Sí, vale, por supuesto y estamos todos muy contentos. Estamos todos sus seguidores muy contentos. Pero desconfíen. Desconfía, hermanito. Djokovic es una serpiente y es un águila y es una rata y es el gato más fiero del universo. Analicemos. Era un partido de exhibición. No decimos que Novak se dejase ganar. Él no se deja ganar…. ¿O sí podría suceder? En teoría cualquier deportista quiere ganar siempre, pero está lo que podríamos llamar ADMINISTRACIÓN DEL PROPIO FUTURO.
A fecha de hoy, Navidad, dulce Navidad, nadie tiene por qué reservarse las fuerzas ya que Australia aún está lejos.
Veamos.
Novak ganó el primer set a Carlos Carlitos en Riad. El segundo lo ganó el español. Y el tercero…. 6-4 también, a favor de don Carlos. 4-6, 6-4, 6-4. Pero ¿podría ser Djokovic tan retorcido como somos nosotros –piensa mal y acertarás- y no haber dado el do de pecho para que Alcaraz vaya más confiado de lo conveniente para él en un próximo encuentro?
Sí, ya sé. Pero no estábamos hablando de dos dinosaurios cualesquiera. Y el dinosaurio más viejo tiene escamas que ni nos imaginamos los que jamás hemos ganado –ni ganaremos- 24 Grand Slam de tenis.
A lo mejor es sólo nuestra imaginación calenturienta y simplemente el Muro del Palmar ha sido infranqueable esta vez para el serbio. Quizá.
¡Dioooos! ¡Qué ganas tenemos de volverlos a ver otra vez batallando en directo y por los puntos y los torneos y los records!
Tigre tigre
