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Alcaraz, ¡Qué Nivel Maribel!

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análisis

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No las tenía todas conmigo respecto al partido con Zverev.

Zverev tenía hambre de victoria, mucha hambre. Tenía ganas de revancha, de resarcirse de la lesión brutal que le mantuvo apartado del circuito más de un año. Y lo estaba haciendo muy bien. Había ganado a Sinner, nada menos que a Sinner “El Pecador” en octavos de final en un partido inolvidable y absolutamente apocalíptico.

Si podía ganar a Sinner…

Eran las tres y media de la noche, pero yo aún estaba en el bar de mi amigo Julián Chicheri con las persianas bajadas y sin ningún otro parroquiano como compañía.

-No me voy a quedar a ver el partido entero, puede acabar a las siete de la mañana –advertí a Chicheri, que se encogió de hombros.

-Cuando te vayas tú también me iré yo. ¿Cuántos sets calculas?

-No sé, probablemente cinco y como mínimo cuatro.

Y en efecto el principio del partido, hasta el empate a tres entre ambos jugadores, las fuerzas estaban igualadísimas.

Pero llegó el séptimo juego; y servía Alcaraz. Había intentado dos veces su famosa dejada y Zverev no sólo había llegado sino que se había hecho con el punto en ambas ocasiones. Y volvió, Carlitos (enorme, pero Carlitos) a intentar otra dejada en ese séptimo juego, y Zverez volvió a llegar y a ganarle el punto.

Fue larguísimo el séptimo juego. En los agujeros de mi memoria me parece ver que duró alrededor de quince minutos. Ventaja para ti, ventaja para mí. Yo soy bueno, yo soy mejor… Hasta que Alcaraz sentenció. Y sentenció con otra dejada, que esta vez sí que cayó de su parte.

-Nos vamos, Julián. Me acuesto tranquilo, ya veremos el resto del partido mañana cuando nos levantemos (ninguno antes de las doce).

Y en efecto después de esa dejada exitosa en el séptimo juego quedó clarísimo quien mandaba y quien iba a mandar en el resto del partido de los cuartos de final. A Zverev ni siquiera le valió “marcarse un Djokovic” y pedir tiempo médico. Por supuesto sí logró, como se logra casi siempre, sacar momentáneamente del partido a su rival, hacerle perder la concentración… pero el rival era Alcaraz. Carlitos en su mejor momento: jugando en el sentido más lúdico de la palabra: para divertirse, haciendo imposible tras imposible, porque no peleaba contra Zverev sino contra Djokovic (como ya explicamos en otro artículo: https://diario16plus.com/alcaraz-y-djokovic-en-verdad-estan-jugando-ya/ ).

Al terminar el partido el comentarista sólo preguntó al Muro del Palmar por Djokovic; como si Zverev no existiera, como hubiese sido sólo una máscara del ruso (lo era para Alcaraz), un escalón imprescindible para llegar al verdadero cara a cara final.

Cuando Alcaraz juega bien, y en el Open está jugando divino, no parece que pueda haber nadie capaz de someterlo.

Aún queda otro paso para el combate final. Para Carlos Alcaraz nada menos que Medvedev, que también es buenísimo, sobre todo en pista rápida. Mientras que a Djokovic, que lo ha tenido mucha más fácil respecto al nivel de sus rivales aunque ha cedido más sets, le toca Shelton: el 47 del mundo según el ranking ATP.

Si ambos llegan a la final Djokovic utilizará todo lo que se le ocurra para ganar a Alcaraz, para desactivarlo. Pero Alcaraz lo sabe, y Juanki Ferrero también.

¡Que sea parte de la diversión!

Porque cuando Alcaraz está en su punto hasta Djokovic sabe que es casi imposible derrotarlo.

Miré a la cara a mi amigo Julián al terminar el partido que estábamos viendo ya a la luz del día.

No hacían falta palabras. Ambos pensábamos lo mismo.

¡Qué nivel, Maribel!

Tigre Tigre

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