Diana Aradas, poeta, crítica literaria y profesora de lengua castellana, ha decidido cruzar la siempre complicada frontera de la ficción literaria con su primera novela, Una madre (El Paseo), galardonada con el Premio de Novela Universidad de Sevilla. En ella aborda la lucha de una joven por desprenderse del atosigante control familiar al que se ve sometida. Tendrá una nueva prueba de fuego cuando descubre que está embarazada. La cruel realidad de la vida dicta sentencia una vez más y la joven protagonista no tendrá más remedio que adaptar sus ímpetus y anhelos a los que el devenir le va marcando.
Su trayectoria profesional está vinculada a la docencia y también a la poesía. ¿Por qué ahora decide entrar en el siempre complicado universo de la narrativa de ficción?
Hace unos cinco años empecé a escribir una novela larga. Sentía la necesidad de indagar en algo diferente, probar un nuevo molde expresivo. Ahora bien, yo me siento más cómoda en la concisión, de modo que una novela con varias tramas y subtramas, como esta que estaba escribiendo, me resultaba demasiado encorsetada, algo artificial. Fue así como surgió una nueva idea a partir de una de las protagonistas de la novela en cuestión: la heroína, o mejor antiheroína, de Una madre. Su historia es muy diferente, aunque la entraña del personaje, su realidad vital, es muy similar.
¿Hasta qué punto es difícil pasar de la teoría a la práctica y adentrarse en el mundo de la novela, usted que ejerce como profesora de lengua castellana y crítica literaria?
Creo que la creación literaria tiene unos mecanismos muy diferentes a los que funcionan en la teoría de la narrativa y la crítica de textos literarios. Al escribir el primer borrador de Una madre, no me he guiado por los preceptos de la teoría literaria. Eso sí, la mayor dificultad ha venido cuando reescribí el texto y, sobre todo, en el momento de enjuiciar el propio trabajo. Al juzgar la propia obra, es muy difícil desmarcarse de la subjetividad que supone ser la autora. Digamos que es fácil ser despiadado con los escritos de los demás, pero resulta más difícil ver los fallos de lo que una misma ha escrito.
El título de su premiada primera novela no deja dudas sobre sus intenciones. ¿Qué es Una madre, en todos los sentidos?
La novela va más allá de la reflexión sobre la maternidad, Aunque ese parece el tema principal, una vez que nos vamos internando en el texto, asoman nuevos asuntos que en un primer momento ni siquiera nos planteábamos como el peso de la tradición, el papel de la mujer en los siglos pasados o el maltrato de género, entre otros que no puedo mencionar por temor a desvelar el final de la novela.
La maternidad se ha afrontado novelísticamente desde la noche de los tiempos, pero siempre evidencia su vigencia con nuevos enfoques. En estos tiempos del Me Too, ¿qué nuevo significado adquiere en su novela?
Como he dicho, uno de los temas secundarios del texto es el maltrato machista. Y sí, aunque no se plantee en el texto ningún juicio de valor sobre el asunto hay una reflexión implícita que incluye temas como el patriarcado, la maternidad y la violencia de género. Por supuesto que las novelas se alimentan del espíritu que mueve a la sociedad en cada momento y en la actualidad estamos viviendo una gran transformación en lo que al papel de la mujer se refiere. Me encantaría que mi novela también aportase su granito de arena a este cambio social tan necesario.
“La creación literaria tiene unos mecanismos muy diferentes a los que funcionan en la teoría de la narrativa y la crítica de textos literarios”
La protagonista de Una madre, Emiliana, afronta una disyuntiva vital con la que se sienten identificadas miles de jóvenes de hoy. ¿Hasta qué punto su novela es una metáfora de los tiempos que vivimos en la actualidad?
Pues en realidad no he pretendido reflejar la realidad adolescente, aunque es cierto que algunas chicas puedan sentirse identificadas. De cualquier manera, aunque mi intención no haya sido esa, me encantaría que mi texto conectase también con los chicos y chicas, con quienes yo además tengo una relación muy estrecha debido a mi trabajo. Pero eso es algo que sólo sabré cuando Una madre comience a pasar por las manos de estos jóvenes lectores.
La relación maternofilial es fundamental en la trama, y evidencia que ser madre tiene miles de aristas posibles, ¿no lo cree así?
La relación entre Emiliana y Sofía es fundamental en la historia, sobre todo porque se va desarrollando y evoluciona a lo largo de las páginas de una manera inesperada que la va enriqueciendo con otros matices.
La intriga acompaña los pasos de la joven protagonista en medio de sospechas y secretos por desvelar. ¿Cómo ha logrado encajar ese cruce de subgéneros de forma equilibrada?
No he buscado conscientemente la combinación de varios géneros, me parece que esta integración se ha producido de forma natural. He partido de una idea inicial que entraña cierto misterio que he querido dotar de un tono lírico. Al mismo tiempo, he tenido en cuenta cierto toque imaginativo propio del realismo mágico. Todo ello sin olvidar la temática social que, aunque de forma más bien indirecta, subyace al texto.
A partir de este premiado comienzo en la novela, ¿se plantea ahora apostar más por la narrativa, o la seguirá compaginando con la docencia y la poesía?
No abandonaré la docencia, pues es mi forma de ganarme la vida y un trabajo con el que, además, me siento satisfecha. Difícilmente dejaré la poesía, que me ha acompañado desde mi primera juventud, aunque existe la posibilidad de que ella me abandone a mí. Tampoco descarto recuperar el manuscrito de la novela “nodriza” de Una madre, aquella de la que esta se alimentó. También existe la posibilidad de que escriba una novela diferente, aunque tendría que presentarse otra idea con la misma claridad y contundencia con la que ha aparecido esta que acabo de publicar. Mi camino como escritora va ligado a lo imprevisible, algo que me encanta.
