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Un acto de valentía

Primera Parte

José Miguel Ruiz Valls
José Miguel Ruiz Valls
Licenciado en derecho por la UNED. Cambió el oficio de abogado por el de escritor tras más de 20 años de práctica forense. Autor de los libros de ensayo "Todo Tiene Una Razón" y "Todo Al Revés”.
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análisis

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Alguien, no importa quién, le preguntó al maestro -¿Cómo sé que lo estoy haciendo bien?- … -Si te sientes bien es que lo estás haciendo bien.- Fue la respuesta.

Sentirse bien es el único  «objeto» de lo que podemos llamar «religión natural»; la que siempre ha existido y siempre existirá, independientemente de las que inventemos. ¿O puede dejar de sentir el ser humano? Para sentirse bien, obviamente, hay que empezar por sentirse, por prestar atención a lo que sientes, a cómo te sientes. Eso mismo es «Mirar hacia adentro».

El caso es que puede que hayas olvidado la mayoría de cosas que hiciste en tu vida pero, ciertamente, cada una de ellas dejó su impronta, te marcó (Elevó tu autoestima o la bajó, que es como decir que te llevó a vibrar más alto o más bajo). Cada una de esas cosas que hiciste te hizo sentir cobardía (Debilidad), y te hiciste más cobarde (Más débil); o te hizo sentir valentía, y te hiciste más fuerte. Si haces el experimento de sentirte ahora, lo que sentirás es el resultado de sumar todos tus actos valientes y restar los cobardes. Si el balance es positivo (Si hubo más valentía que cobardía) te sentirás pletórico, te sentirás bien.

Como ves, la religión natural no tiene que ver con practicar ritos hipnóticos, soporíferos, sino con hacer el bien para sentirse bien, y hacer el bien no es más que actuar valientemente. Es por eso que Jesús partió pan y lo repartió entre sus discípulos, diciéndoles -Seguid haciendo esto cuando yo no esté-; pero los discípulos cayeron en la tentación y, en vez de cultivar la generosidad, el desapego (La pobreza en el buen sentido), inventaron un rito, otro más, que llamaron misa. ¿A cuántas misas hay que asistir para salvarse?

El caso es que, cada acto de cobardía genera culpa, y esa culpa inicia un proceso, en la mente, que podemos llamar «karma». Entrar en una espiral de cobardía, es decir, sumar actos cobardes sin otros valientes que compensen, va bajando la vibración, la vitalidad, la energía y va debilitando  la mente y el cuerpo; y quién se siente débil no puede sentirse bien.

Pero la culpa, o el karma, eso que nos hace sentir mal, eso que nos hace experimentar y, por tanto, comprender lo que es el mal, no es algo intrínsecamente malo, no es una condena pues, para empezar, solo la encuentras si la buscas. -¿Y no es pues un límite a la libertad de hacer lo que nos da la gana?- Eso se responde con otra pregunta. ¿Crees que es un buen ejercicio de libertad hacer aquello que te daña, que te hace sentir mal?

Hacer el mal es hacer aquello que nos hace sentir mal, y si elegimos, en uso de nuestra libertad, hacer aquello que nos hace sentir mal ¿Cómo podremos sentirnos bien? Es un contrasentido, un imposible. No se puede echar sal y pretender que la cosa salga dulce. El karma te hace sentir mal cuando haces mal pero por eso mismo impide que te dañes, a ti mismo, permanentemente. Eso sí sería una condena ¡Eso sería el infierno!

Sentirse, mirar hacia adentro,  lleva a entender la religión natural, la que traemos «de fábrica», la que no precisa cuidadores y tampoco defensores pues ¿No ha nacido, nace y nacerá, cada humano, con la facultad de sentirse bien y mal?; Entender la religión natural lleva a entender lo que son las artificiales. Para Jesús, la clave, para salvarse, fue fue el cuestionamiento de la religión oficial de su tiempo. ¿Cuántos cristianos se atreverían hoy a cuestionar el cristianismo de nuestro tiempo? Sin duda sería un acto de valentía que les haría sentir muy bien.

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