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Calviño está obligada a investigar al Santander por el destino de las provisiones del Popular

Banco Popular tenía aprovisionados 500 millones de euros que cubrían todas las devoluciones de las cláusulas suelo. Sin embargo, a día de hoy, Santander sigue litigando con los clientes y obligándoles, incluso, a llegar a las reclamaciones de ejecución de sentencia para recuperar su dinero

José Antonio Gómez
José Antonio Gómez
Director de Diario16. Escritor y analista político. Autor de los ensayos políticos "Gobernar es repartir dolor", "Regeneración", "El líder que marchitó a la Rosa", "IRPH: Operación de Estado" y de las novelas "Josaphat" y "El futuro nos espera".
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análisis

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Tal y como publicamos en Diario16, la estrategia de Banco Santander a la hora de atender las reclamaciones por cláusulas abusivas de sus clientes es la judicialización del asunto, estrategia por la que ya ha sido condenado en varias ocasiones por litigación imprudente.

Los datos oficiales demuestran cómo el Santander, con esta estrategia, está colapsando los juzgados y, en consecuencia, está impidiendo que se haga justicia…, cuando se hace. Según la base de datos del Consejo General del Poder Judicial, sólo en los juzgados de la Comunidad de Madrid hay abiertas 70.027 causas de cláusula suelo. Fuentes judiciales consultadas por Diario16 señalan que más de 30.000 corresponden a Banco Santander. Es decir, un 42,9%.

Esto sólo es posible por la estrategia de litigación irresponsable que aplica el Santander. Abogados especialistas en cláusulas abusivas han confirmado a Diario16 que el Santander siempre va a juicio, independientemente de si la cantidad reclamada por los clientes es grande, mediana, pequeña o ínfima. «Nos llevan a juicio hasta por reclamaciones de comisiones de apertura que no llegan ni a los 500 euros», señala a este medio una letrada.

Si el Santander pierde en primera instancia, recurre a la Audiencia Provincial correspondiente y aquí se produce una verdadera crueldad: cuando la sentencia es favorable a los clientes, les obliga a reclamar la ejecución de la sentencia, por lo que se demora el tiempo para recuperar el dinero.

«Es todo lo contrario de lo que ocurre con el BBVA», sentencian las mismas fuentes consultadas.

Esta situación, evidentemente, también afecta a los clientes hipotecarios procedentes de Banco Popular. En este caso, sorprende que el Santander siga con esa estrategia de litigación irresponsable cuando, según fuentes consultadas por Diario16, el Popular, tras la sentencia del Supremo de 2015 sobre las cláusulas suelo, provisionó 500 millones de euros para hacer frente a las reclamaciones de sus clientes.

A partir de aquí surge la pregunta. Si el Popular ya tenía provisionado ese dinero para ese fin concreto, ¿por qué el Santander no lo devuelve tras recibir la reclamación y lo judicializa? ¿Ha destinado el Santander esas provisiones para otros fines?

Según fuentes jurídicas consultadas, del total de procedimientos del Santander abiertos en los tribunales por cláusulas suelo, un importante porcentaje corresponde todavía a hipotecas de Banco Popular. En concreto, según ha señalado a Diario16 un importante despacho de abogados especialista en cláusulas abusivas, del total de causas de cláusula suelo que tienen con el Santander, el 59% proceden del Popular.

Resulta escandaloso que, tras hacerse con el Popular por un euro, 6 años después todavía haya clientes litigando una cuestión que el Santander recogió con el provisionamiento del 100%.

En consecuencia, tanto los supervisores como los organismos dependientes del Ministerio de Asuntos Económicos están obligados a iniciar una investigación sobre cómo ha gestionado el Santander las provisiones del Popular, si ha utilizado el dinero para los fines para los que se habían realizado y, sobre todo, en los casos en los que afectan directamente a los consumidores.

La responsabilidad directa de que esto ocurra, además de la del propio banco presidido por Ana Patricia Botín, corresponde a Nadia Calviño porque, a los pocos días de ser nombrada ministra, aprobó la fusión por absorción del Popular y el Santander sin tener en cuenta, sobre todo, que era un asunto judicializado y, además, porque permitió la ejecución sumarísima de la personalidad jurídica de Banco Popular. Por tanto, la decisión de Nadia Calviño dejó un escenario de tierra quemada del que ahora se sufren las consecuencias.

El Santander ha hecho con los recursos y los activos del Popular lo que le ha dado la gana porque nadie le ha supervisado. Ha movido cuanto ha querido y ha obtenido beneficios importantísimos, aunque oficialmente pretendan dar otra imagen.

La realidad es que, más allá de lo obtenido con sus alianzas con fondos buitre, el Santander está ejecutando créditos y avales de particulares y pequeñas empresas que no deberían tocarse hasta que las decisiones judiciales no fueran firmes. Por otro lado, según ha podido saber Diario16, se está negando el pago a corporaciones de distinto tamaño de facturas contabilizadas en balance antes de la resolución.

Todo esto debe ser investigado a fondo porque no es normal que hubiese provisiones que se hayan destinado a otros fines. No es normal que en 2023 no se esté devolviendo el dinero a los consumidores cuando estaba provisionado desde 2016. No es normal que se esté haciendo negocio y obteniendo beneficio por culpa de una decisión errónea pero perfectamente calculada del gobierno de Pedro Sánchez a costa de clientes minoristas, autónomos y de pequeñas y medianas empresas. No es normal en un país democrático que la Justicia permita semejante atropello porque la estrategia del Santander esté orientada, precisamente, a bloquear el buen funcionamiento de uno de los poderes democráticos. No es normal que un gobierno progresista no haya actuado ya en defensa de los consumidores y de los ciudadanos que han sido atropellados por un banco que se sostiene gracias a la impunidad por falta de actuaciones de los organismos públicos. Y, finalmente, no es normal que quien socava el derecho constitucional a la Justicia sea el responsable del control de las cuentas de los juzgados. Aquí falla algo porque nadie tiene el valor de hacer lo que debió hacerse hace demasiado tiempo ya y que en otros países no hubieran dudado en ejecutarlo.  

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3 COMENTARIOS

  1. El Banco de Santander es una cueva de ladrones, lo era con Emilio Botín, el chorizo de cuello duro más ladrón de toda nuestra historia, que se libró de la cárcel gracias a su amistad con el emérito y con Rodrigo Rato, los otros dos ladrones que deberían haberle hecho compañía en la cárcel.

  2. Gracias a diario 16 por vuestra ayuda, pues si, cuando te hablaban sobre la existencia del mal y esas cosas ( yo pensaba que chorradas me estan contando) pues con el tiempo ya se de que me hablaban, esta gente que gobierna y nos han gobernado, toooodos ellos con su formacion «ejemplar», buenos colegios, tutores de pago, masters, seminarios de esto y de lo otro, en el fondo no son mas que eso, una cuadrilla de chorizos del 3 al cuarto, con sus lenguajes tecnicos , su soberbia y pedanteria, yo no los llevaria ni a merendar a la bodega de mi pueblo (sentiria verguenza ajena al oirlos hablar y actuar), pues eso que no son mas que unos INDECENTES que no tienen respeto ni consideracion hacia sus propios ciudadanos (como si eso les importara), pues esto era de lo que nos hablaban de pequeños «la existencia del mal», eso si con sus ejercito de pepitos grillos, como nos reirmos viendo el intermedio y el hormiguero u oyendo a nuestro querido ejercito de» patriotas» federico j.los santos, carlitos herrera, jordi evole, susana griso, angelito exposito, etc etc etc, todos ellos subencionados por nuestra queridisima ana patrrica botin, en fin. Como se que todo estos comentarios ni les va ni les viene, pues eso que por lo menos sepais que formais parte de la peor parte del ser humano. un saludo para la gente de bien

  3. Yo sí encuentro “normales” todas las injusticias, irregularidades, sinvergonzonerías, dejaciones de funciones y mal funcionamientos de los que se queja en su artículo D. José Antonio Gómez con toda la razón del mundo. Y es que, en este país, como ocurre en muchos otros, hay elecciones, pero no hay democracia. Vivimos en un régimen oligárquico donde la gente en realidad no decide nada o casi nada. 1978 fue la transición de la “monarquía” a la oligarquía, al poder de las cúpulas de los partidos (la cupulocracia), donde los diputados electos no son tales diputados, que es una denominación muy generosa, sino meros empleados a sueldo de sus respectivos partidos políticos. El borbón, ya se sabe, un cargo honorífico, una figura decorativa. El poder legislativo, una prolongación del poder de los partidos. Las altas instancias judiciales, controladas por el Consejo General de Poder Judicial, que a su vez está controlado por los políticos que lo eligieron. Y si a todo este tuti fruti le añadimos la sombra siempre alargada de Anita, pues no hay que sorprenderse de lo que hay.

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