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Socialistas, socialdemócratas y populares abren la puerta del poder a la extrema derecha

Los partidos socialdemócratas confirman su debacle y sólo obtendrían la victoria en Suecia en las próximas elecciones europeas, tal y como ha reflejado un estudio de Ipsos para Euronews. En España, Pedro Sánchez lleva al PSOE a quedarse casi un 10% por debajo del Partido Popular

José Antonio Gómez
José Antonio Gómez
Director de Diario16. Escritor y analista político. Autor de los ensayos políticos "Gobernar es repartir dolor", "Regeneración", "El líder que marchitó a la Rosa", "IRPH: Operación de Estado" y de las novelas "Josaphat" y "El futuro nos espera".
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análisis

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Las próximas elecciones al Parlamento Europeo serán el primer golpe de fuerza global por parte de la extrema derecha. Mucha gente se pregunta ¿había tanto fascista o nazi oculto en la Unión Europea? Si se analiza este fenómeno desde un punto de vista de las ideologías es que no se está entendiendo. Eso es lo que les ocurre a los partidos mayoritarios y a sus militancias: ese crecimiento de las formaciones de extrema derecha no es una cuestión ideológica, sino que esconde un fenómeno social mucho más profundo que parte del fracaso de las opciones tradicionales y de la incapacidad para hacer frente a las necesidades reales de la ciudadanía. No hay más que consultar dónde está creciendo ese apoyo a este tipo de partidos y líderes: en las zonas de clase trabajadora.

Según la macroencuesta realizada por Ipsos para Euronews, al menos un 20% de las personas con derecho a voto de los países de la UE apoyarán a las formaciones de Giorgia Meloni, Santiago Abascal, Marine Le Pen o Viktor Orban.

Los datos del sondeo realizado en 18 países de la UE muestran cómo las formaciones de la extrema derecha sumarían 149 escaños, muy por encima de los socialistas y socialdemócratas, que se quedarían en 136. Por su parte, el Partido Popular Europeo obtendría 177 eurodiputados y los liberales 85. Los partidos a la izquierda de los socialistas y socialdemócratas se quedan en la insignificancia, dado que lograrían sólo 97 escaños.

Con esta proyección dada por la encuesta de Ipsos, las coaliciones se hacen muy complejas, dado que están en juego 720 escaños, por lo que la mayoría absoluta se sitúa en 361. La única suma posible es muy compleja, puesto que se necesitaría un pacto entre el PP europeo, Renew (liberales) y socialistas/socialdemócratas.

Los partidos tradicionales, los máximos responsables

Más de un 20% de los ciudadanos de la Unión Europea no son fascistas ni neonazis. El problema está en que los partidos tradicionales, sobre todo los de perfil de centro izquierda, han sido incapaces de solucionar los problemas reales de sus ciudadanías cuando han gobernado.

La postura de la UE frente a las gravísimas consecuencias de la crisis de 2008, donde se apostó por unas políticas austericidas de corte neoliberal, fueron demoledoras para muchos países miembros. En algunos casos, como España, aún no se han superado esas consecuencias que se han agravado con las gravísimas secuelas de la pandemia y de la guerra de Ucrania.

En general, en los países europeos siempre han gobernado o el Partido Popular o el Partido Socialista/Socialdemócrata. En algunos casos en solitario y, en otros, en coaliciones de diferente cariz. El resultado ha sido el mismo: incrementar las ratios de desigualdad, reducción de los salarios, depreciación de las condiciones laborales y, sobre todo, impunidad de múltiple cariz para los poderosos.

Los partidos tradicionales de centro derecha y centro izquierda han renunciado a la democracia para convertirse en cómplices de la plutocracia actual. Todos y cada uno de los gobiernos se someten a los intereses de las grandes multinacionales o de las clases privilegiadas, caiga quien caiga y tenga las consecuencias sociales que se tengan.

Todo esto ha derivado en que los ciudadanos no se fían de la clase política. Ninguno les garantiza una mínima prosperidad y un respeto de sus derechos. Si a eso se une la complicidad de la Justicia, entonces el cóctel es explosivo. Se pasa de un Tequila Sunrise a un Molotov en poco tiempo. Las ciudadanías están hartas y ya no se trata del voto de castigo a un determinado partido o líder político, sino que es una reacción contra el propio sistema.

La ciudadanía no puede entender, por ejemplo, que los políticos populares, liberales o socialistas/socialdemócratas no hagan nada frente a la creciente desigualdad. No es de recibo que las clases políticas permitan que las grandes empresas de todos los sectores productivos obtengan beneficios históricos de cientos de miles de millones de euros, pero los salarios se depauperan a la vez que los precios de los productos básicos se disparan.

Los índices de pobreza están llegando a niveles históricos, pero ni el centro derecha ni el centro izquierda luchan contra ello.

Sin embargo, tanto el PP Europeo como los liberales o los socialistas/socialdemócratas analizan el fenómeno como una cuestión ideológica. Se escuchan discursos tan absurdos como que «hay que poner un muro contra la extrema derecha» o «la democracia vencerá la amenaza de la extrema derecha». En cambio, la extrema derecha sigue subiendo, salvo en los países donde una parte de la misma está dentro de los aparatos de los partidos conservadores.

Además de la incapacidad manifiesta, nos encontramos con la implementación de políticas de reducción indiscriminada de los impuestos a los más ricos, a las grandes empresas y multinacionales por la teoría simplista de que si esos poderes disponen de más dinero lo invertirán en crear más empleo, lo cual se ha demostrado que es falso.

Por tanto, la extrema derecha sigue creciendo como la mejor muestra de que la ciudadanía se está rebelando contra un sistema en el que no se les garantiza un bienestar mínimo mientras los gobiernos de diferentes colores ideológicos se entregan a los grandes intereses. En consecuencia, mientras no haya una modificación de las acciones de gobierno, la extrema derecha seguirá subiendo porque la cuestión ha superado las fronteras de la política.

La inmigración, la llave maestra

El crecimiento de la extrema derecha mostrado en la encuesta de Ipsos es paralelo al de la ineptitud y la incapacidad de los partidos tradicionales, tanto de derechas como de izquierdas. Sucede lo mismo con el incremento de la desigualdad y el aumento de los procesos migratorios.

En los últimos meses, Joe BidenEmmanuel Macron y Rishi Sunack vieron debilitada su posición por culpa de temas relacionados con la migración ilegal y el modo de afrontarlo. Este es un asunto que no se resolverá en el corto plazo ni con medidas inmediatas, sino que requiere planes que vayan más allá de la protección de las fronteras nacionales.

Sin embargo, la gente quiere soluciones inmediatas y la extrema derecha las promete a través de medidas basadas en la represión, la violencia y la violación de los derechos humanos. El problema está en que cada vez más gente, desesperada por su situación personal, apoya este tipo de soluciones.

Donald Trump en Estados Unidos, Giorgia Meloni en Italia y Geert Wilders en Países Bajos alcanzaron el poder con discursos xenófobos y prometiendo medidas radicales contra la migración. Sin embargo, en otros países el peligro está más cerca de lo que muchos puedan pensar.

Ha quedado demostrado que la llegada al poder de esos líderes de extrema derecha no ha conseguido frenar la llegada de migrantes a sus países. En Italia, por ejemplo, todas las medidas presentadas por Giorgia Meloni están fracasando como, por ejemplo, el proyecto de enviar una flota militar a las costas africanas para evitar la salida de los migrantes.

La cuestión migratoria ha provocado, incluso, que los gobiernos modifiquen sus posturas históricas respecto a conflictos internacionales. En España, el presidente Pedro Sánchez dejó vendido al pueblo saharaui para defender a Marruecos para, entre otras cosas, frenar la llegada de migrantes a las costas españolas. En el verano y el otoño ha quedado demostrado que el precio que pagó Sánchez no ha servido para que las embarcaciones lleguen, por ejemplo, a las Islas Canarias.

Una debacle más de Pedro Sánchez

El desprecio de la ciudadanía española a la Ley Sánchez de Amnistía tendrá su primera piedra de toque nacional en las elecciones europeas y, evidentemente, según el sondeo de Ipsos todo indica que el PSOE va a sufrir las consecuencias de los cambios de opinión de su líder. El PP lo superaría en cerca de un 10%, mientras que Vox crece respecto a los comicios de 2019.

Hay que tener en cuenta que el desprecio a una ley cuyo único objetivo final es mantener a Sánchez atornillado a la Moncloa es mayoritario en España. Más de 60% de los votantes del PSOE también se opone a la misma y ahí es donde puede venir la debacle.

Las elecciones europeas suelen tener una elevada abstención y, en este caso, una gran parte de los electores que habían votado a Sánchez en las generales de julio de 2023 optará por quedarse en casa antes que dar su apoyo al PP, a Sumar, a Podemos o, por supuesto, a Vox. Entre el votante socialista más centrista, sí puede haber un trasvase hacia el Partido Popular.

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