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Crónica de una activista pacífica en las protestas por Pablo Hasél

Reflexiones de una joven salmantina, emigrante en Barcelona, que analiza la violencia de algunos adolescentes, la rabia de la juventud y la situación que atraviesan los milenians

Laura Huidobro Rodríguez
Laura Huidobro Rodríguez
Ingeniería química por la Universidad de Salamanca, máster en Electroquímica, Ciencia y Tecnología por la Universidad de Alicante. Actualmente trabajo en el centro tecnológico Leitat (Terrasa), en investigación y desarrollo de sistemas bioelectroquímicos enfocados a la obtención y almacenamiento de energía, y bioremediación.
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análisis

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El pasado jueves asistí a la manifestación convocada en Tetuán (Barcelona) en contra del encarcelamiento de Pablo Hasél, y presencié tanto los actos culturales (y pacíficos) de la manifestación, como el inicio de los disturbios posteriores. 

La llegada a la plaza me impactó, totalmente rodeada por furgones con mossos registrando a todo el que quería entrar. Nos preguntaron si habíamos tenido problemas previos con la policía, y si íbamos a portarnos bien. Todo en orden. 

A las 19:00 empezaba la manifestación, y la plaza estaba bastante vacía, cuando empezaron a rapear distintos artistas. Comenzaba la manifestación. Y la plaza se comenzó a llenar. 

A las 19:30, nos movemos. Vamos por la Gran Via de les Corts Catalans y giramos. Mi amigo se extraña, acabamos dando la vuelta. Cuando queremos darnos cuenta estamos frente al departamento de interior, fuertemente custodiado por vallas y antidisturbios. Y comienzo a ver a gente sacando adoquines. Se empezaba a caldear el ambiente. Había mucho silencio para la cantidad de gente, la tensión se podía sentir en el ambiente. A lo lejos, observo un par de botellas al aire, que no llegan hasta la policía, pero esta se prepara.

Y antes de que pasara nada, la megafonía de la policía nos sorprende a nuestras espaldas, pidiendo la dispersión. Por un momento me sentí totalmente encerrada, con los manifestantes delante y la policía detrás. Pero mi amigo me tranquilizó, estábamos lejos. Salimos andando y callejeamos, cuando empezó el caos. Contenedores por los suelos, gente rompiendo cristales, otra gente apartando motos, y empiezan las llamas. El resto lo conocemos todos. 

Estos fueron los hechos. los viví en vivo y en directo.

La reflexión

Y una vez descrito el contexto, quiero reflexionar sobre algo de lo que apenas se habla. Los denominados “violentos”, esos que sabemos que son pocos, son MUY jóvenes.

Yo tengo 25 años, soy de las últimas milenials, o primeras de la generación Z, como quiera verse. Y aún así, yo los veía MUY jóvenes, repito, algunos menores. Y me hizo reflexionar sobre lo que yo hacía a esta edad.

Entonces yo era totalmente apolítica, lo único que me interesaban eran mis amigos, mis estudios, y mi vida social.

¿En qué momento, a estos chavales se les ocurre tirar piedras y botellas contra las fuerzas de seguridad, quemar contenedores, y destrozar negocios? Yo los ví. Al fin y al cabo, los ataques eran localizados hacia la policía y medios de comunicación (como la sede de el periódico), pero luego intentaban salvar las motos, y aplaudían a los bomberos. 

Todo lo acontecido, tiene algo en común: la rabia.

Sin justificar en ningún momento ninguna de estas actitudes violentas, sí entiendo esa rabia interior, porque la he sufrido. He sufrido una rabia profunda al tener que irme de mi ciudad, despoblada desde hace décadas, porque no encontré la oportunidad de ejercer mi profesión, investigadora (ahora que tanto queremos a la ciencia).

Estoy harta, de ver como todos mis amigos de toda la vida se han tenido que marchar a Madrid o Barcelona, en busca de trabajos cualificados. Estoy harta, de ver como mentes maravillosas se tienen que ir incluso del país, porque en este se ha decidido invertir siempre antes en cualquier pufo urbanístico, que en ciencia, y ver que en países de nuestro entorno me pagarían el triple que aquí.

Estoy harta, de ver como amigos que no han podido acceder a los mismos estudios que yo, están explotados en diferentes sectores, y que acceder a un contrato indefinido sea prácticamente como si te tocase la lotería. Estoy harta de que cuando consigues este trabajo indefinido, te das cuenta que te pueden despedir sin apenas costes por nuestra querida reforma laboral.

Estamos hartos, de que incluso algunos estudiando y trabajando a la vez, se nos llame “ninis” al terminar los estudios por no querer aceptar trabajar en un McDonalds. Estoy harta de tener que gastar la mitad de mi sueldo en un estudio que se cae a trozos, y eso que me considero una afortunada por poder vivir sola en una ciudad como Barcelona.

Los jóvenes, estamos hartos de no poder imaginarnos un futuro, tener una casa propia, hijos, y poder irnos de vacaciones como hicieron nuestros padres con nuestra edad. Estamos hartos de tener que compartir piso a los 30 años. 

Para que os hagáis una idea, la crisis económica empezó cuando yo tenía 12 años, recién empezaba el instituto. Me dijeron que en 10 años de estudios que me quedaban por delante (instituto + carrera), ya se habría pasado la crisis, que a mí no me iba a afectar. Y recortaron en educación, sanidad y ciencia. Y yo, por suerte, creo que tengo todavía ese hilo de esperanza de que las cosas van a ir a mejor, y la educación suficiente como para saber que la policía sólo es el brazo ejecutor de las leyes, por lo que nunca tiraría una piedra contra ellos.

Pero la generación siguiente, no tiene esa esperanza. Si la situación no se ha arreglado en 10 años, ¿por qué la van a arreglar ahora? Así que utilizan la violencia para lanzar esa llamada de atención a la sociedad.

Por qué asisto a las protestas

En cuanto al fondo de la manifestación, he de decir que me gusta el rap, pero nunca me ha gustado Pablo Hasél. Pero la cuestión aquí no es Hasél. Es Valtonyc, Willy Toledo, César Strawberry, titiriteros, twiteros, e incluso libros como Fariña.

Es el intento de secuestro de las formas pacíficas de canalización de la rabia que tienen los chavales, el arte, la música, el teatro… Muchos justifican su entrada a prisión por otros delitos, pero no es por eso por lo que se le ha condenado ahora, sino por sus letras.

A nadie se le ocurriría censurar canciones con contenido machista, porque posiblemente nos quedaríamos sin reguetón. Yo soy totalmente contraria a este tipo de música, y creo que influye mucho en el comportamiento de los adolescentes, pero nunca la prohibiría.

Lo que debemos hacer es EDUCAR, para que no la escuchen por decisión propia. Los recortes en educación están dejando ver sus efectos ahora. Efectivamente, si Hasél no tuviera condenas previas, no entraría en la cárcel, pero sí tendría sobre su espalda una condena de tipo penal, lo que te incapacita para cualquier trabajo público, cosa que le pasó a una chica de 20 años por twittear un chiste sobre Carrero Blanco. No entró en la cárcel, pero ya no podrá ser profesora. ¿Lo veis proporcional?

¿Veis proporcional que a un chaval le pongan una multa de 600€ por llevar un porro encima? Posiblemente sea su sueldo de un mes (eso si tiene trabajo). Eso sí, todavía nadie sabe quién es M. Rajoy. De aquí viene este odio a la policía, y creo que los jóvenes se equivocan, sin duda.

El problema no es la policía, es LA LEY. Una ley mordaza que debería haber sido derogada desde el minuto uno del “gobierno más progresista de la historia”. Culpa también, de una judicatura bastante casposa, que parece que está más cerca del año 78 que del 2021. Culpa también, de una sociedad que no entiende la necesidad de un cambio, que se ampara en una Constitución que no ha votado ni la mitad de la población, metida con calzador después de 40 años de franquismo, que claramente, dejó una huella en todos estos poderes. Si tan maravillosa es, ¿Por qué no la ratificamos? ¿Tan grave es modificar ciertas cosas, al cabo de los años? ¿Tan difícil es entender, que yo no pienso lo mismo que mis abuelos? 

Toda esta rabia, también se puede relacionar con el auge de la extrema derecha, que bebe del mismo terreno que la izquierda, de barrios obreros donde las colas del hambre siguen dando escalofríos. La mayoría de votantes de vox son jóvenes, muchos de ellos nunca antes habían votado, y se ven representados en una formación política que destila odio (lo que concuerda con mi planteamiento anterior sobre la rabia y la violencia en los jóvenes).

El blanqueamiento de esta formación, ha sido más que evidente, si lo comparamos con nuestros países vecinos, donde la derecha ni se plantea formar gobierno con este tipo de formaciones. No olvidemos, que Hitler llegó al poder de forma democrática, y obviamente no fue diciendo que iba a crear campos de concentración de judíos y comunistas, sino prometiendo lo mismo que vox, Trump, Bolsonaro o Jhonson: El renacimiento del país, después de una fuerte crisis económica y social.

Aquí termino mi reflexión, y mi solución es clara: derogación YA de la ley mordaza, renovación del CGPG, y una fuerte inversión en trabajo cualificado y estabilidad para los jóvenes, apostando por las nuevas energías, ciencia y medio ambiente. 

Para terminar, quiero mandar un mensaje claro (con un pequeño guiño a mi tierra con el recuerdo de Unamuno) a todos los fascistas que piensan que metiendo en la cárcel a gente de distinta opinión van a terminar con estas opiniones, principalmente dirigentes de vox, algunos jueces como el que veía algarabía en el video de la manada, algunos policías de gatillo fácil, como se puede ver en casi cualquier manifestación, y a los violentos que destrozan negocios ajenos: “Venceréis, pero no convenceréis”.

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2 COMENTARIOS

  1. Deberían dedicar esfuerzos en investigar la encerrona del pasado miércoles en Sol. Todo estaba orquestado, meditado y planificado por la policía para convertir Sol en una ratonera, con las calles para salir cerradas, e increpando a los manifestantes para tener las fotos y videos que les interesan a ellos. Para justificarse mas aún casi todas las detenciones de manifestantes, se han producido en las calles aledañas por parte de policías de paisano, esto formaba parte importante de la estrategia; en el frente de la manifestación la policía es la perjudicada, y en las pocas vías para salir de allí estaban esperando de paisano para las detenciones, una vergüenza total y absoluta, además de injusta, pues los que salían por esas calles, en su mayoría querían salir de la parte violenta de la manifestación, siendo los detenidos, probablemente, los menos culpables y mas fáciles de detener. Una injusticia total, que lleva un fondo muy peligroso. Creo que deberían hacer algo desde el periodismo para ayudar a los detenidos, es un asunto justo y evitará males mayores.

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