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Elon Musk, el adalid de la hipocresía de «compartir la riqueza»

El magnate ha afirmado en reiteradas ocasiones que él es partidario de un reparto justo de la riqueza, algo que, según se comprueba en los salarios de sus trabajadores, no pasa de los salones ejecutivos

José Antonio Gómez
José Antonio Gómez
Director de Diario16. Escritor y analista político. Autor de los ensayos políticos "Gobernar es repartir dolor", "Regeneración", "El líder que marchitó a la Rosa", "IRPH: Operación de Estado" y de las novelas "Josaphat" y "El futuro nos espera".
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análisis

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Elon Musk es un tipo peculiar y uno de los hombres más ricos del planeta, cuando no el que más. Tan pronto aparece en la sede de Twitter con una taza de wáter, como despide de manera cruel a decenas de miles de trabajadores sin que le tiemble el pulso. Además, es un hombre que promete grandes avances tecnológicos que, posteriormente, se quedan en nada, una estrategia que, por cierto, le está haciendo ganar miles de millones de dólares sin llevar a producción ni la mitad de los anuncios que hace.

Si algo caracteriza a Elon Musk es la hipocresía. El magnate neozelandés ha afirmado en alguna ocasión de que él es favorable a aplicar políticas de reparto justo de la riqueza. Sin embargo, la realidad es que ese reparto no pasa de los salones ejecutivos de sus empresas y, sobre todo, Musk es un hombre que no comparte su riqueza: en 2018, por ejemplo, no pagó impuestos federales sobre la renta.

El director financiero de Tesla, la empresa emblema de Elon Musk, ha ganado sólo en 4 años cerca de 600 millones de dólares, mientras los empleados de las plantas de fabricación de los coches trabajan sin poder tener la protección de un sindicato y con un salario tres veces inferior al de los trabajadores de otros fabricantes de automóviles.

Esto está provocando que los altos ejecutivos de esas empresas que en la actualidad respetan los derechos de sus trabajadores y les pagan un salario justo estén pensándose implantar el modelo de Musk, es decir, que el reparto de la riqueza se quede en las altas esferas y no repercuta en el bienestar de sus trabajadores.

Es decir, Elon Musk, quien en los foros antiglobalistas aparece como una especie de Don Quijote por no poner muros frente a la expansión de teorías conspirativas carentes de sentido, está implementando un sistema basado en la explotación absoluta de sus trabajadores.

Así lo demostró en Twitter, donde, tras el despido de más de un 80% de la plantilla a nivel mundial, exigió a los que quedaron que dieran el mismo rendimiento aunque tuvieran que estar las 24 horas del día trabajando.

En consecuencia, Musk es un hipócrita, como lo son la gran mayoría de megarricos que utilizan buenas palabras, frases grandilocuentes pero que, en realidad, tienen como único propósito la acumulación de riqueza.

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