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Crónica electoral: se ha muerto Antonio Gala

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análisis

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A medida que avanza el escrutinio provisional, puede decirse ya, que el Partido Popular ha ganado estas elecciones municipales. Mientras se van contando, como quien separa las lentejas que no sirven, voto a voto, con mucha atención, los resultados van configurando una nueva imagen del mapa del Estado español. Y se tiñe de azul.

En Ferraz hay silencio cuando rozamos la medianoche. Se preguntan qué margen tienen para poder reconducir esta debacle rumbo hacia las elecciones nacionales que esperan a final de año. El mapa de Andalucía se mantiene azul, y siendo la principal federación socialista, les hace morder con fuerza. Vara, en Extremadura, pierde su mayoría. Y a Page podría pasarle lo mismo. Si el PSOE quiere mirar hacia algún lugar esperanzador, que lo haga mirando hacia Sevilla. Pero se impondrán Vigo, Toledo y Oviedo.

Mientras vamos contemplando los giros, resuena ese titular del diario norteamericano, donde señalaban a Sánchez como el problema del socialismo español. Hasta en la Cadena Ser tenían hoy un «lapsus» dando los resultados, al llamar al presidente «Perro», un detalle que, sin dejar de ser anecdótico, huele a distancia: parece que el presidente no tiene respaldo ni siquiera entre los suyos.

También callan, apretando los puños, en la sede de Unidas Podemos. Donde están viendo perder sus espacios de poder, como arena entre los dedos.

En Ciudadanos llevan toda la noche mirando las pantallas. Como hipnotizados. Incluso Villacís, en Madrid, se ha quedado fuera. Puede decirse que la formación puede darse ya por finiquitada, tras haber desaparecido de todos los parlamentos y, prácticamente de todos los municipios (un goteo de unos dos mil concejales). Decía la madrileña que el centro es necesario en este país. Pero los datos de hoy dejan muy claro que no, que aquí no hay medias tintas que valgan.

EHBildu ha arrasado en el País Vasco. Se lo han tomado incluso con humor, vitoreando a Isabel Díaz Ayuso, que tanto se ha empeñado en desenterrar a ETA.

El Partido Popular ha ganado millón y medio de votos. Vox ha ganado 700.000 votos. El PSOE ha perdido prácticamente un millón de votos. España gira a la derecha. Es un hecho.

Queda ahora el análisis de lo sucedido, y muy probablemente los propios partidos no alcancen a la autocrítica necesaria.

Cabría pensar cómo le ha sentado al PSOE y a Podemos ir de la mano, porque no cabe duda de que, además de cuestiones territoriales, es preciso hacer una lectura en clave nacional. El gobierno de «izquierda» ha cabreado y radicalizado a la derecha y ha cansado a sus votantes. La pandemia, la guerra y la gestión verde han sido tres hitos fundamentales. Y España, la real, la del día a día, la de la ciudadanía asfixiada a pagar por todo y vivir agotada de incertidumbre y palos, se está cabreando. Es evidente que ese descontento lo va a aprovechar el centro derecha, como ha pasado siempre.

Porque además, durante estos tres años, resulta que prácticamente todas las comunidades autónomas han gobernado igual: reprimiendo derechos, gestionando mal una crisis, dejando nuestro derecho a la Sanidad Pública en pañales, y a nuestros mayores, y a nuestros hijos en las escuelas. El destrozo a los pequeños negocios, el palo continuo a las familias. Por no hablar de los siempre olvidados autónomos. Vaya, que la pandemia, que la guerra y que el cambio climático nos ha impuesto unas medidas que lejos quedan de la justicia social. Y por mucho que no se quiera hablar, el abandono a nuestros agricultores no podía salirle gratis a este gobierno.

Y ya se sabe que cuando se aplican medidas como estas, vienen curvas.

Y no se me olvidan las leyes como la de violencia de género, o la ley trans, por poner dos ejemplos que han descolocado mucho a la población. También a la de «izquierda». Pasarse el día llamando facha a cualquiera que no piense como ellos, por muy contra natura que su postura sea, ha cosechado la bunkerización de esta «izquierda».

Que el PP suba, en mi opinión, salvo en Madrid, tiene más que ver con la desaparición de Ciudadanos y Casado y con el hartazgo hacia el PSOE y la «izquierda». Digo que, salvo en Madrid, porque Ayuso ha sabido tener a su electorado contento, por mucho que se la quiera tratar de estúpida. Ha tomado poder en la Comunidad Valenciana, Baleares y la Rioja.

Y hablando de tratar de estúpidos, quizás sea momento de analizar esta tendencia tan generalizada de hacer de la política un patio de instituto. De la degradación constante de la decencia y el respeto: por la democracia y por la ciudadanía. Pero sobre todo, por el empeño que, desde la «izquierda» en insultar a sus votantes. Deberían hacérselo mirar, porque ni el feminismo, ni el sector agrícola, ni el del activismo han sido en absoluto respetados. Por mucha campaña de postureo que se piensen que cuela.

Sobre postureo, miremos a Colau. Que ha perdido la alcaldía frente a Trías. Ha sonado a justicia poética, por aquello de basarse en información falsa para reventarle en las anteriores, usando no sé qué historia del número de cuenta. Hoy esa pequeña victoria ha supuesto un giro, donde el PSC y los Comunes están ahora contando los votos para ver quién es el segundo, y ERC se ha dado un buen tropezón. Y eso que el independentismo está reventado y cabreado (y me refiero a la base de votantes). Pero es posible que más cabreados que con el independentismo, es posible que lo estén con ERC. Que tomen nota también.

En conclusión: estas elecciones me sugieren que el resultado podría entenderse en una sencilla frase: «la gente se cansa cuando le engañan». Porque no creo que la derecha ilusione a nadie. No creo que ninguno lo haga, salvo las fuerzas independentistas (la izquierda en País Vasco y la liberal en Barcelona), y por algo es.

A pesar de todo esto, para mí, lo más importante que ha pasado hoy es que se nos ha muerto Antonio Gala. Y eso sí que es para sentirlo. Lo demás, no es más que el reparto del poder para seguir haciendo lo mismo: cerrar filas ante las cuestiones verdaderamente importantes. Como la vulneración de nuestros derechos fundamentales, el envío de armas a una guerra atroz, el cierre de las vías de suministro con Argelia, la absurda relación con Marruecos, el sometimiento a EEUU y a la agenda 2030, el devoro de nuestras tierras y la sumisión de nuestra soberanía. Y todo eso, ha ganado: con los votos rojos, azules, morados y verdes. Dando la espalda a los intereses reales de un país, que es el de sus gentes.

Como dijo Antonio Gala: «A la política se dedican los que no sirven para otra cosa». Y así nos va.

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