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¿Todos los brotes de menores de edad son igual de importantes?

Javier Pérez Soriano
Javier Pérez Soriano
Profesor de Secundaria. Licenciado en Química. Técnico Superior de Prevención de Riesgos Laborales y Máster Universitario en PRL. Formador de Formadores en Seguridad y Prevención de Riesgos Laborales. Autor del portal www.prevenciondocente.com
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análisis

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Entiendo perfectamente el interés informativo despertado por el macrobrote originado por los viajes de estudios a Mallorca, que ya ha dejado más de 2.000 menores contagiados de hasta trece comunidades autónomas diferentes. Lo que no es entendible es el vergonzoso y vergonzante apagón informativo que ha habido a lo largo de todo este curso por parte tanto de las administraciones como de los medios de comunicación, y que ha supuesto obviar los otros 7.000 brotes —más de 175 de media por semana— producidos en centros educativos, y que han provocado la infección de más de 45.000 docentes, alumnos y alumnas, solo por brotes durante el curso. Eso sin tener en cuenta los últimos contagios de la isla.

Resulta curioso que cuando la práctica totalidad de los centros educativos no hemos realizado viajes de estudios en las circunstancias actuales para no asumir riesgos innecesarios, y menos, al final de un curso tan complicado y que tanto esfuerzo ha supuesto para toda la comunidad educativa, sí haya sido tan fácil que miles de alumnos y alumnas de distintas comunidades coincidan al mismo tiempo en Mallorca, lugar turístico por excelencia, cuando además representan el grupo de edad con la mayor tasa de contagios actual; tienen la menor proporción de inmunizados; son el colectivo que menor sensación de riesgo tiene y con mayor capacidad de socializar. Todo ello con espacios como tiendas y bares abiertos, festivales de reguetón… ¿Qué podía salir mal? ¿Realmente toda la responsabilidad es de los jóvenes?

Dicha situación, además, ha generado la tormenta perfecta cuando al detectar los primeros positivos y aplicar la figura de contacto estrecho —protocolo que hemos tenido que activar de la misma manera cientos de veces a lo largo de todo el curso en los centros educativos— se ha puesto en cuarentena a menores en ausencia de sus padres y fuera de sus residencias. Si bien la situación epidemiológica era clara —cualquier persona que sea contacto estrecho debe guardar diez días de cuarentena—, se da la paradoja de que, según la Fiscalía de Baleares, dicha medida «no resulta plenamente justificada, ni proporcionada», ya que se les ha considerado sospechosos de contacto a los jóvenes, simplemente por su condición de estudiantes en viajes de estudios, pero sin precisar sospecha concreta. Eso ha supuesto que durante unos días más convivan todos juntos en un mismo hotel, en el cual se ha podido apreciar cómo pasaban de una habitación a otra a través de los propios balcones. Cuando pasados unos días el juzgado anula el confinamiento de aquellos estudiantes que han dado negativo en las pruebas, estos vuelven a sus casas, escribiéndose así un nuevo episodio en esta historia: esos jóvenes iban dando positivo de manera progresiva conforme iban llegando a sus lugares de residencia.

Toda esta sobreexposición informativa hace que ahora parezca que son los menores el principal foco de contagio, pero ¿por qué precisamente ahora? ¿Tiene que ver con que los centros educativos estén cerrados? ¿Está relacionado con la intención del Ministerio de vacunar a los jóvenes? Hasta la fecha todo lo concerniente al contagio de menores se había ocultado de manera deliberada, con la inexistencia de datos oficiales desde principio de curso, de tal modo que los únicos publicados por el Ministerio, como los de los brotes, también desaparecieron -por acuerdo con las comunidades autónomas- en el mes de febrero, cuando el incremento de contagios en colegios e institutos estaba subiendo de manera acelerada. Para hacerse una idea del calado de la medida, indicar, que mantener abiertos los centros educativos en dicho mes se hizo a costa de que se produjeran 75.000 contagios en el entorno escolar. ¿Mereció la pena?

También resulta curioso que a la par de la sobreinformación relacionada con el macrobrote de Mallorca, y una vez acabado el periodo escolar, el Ministerio de Sanidad comience a hacer público los niveles de incidencia acumulada de contagios por grupos de edad, donde —¡oh, casualidad!— el grupo de 12 a 19 años es el segundo con mayor incidencia, muy destacada por encima del resto. Pero es que si hacemos caso a los datos publicados por el Departament de Salut de la Generalitat de Catalunya, una de las pocas comunidades que ha publicado datos oficiales desde septiembre, dicha situación ha sido prácticamente la misma desde el comienzo del curso ahora finalizado.

Que lo que ha pasado en Mallorca ha sido importante, por supuesto, pero también lo ha sido, y muchos más, la sangría continua semanal -sin cobertura mediática ninguna- de los más de 7.000 brotes ocurridos a lo largo del año escolar, muchos de los cuales se han originado cuando todavía no había casi nadie vacunado.

Por desgracia, esos datos pueden ser nada más que la punta del iceberg. Según el Ministerio de Sanidad, para que sea declarado un brote, se deben dar tres o más casos positivos en los que exista un vínculo epidemiológico. Es decir, que los infectados hayan compartido un cierto espacio durante un tiempo determinado bajo ciertas condiciones. El problema es que para que en los centros educativos se declare un brote, los, al menos, tres casos deben ser diagnosticados al mismo tiempo de manera previa a que sus progenitores tengan síntomas, ya que como la mayor parte del alumnado contagiado pasa la enfermedad de manera asintomática, si el progenitor es detectado de manera previa, se considera que es el adulto el que ha contagiado al menor, y no al revés. En este caso, el orden de detección es fundamental para decidir si hay o no brote. Pero es que como además ocurre en la mayoría de las comunidades autónomas, al llevar mascarilla casi nunca se pone a ningún menor en cuarentena, y por lo tanto no se realiza cribado alguno. Así, cualquier contagio relacionado lo más probable es que se sume al cajón desastre del brote familiar, y no al escolar.

En base a todo ello surgen un montón de preguntas a las que estoy seguro no nos van a dar respuesta. ¿Por qué los brotes, una vez acabado el periodo lectivo, son más noticiables que durante el curso? ¿Por qué razón una cuestión que ha sido olvidada deliberadamente durante nueve meses es ahora tan importante? ¿Estará relacionado con la futura campaña de vacunación en menores y con generar un determinado estado de opinión? ¿Es lícita la manipulación sobre cuándo interesa publicar ciertos datos y cuándo no en función de intereses políticos?

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