasía en sus veintes que cuando tenía 5 años. Leonardo da Vinci, nunca perdió su capacidad innovadora, transformadora y creadora en las artes y en la tecnología.

No basta Coeficiente Intelectual (I.Q. en inglés) para tratar de identificarlos, ya que desde hace unos 40 años los científicos lo desconocieron como instrumento para medir la inteligencia (Yo oía un programa de radio de preguntas y respuestas de un tal Dr. I.Q.). H. Gardner, las llamó inteligencias múltiples en; matemáticas, lingüística, motriz, social, artística, musical, espacial. A. Tannenbaum los clasificó en; talentos escasos, excedentes, de cuota y anómalos. Muchos han estudiado la inteligencia en los niños proponiendo definiciones, clasificaciones, características, escalas y modelos, cito a; Renzulli, Gagné, Coriat, Wieczerkowki, Wagner, Feldhusen, Mönks, Piirto, Cattell, McCarthy, Torrance, Goodenough, Raven, Kaufman y una docena más. Para la mayoría de ellos les ha sido difícil establecer un límite claro entre los diversos talentos, capacidades o “inteligencias” para identificar a un niño sabio o genio en potencia; ni cómo se relacionan sus talentos con su creatividad. G. Leibniz establecía una analogía entre el lenguaje matemático con el de la música. Para él ésta es una aritmética inconsciente. F. Nietzsche decía que veía dentro de sí la sinfonía del mundo que él proyectaba en conceptos. B. Russel señaló que Pitágoras le fascinó porque los números dominan el universo. Y A. Einstein lo demostró.

concluyeron que la genialidad o la sabiduría no son hereditarias, de lo contrario tendríamos miles de ellos. Sin embargo, las investigaciones para reconocer dones, dotes y virtudes del alumno en áreas específicas han sido muy útiles. En el caso del prodigio no hay problema, éstas brotan cuando realiza una actividad fuera de lo común para su edad, equiparable a la de los adultos, sea en la música, en el ajedrez, matemáticas y otras áreas. Igual pasa en capacidades físico-biológicas específicas sea; en los deportes, la danza, la gimnasia, el canto, la oratoria y otras, para las cuales hay muchos mecanismos sociales y gubernamentales para identificar a estos niños por los institutos del deporte, de cultura, escuelas y asociaciones especializadas, etcétera.

He de señalar que aún cuando se identifique tempranamente a un niño capaz en un área específica, hay niveles de especialidad. Uno que sea muy bueno en béisbol, todavía está lejos de las grandes ligas. Una sobresaliente en ballet o en gimnasia, tal vez no gane una medalla olímpica, ni baile en Bellas Artes. Alguien muy bueno para tocar cualquier instrumento musical que nunca creará una pieza original. Uno bueno en sacar cuentas, puede ser un buen contador o un perito en estructuras como él que ayudó a P. Ramírez Vázquez en el estadio Azteca y la nueva Basílica de Guadalupe. Identificarlos es un gran paso, después hay que ayudarlos a ser uno de los 3 mejores del país y/o entre los 10 mejores del mundo.

Los que sobresalen en un campo particular son garbanzos de a kilo en la sociedad, proyectan en ella su capacidad intelectual-cultural por la excelencia de sus obras, con su actividad hacen la vida más sana, más inteligible, más humana, armónica y de mayor calidad, aportando en la ciencia, en la tecnología, en la justicia, en la salud, en la política, en la alimentación. No es un médico cualquiera, ni un ingeniero chafa, ni un abogado huizachero, ni político grillo, ni químico del montón. Es quien posee una inteligencia adaptativa, empática, que se diferencía en cantidad y en calidad efectiva de los otros para hacer de ella su fuente de honor. Son los del triunfo profesional. Los que deben ocupar los mejores puestos. Y ser los infaltables líderes. Dijo Carl G. Jung “estos niños son el fruto más hermoso del árbol de la humanidad”. En Europa estiman que el 3% de sus niños de primaria tienen ese potencial, en EUA y Canadá la fijan en 2%. En México sí identificáramos y fogueáramos al 1% de nuestros niños, este país sería otro.

Conozco un niño, de quién diré sólo que se llama Rodrigo. Enmarco este ensayo dentro de las aportaciones de los teóricos señalados. No daré datos de él para dejarlo fuera del curioso escrutinio. Por la pandemia dejé de frecuentarlo por dos años, vivo a 800 kilómetros de él, pensé que como a todos los niños educados a distancia ésta había afectado su maduración cognoscitiva, pero no, aún conserva su potencial. No creo tener el Don para identificar a un superdotado, por más de 50 años en la docencia, en la ciencia y en la cultura he tenido la fortuna de tratar a más de 300 premios nacionales, a docenas de creadores reconocidos internacionalmente, a mas de veinte premios príncipe de Asturias, a una docena premios Nobel, lo que me aventura a este augurio. Este niño puede realizar operaciones aritméticas mentalmente con una exactitud asombrosa. Tiene una memoria fotográfica para describir en un lenguaje correcto algún suceso vivido por él, (lo oído, lo visto y hasta lo que él pensó en aquel momento). Que reconoce las banderas, las monedas de cualquier país, sus capitales y datos demográficos generales.

Para confirmar mis sospechas envíe a sus padres un cuestionario al respecto usado en Europa, igual les recomendé hicieron las evaluaciones psicológicas para niños de altas capacidades intelectuales, que le aplicaran los instrumentos y test adecuados. Aquí resumo, primero la respuesta al cuestionario y entrevista a los padres. De niño no mostró habilidades psicomotrices, se tardó en andar en bici y en patines, aunque competía en las carreras. Dormía poco, pronto fue capaz de sostener la cabeza erguida y mirar alrededor como si reconocieran las voces o inspeccionara la habitación. Su padre dice; tenía una mirada pesada. Como la que buscan en niños del Tíbet cuando muere el Lama. A los dos años era capaz de hacer oraciones completas gramaticalmente, aunque pronunciara incorrectamente. Antes de los tres años era capaz de mantener una conversación fluida con un lenguaje rico y utilizado correctamente, llamando la atención de sus mayores al escucharlo. Hacia preguntas diferentes a las de los demás niños de su edad, preguntando incluso significado de las palabras y cuando utilizarlas. Llamó la atención su memoria e interés en los números y las letras. Con tres años aprendió el abecedario y solucionó mudarse de ropa y asearse solo. A los 6 leyó su primer libro completo. No es un Francis Galton, quien a los 5 años leía y escribía en inglés y en latín. Torcuato Tasso a los 7 años lo hacía en italiano, latín y griego. Distinta época y ambiente.

Rodrigo tiene una vista penetrante y aguzada. No mira, perfora con la mirada. Poco escapa a su vista, hasta los detalles de una escena son por él observados, percibidos y analizados, incluso aquellos cuya presencia otros no advierten. La mirada escrutadora puede molestar a otros por sentirse juzgados. No es capaz de dibujar una imagen fielmente como otros niños con ese talento (de muchos pintores), pero sí relatar los detalles significativos de un escenario, con más elementos y en un lapso más corto que otro niño. La capacidad de figuración le otorga alta eficacia para recordar, recrear y secuenciar imágenes. Tal vez pueda transformarlas, modificarlas y descifrar su información. Tiene buena capacidad de orientación y pude retener imágenes al pasar por una carretera. Probando un dicho; capta las cosas al vuelo.

Rodrigo tiene oído de jabalí, muy agudo. Distingue simultáneamente informaciones sonoras procedentes de diversas fuentes, como si dispusiera de varios canales auditivos. Todos los mensajes acústicos que percibe son tratados al mismo tiempo, por lo que puede reaccionar indistintamente a cualquiera de ellos, para sorpresa de las personas que están con él, convencidas de que no podría escuchar una conversación porque estaba con su Tablet jugando, sonando la radio y alboroto en la calle. No solo lo oye, asimila perfectamente. Además, discierne sonidos de baja frecuencia de otros, Un susurro, un rumor o un hilo sonoro llegan a su cerebro con la misma nitidez que uno imperceptible para cualquiera. Ha habido músicos que al oír los animales o cualquier ruido exclaman la nota musical que representa, Sol sostenido o Re menor, dicen prestos.

Cuando lo oyeron decir que su cuarto apestaba a viejos, porque en el habían dormido sus abuelos notaron esa capacidad de servirse de los olores para informarse de las personas y las cosas que lo rodean. Rara vez habla de ello, ignora que los demás carecen de ese sentido, piensa que su fino olfato es una tara vergonzosa y calla después de aquel comentario. Con su olfato ensancha su receptividad sensorial, aumenta el número de datos sensibles a tratar por su cerebro. Gracias a ello comprende cosas invisibles e imperceptibles para los demás, saca conclusiones y memoriza elementos que enriquecen la complejidad de su pensamiento. Si tuviera desarrollado el gusto, podría decir que es un potencial catador de vinos o un chef asombroso. Igual si fuera sensible al tacto con los materiales y demás, sería un insólito textilero, un gran diseñador ergonómico o uno que integre mejor los componentes de un objeto.

R. Descartes, dijo hace más de 300 años de la relación inseparable entre los pensamientos (mente) y las sensaciones (cuerpo). Son muchos los científicos y artistas que han comprobado esta relación en su acto creativo incluso han señalado que la imaginación, la intuición y la ilusión como dijo L. Pasteur, son en aquel, determinante. Quien no puede imaginar, tampoco puede inventar o revelar algo nuevo. Lo han dicho de diversa manera B. McClintock, R. Feyman, P. Picasso, B. Riley, C. Bernard, A. C. Clarke, W. Lipscomb, S. Ulam, I. Allende y muchos más. El alto grado de percepción y desarrollo de los sentidos de Rodrigo no es difícil suponer creatividad en él, aunque no fue bien evaluado en este concepto, porque además es el más difícil de enjuiciar. Como dijo W. Pauli, en algún lugar del inconsciente del humano el papel de los conceptos claros y distintos se ve asumido por imágenes con un fuerte contenido emocional, que hacen gritar “Eureka” a los inventores y en los artistas, obras fantásticas como “El Grito” de E. Munch. “Dame un punto de apoyo, una muy larga palanca y moveré el mundo” dijo Arquímedes.

Dado a su capacidad de observación Rodrigo muestra una concentración intensa, con lapsos duraderos de atención en áreas de interés o dirigida a un objetivo alimenta su gran memoria. Esta lucidez apareció en él muy temprano recordando fechas de visita a algún familiar, de cuando la abuela le comentó ciertas cosas, saca cuenta de la edad de un familiar, números de locomotoras vistas durante el año. Puede recordar con facilidad personas y datos, etc. Aprende geografía con pocas lecturas. Es decir, almacena y recupera con rapidez los datos de su memoria. Sus recuerdos son reconstructivos, amplios y detallados, lo que le permitirá centrar sus energías intelectuales en procesos de carácter superior. Será capaz de construir edificios de la memoria. Tiene aptitudes para ver y/o recuperar cosas visibles en un paisaje numérica. Decir las tablas de multiplicar, Habilidad para la numeración, las operaciones de aritméticas y de cálculo, empezó a considerar proporciones. No con la habilidad de algunos autistas capaces de ganarles a las máquinas tragamonedas de los casinos, así que no quieran llevarlo por ahí. A los 8 años realiza esquemas, secuencias lógicas, gambitos, retos y problemas al pensamiento matemático. Nadie sabe porque algunos niños talentosos dicen que ven los números, que no cuentan los resultados, que los ven. Pueden estimar cuantos pájaros van en una parvada, cuantos cerillos tenía una caja al esparcirla por el suelo, por ejemplo. Es una visión interior capaz de describir matemáticamente escenas de la naturaleza, como John F. Nash. Ha habido músicos que convierten números en música y matemáticos que hacen lo contrario. D. Mendeléiev veía las propiedades de los elementos como rostros que le eran familiares. S. Ramanujan, sin educación universitaria, decía que la diosa hindú Namagiri le señaló la solución a más de 6000 problemas matemáticos pendientes.

El diagnóstico psicológico de Rodrigo confirmó mis sospechas, logró puntuaciones superiores a la de un niño de su edad en razonamiento verbal, numérico, espacial, lógico y una gran memoria. Fundamentales para acceder a más y mejor conocimiento. No fue diagnosticado con el síndrome de Asperger. Él destaca en lectura y comprensión, fluidez expresiva, riqueza de vocabulario. Representa y manipula el lenguaje oral o escrito: con buena comprensión, parafraseo, interpretación y memoria de lo hablado; sintetiza, explica lo leído. Comprende y aplica eficazmente reglas gramaticales, ortográficas, usando adjetivos y sinónimos, sin que se los hayan enseñado. Refleja pericia en la lengua (sintaxis, fonética, semántica). Tendrá habilidad para aprender idiomas, para argumentar y debatir. Bueno en los juegos de palabras. Puede hacer oraciones volteando las palabras en un galimatías de palíndromas. Cuando madure cognoscitivamente podrá elaborar mapas mentales relacionando palabras con conceptos.

Tiene una codificación selectiva de la información relevante de la irrelevante para la solución de problemas. Lo comprobé al desparramar sobre la mesa una bolsa de papitas que él traía en las manos y pedirle que estimara cuantas estaban ante su vista. Después de unos segundos me preguntó si contaban las migajas y las partes pequeñas. Era determinante separar los elementos relevantes para poder dar la solución. Hay ejemplos de codificación selectiva, A. Fleming descubrió la penicilina al darse cuenta de la importancia de cierta peculiaridad en lo que había comenzado como un experimento normal. Muchas situaciones exigen utilizar este tipo de codificación en investigación, sea científica, policial u otra, para reconocer con mayor rapidez que información puede ser provechosa para una conclusión en Serendipia. Pero seleccionar información no basta, hay que saber relacionarla entre elementos sin aparente relación entre ellos, aislados, fáciles de ver, pero difícil de coordinarlos y combinarlos óptimamente para conseguir un todo unificado relevante, coherente. La aportación de C. Darwin fue aunar los distintos hechos reunidos para construir una teoría coherente. Los médicos, los juristas y los científicos usan la capacidad de combinar información relevante a un todo vinculado. Rodrigo puede comparar la información nueva con la por él acumulada, como lo exigen las analogías, las metáforas y los modelos para solucionar problemas, establecer diferencias, semejanzas, categorizar y clasificar. El descubrimiento de la estructura del anillo de benceno por A. Kekulé, a partir de su sueño en el que una serpiente doblada sobre sí misma se mordía la cola, le sirvió para interpretar-representar la estructura molecular del benceno.

Los genios ven más allá de lo observable. Tienen mayor eficacia en las asociaciones y transferencias de información, son capaces de establecer fácilmente relaciones entre ideas. Les gusta conceptualizar, abstraer, sintetizar, estructurar, sistematizar. Se inclinan por innovación, prefieren ser productores de conocimiento que consumidores de este. Tienen un elevado potencial para manejar símbolos de forma comprensiva, una imaginación rica de nuevas ideas, únicas y sorprendentes. Un pensamiento fluido combinando ideas y conocimientos. Buscan el perfeccionismo, emprenden una actividad hasta estar seguros de poder realizarla bien. Muchos terminan en la investigación científica. Son rara avis.

Se ha demostrado que niños como Rodrigo poseen un alto potencial de aprendizaje. No sólo son más rápidos que los otros niños, sino que piensan de forma distinta, aprenden y ven los problemas de otra manera, llegan a utilizar formas diferentes para su solución. Rodrigo a veces da soluciones originales que que se aburran con temas o lecciones. Si esto subsiste puede dejar de estudiar o, entrar en conflicto con el profesor o, adoptar una actitud pasiva, sin respuestas, enmascarando su excepcionalidad. Necesitan retos de aprendizaje, acelerar cursos, reubicarlos de nivel. Requieren oportunidades educativas y de servicios no previstos en los programas educativos normales enfocados en adaptar curricularmente al niño. Si la inteligencia es la capacidad para aprender, de razonar, de dar la mejor respuesta a una situación, tener alto rendimiento escolar, entonces este niño es muy inteligente. Norbert Weiner entró a la universidad a los once, se graduó a los 14 años, era candidato a Doctor a los 17, en Harvard.

Carl F. Gauss, diseño un algoritmo para solucionar la caída de la semana santa en el calendario. Rodrigo puede decir qué día de la semana es una fecha del futuro (o del pasado) lejano al presente, sin algoritmo alguno. Al preguntarle como lo hace, me contestó, solo lo sé. “El corazón tiene razones que la razón desconoce” B. Pascal. Le ha pasado a muchos científicos, intuían cosas con alta probabilidad de ser ciertas, pero no las podían explicar, incluso sabían el resultado de sus hipótesis que años después otros comprueban. No sé cuáles son las conexiones y mapas mentales para las combinaciones de fechas que Rodrigo hace. No sé con qué método es capaz de encontrar las permutaciones existentes entre los elementos de un conjunto, ni si tiene incorporados los números primos a sus operaciones mentales, ni de que puede ser capaz si le instruyeran en análisis combinatorio, por ejemplo. Según Ian Stewart, (Mentes Maravillosas, Locos por las Matemáticas, 17 ecuaciones que cambiaron el Mundo) dice que, para poder decir esas fechas, como Rodrigo, se divide el total de días entre ahora y entonces por siete. Si no queda ningún resto, la fecha cae en el mismo día de ahora, si el resto es uno, la fecha es un día después y así sucesivamente. Es aritmética modular cíclica en base a números primos en pautas repetitivas, dice. La aritmética del calendario es repetitiva y exige el primo siete.

La genialidad en un individuo aparece cuando es capaz de visiones novedosas que inciden en todas las culturas. Einstein, hizo avanzar a la ciencia, otros como él, hacen aportes trascendentales universales y contribuciones importantes de manera que quienes en el futuro trabajen en sus áreas tendrán que referenciarlos si quieren superarlos. C. Darwin, S. Freud, C. Marx, son casos del canon universal por diferentes culturas y épocas, de ahí su genialidad que comienza a manifestarse alrededor de los 10 años, según W. James, J. Piaget y otros. La biografía conocida de los genios indica más o menos esa edad madura, cognoscitivamente. A diferencia del talento kinestésico, que es acelerado, en la genialidad no se sabe el ritmo de su evolución y, si coincidirá con la adquisición del pensamiento abstracto, con el desarrollo de habilidades más sofisticadas, con el razonamiento deductivo e inductivo para formular hipótesis y analizar problemas complejos. A partir de esta maduración podrá desarrollar su potencial intelectual que mantendrá por largo tiempo. Ya no podrá detener ese pensamiento que, sin descanso, escruta, analiza, integra, asocia, anticipa, imagina, pone en perspectiva. Pensará en todo y todo el tiempo, intensamente, activando hasta el infinito, la precisión, la disección, incluso, la anticipación al riesgo. Con todos los sentidos alerta. Rodrigo no es un genio, todavía, porque a diferencia del prodigioso, la evolución de la sabiduría es lenta y compleja, él posee las aptitudes para lograrlo.

A Rodrigo le esperan obstáculos. Acostumbrado a comprender deprisa, a memorizar sin esfuerzo, se desconcertará (en un principio) por qué las cosas y las personas no funcionan como deben. Las horas de clase pueden hacerse larguísimas ante una enseñanza que no le permite desplegar sus habilidades y, lo desmotivará. El aburrimiento va a emponzoñar su trayectoria escolar. Habrá un desfase entre su ritmo y el de los demás. No podrá expresar lo que piensa como quisiera de forma rápida y espontanea por lo que puede sentirse incomprendido. Las personas de su entorno, que saben de sus talentos, le exigirán rendir en muchas áreas, le resultará insoportable que se los supongan en varios campos. Estará confuso de ir sólo, por delante y, tendrá que saber abrazar la soledad. En momentos soñará con la vida de los demás. Criticará las debilidades del grupo al que quiere pertenecer. Envidiará esa espontaneidad, esos placeres simples y felicidad elemental de los que parecen saber cómo vivir y qué hacer. Seguros de quiénes son, de las decisiones que toman, de la vida que llevan, de lo que dicen y piensan.

Cuando se tiene semejante capacidad es difícil no detectar, juzgar la fragilidad, la debilidad, los límites o, causar inseguridad, temor de arriesgarse, estados de inquietud, de impaciencia o de ansiedad. El inmovilismo le acechará, cayendo en una inercia, dejándose llevar por la corriente. El miedo a fallar puede dejarlo a medio camino, estancado, y tenderá a justificarse. Tendrá que soportar el menosprecio, la envidia de la gente corriente y común que lo bulea o lo aísla. Buscará pasar inadvertido, no destacar en los grupos para ser aceptado. Querrá confiar en alguien de quien aprender. Debe reconocer el miedo y las consecuencias que provoca. Y actuará como G. Leibniz, buscará la solución en sus propias aptitudes y conocimientos para llegar más lejos, más alto de lo que se le enseña. Eso puede motivarlo y conducirlo más rápido a mejores expectativas y realizaciones.

Es curioso, hay educación pública para niños con problemas de aprendizaje, pero no hay programas para niños en el otro extremo. Los esquemas ideados por el gobierno mexicano hace unos 20 años identificaron algunos talentos artísticos y deportivos, ese programa ya no existe, antecedente de lo que hoy llaman semillero de creativos. Hay estados; Jalisco, Nuevo León, Querétaro, Puebla, tal vez algún otro que desconozco, que continúan con el esfuerzo de adelantar y promover niños a grados superiores de educación. La UNAM, la Universidad de Guadalajara, tal vez una más, tienen un programa especial al respecto. Hay en el país pocos lugares que atiendan a estos niños excepcionales. La mayoría de ellos de capital privado apoyados por empresas. Muchos no son confiables, no cuentan con personal experto, ni con el material o las herramientas adecuadas, en ellos terminan los niños y los padres frustrados. El reto es caer en el correcto. En su origen el Centro de Ciencias de Sinaloa buscaba apoyar y enriquecer la creatividad de niños destacados para poder identificar a posibles científicos.

Rodrigo tiene el afecto familiar y la comprensión de sus padres que tratan de ayudarlo. Él es de una familia con educación universitaria que valora el trabajo, con altas expectativas en el potencial y talento de sus hijos, fomentando sus intereses, atendiendo sus demandas intelectuales y recreativas. A diferencia de aquellos quienes tras un diagnóstico similar al de Rodrigo, les invade el miedo, la inseguridad, la desorientación, los prejuicios y los estereotipos, a ellos les angustia la pérdida del niño “normal” cuyo cuidado podrían hacer sin conflicto, se sienten incapaces de atender sus necesidades especiales, temen no conseguir potenciar el desarrollo con esta sobrecarga añadida. Otros los perciben como problema, con responsabilidades y angustias que no quieren tener, prefieren que no destaque para evitarle inadaptaciones, reclusión e infelicidad. Consideremos que los progenitores hoy tienen poco tiempo y no suelen poseer los medios para poder educar adecuadamente a estos niños.

La familia de Rodrigo está en la búsqueda de una respuesta educativa adecuada a sus talentos. En la ciudad capital del estado donde viven no hay. México ya no tiene una política pública al respecto, a pesar de que de esas mentes ha salido tanto progreso científico. Los países avanzados lo saben y tienen programas especiales para ellos. A sus padres les requerirá un esfuerzo adicional en esta tarea compleja. Hacen lo mejor, con buena autoridad lo guían y dirigen en un clima armónico en el que pueda expresarse, sin que le genere estereotipos. Evitan etiquetarlo de Nerd (cerebrito o lumbrera en mi época) menos de “genio” para tenerlo a salvo de curiosos, de mediáticos.

Hay una probabilidad del 50% de que yo me equivoque, dependerá de que alguna institución lo cobije para que lo logre y en su futuro no cambie, ni pase de una profesión a otra insatisfecho, sin encontrar su sitio, en depresión y lamentando lo que no hizo. El caso es que podemos perder a otro que podría ser un polimata (con varios talentos) como L. da Vinci, Vesalio, Miguel Angel, y entre algunos más, el mexicano Antonio Haas (él del aguacate mal escrito) u algún otro. Como dije, conozco un niño con una genialidad en ciernes, tal vez no llegue a saber si logró ser un G. Leibniz, un P. Erdös, un P. B. Medawar, un N. Bohr, un E. Myer, o un W. Pauli. Y no lo constataré, ya me habré ido.

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