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El cara a cara entre Sánchez y Feijóo

Manel Mas
Manel Mas
Estudié contabilidad y economía, fui perito y profesor mercantil, ejercí de profesor en Alesco (Altos Estudios Comerciales) en Barcelona dando clases de contabilidad, cálculo y derecho mercantil.
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análisis

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El debate electoral acostumbra a ser el momento más esperado de una campaña electoral, pero a medida que va pasando el tiempo, mujer la impresión que van perdiendo aquel encanto -si podemos expresarlo así- pues cada vez parece que pierde también la novedad del principio de la democracia. Hemos asistido en el debate entre el presidente saliente, Pedro Sánchez, y el aspirante Núñez Feijóo. Ha sido un debate decepcionante en muchos sentidos, ninguna idea nueva, ningún atractivo en aquel desmadre cargado de interrupciones continuamente y el recurso de un montón de cifras y porcentajes que no se demuestran nunca.

No se han respetado los tiempos de cada cual, las continuas interrupciones han sido la tónica imperante durante  todo el debate. Cada vez que cualquiera de los dos tocaba un tema que al otro no le convenía, interrumpían al que hablaba hasta llegar a decir simplemente que aquello era mentira. En numerosas ocasiones los que hacían -sin éxito- de moderador intentaron, sin conseguirlo, poner un poco de orden. En resumen, un mal debate del que no se conocieron los respectivos programas que los espectadores queríamos escuchar. Decepción total.

De forma que, en mi opinión, el que fue determinante, si tenemos que señalar un ganador, fue el estado de ánimo de cada cual, y aquí falló Pedro Sánchez. Quizás que a la vista de los enfrentamientos en el Senado se creyó superior a Feijóo. Aquí, en cambio se ha encontrado con un rival que ha venido muy preparado para la ocasión, que no parecía el mismo del Senado y que le ha puesto las cosas bastante difíciles.

No sé si el retiro que se impuso durante el fin de semana lo relajó excesivamente, pero estaba en escena como si todavía no hubiera salido de casa. Y se encontró con un rival inesperado, como si, de golpe, dentro del hombre sin atributos precisos de que Feijóo ha hecho estilo se hubiera despertado la determinación de quien se siente a tocar del objetivo. Y se invirtieron los papeles.

El presidente con fama de osado se encontró en fuera de juego desde el principio, porque no esperaba que su oponente le impidiera tomar la iniciativa. Y el aspirante por primera vez exhibía la tranquilidad del que, probablemente se siente ganador. Es decir, daba la impresión que se estaban cambiando las sillas cuando todavía faltan dos semanas para el final de la partida.

Cataluña no ocupó mucho espacio en el debate, solo el suficiente para querer recuperar la sedición, el castigo para los independentistas, que un referéndum pasara a ser un delito grave y modificar la ley de los indultos… en el tema de la estimación en Cataluña coinciden bastante los dos partidos.

Núñez Feijóo quiso amordazar a Pedro Sánchez rematando su trabajo con un compromiso por escrito para dejar que gobernara la lista más votada. Era un golpe de efecto para completar su estrategia. Feijóo, hasta ahora no ha respetado lo que ayer pedía, el Ayuntamiento de Barcelona y el acuerdo de gobernabilidad en Extremadura son sus claros ejemplos.

La jugada estaba bien planeada, si Sánchez se comprometía, pero no cumplía porque la suma de diferentes partidos le daba la opción de formar gobierno, Feijóo lo consideraría un falso demócrata, por no cumplir con lo que había firmado y, en caso de ser el PSOE la lista más votada a Feijóo le quedaría el honor de quedar como un señor, absteniéndose en la votación a favor de Sánchez si su lista hubiera sido la más votada.

El que todavía no ha estado muy explicado, es la negativa a hacer el debate en la televisión pública que pagamos entre todos, mediante los impuestos, y si lo que se comenta por las redes sociales es que se desconfía de la neutralidad RTVE y sus profesionales, estamos llegando a unos límites que pronto no nos fiaremos de nadie y, de esto, algunos medios de comunicación tienen buena parte de culpa.

El espectáculo de este debate no nos tiene que desviar de la cuestión principal. Por muchas propuestas que Feijóo ponga sobre la mesa, su opción está firmada: el PP ha ido construyendo pactos autonómicos con alianzas con Vox cargadas de exigencias de los viejos supremacistas. O gobierna la derecha rellena de autoritarismo o se recupera la mayoría diversa que ha gobernado hasta ahora. Sánchez y compañía, antes de dejarse llevar por las presiones de los poderes fácticos para dar un golpe de mano a Feijóo.

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