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España se va al garete y los cachorros del PP negociando copas gratis en las discotecas

Nefasta imagen de Ignacio Dancausa, presidente de Nuevas Generaciones del partido, que pretende darle un uso lúdico al carné del partido

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análisis

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Mientras en España no se habla de otra cosa que de los infames pactos de Feijóo con Abascal, cabe preguntarse dónde está la nueva derecha española, dónde está toda esa generación que ha vivido en democracia y que debería poner pie en pared para frenar el auge de los ultras. Y la respuesta no puede ser más desoladora: haciendo gestiones con los bares de copas y el mundo de la noche para conseguir alcohol barato. El nuevo ideólogo de Nuevas Generaciones (NNGG) del PP, Ignacio Dancausa, sorprendió a propios y extraños hace solo un par de días, cuando dio a conocer sus originales ideas para sacar a esta España nuestra de la grave situación institucional en la que se encuentra. El muchacho, sin complejo ni rubor, anunció que “muy pronto” firmará distintos acuerdos con “las mejores discotecas de la ciudad” para que los jóvenes tengan acceso a listas exclusivas y descuentos y les inviten “a copas y chupitos” en los locales de ocio de la capital. De esta manera, pretende recuperar el valor del carné de NNGG. Y estos son los que tienen que levantar España. Apaguemos la luz y cerremos la puerta porque ya todo está perdido.

De una organización política juvenil cabe esperar que esté aportando, sin cesar, planes, proyectos, programas para mejorar la vida de los jóvenes. Vivienda, universidad, estatutos del becario, integración en el mercado laboral, lucha contra la precaridad y la explotación, fuga de cerebros, son muchos los asuntos y temas que se nos ocurren aquí, a bote pronto e improvisando. Sin embargo, nada de eso. La muchachada popular no está a lo que está, y en lugar de ofrecer soluciones para una juventud que cada día afronta un panorama más negro, se deja llevar por el hedonismo etílico, por la fiesta y el garrafón.

Ya dijo Alejandro Casona que no basta con ser joven, es preciso estar borracho de juventud con todas sus consecuencias. Y por lo visto estos discípulos del conservadurismo trumpizado ibérico van a llevar ese axioma hasta sus últimas consecuencias.

Los jóvenes son el alma de una sociedad. Una juventud sin pulso, anestesiada, dormida o catatónica, no hace más que anticipar fatales desastres, terribles dramas y convulsos vendavales a una nación. Eso es lo que parece ofrecernos la cantera de alevines del Partido Popular. Tantos colegios de pago, tanto viaje a Londres para aprender inglés y tanto máster en Harvard (aunque sea por la subsede de Aravaca) para terminar tirado en la barra de un bar. Lamentable.

Llegados a este punto, tenemos que preguntarnos qué está pasando con los cachorros de las élites en este país. Ya sabíamos que la derecha española siempre fue un poco maltrabaja, que los cargos y puestos se heredan de padres a hijos y de generación en generación y que un niño que nace de alta cuna no necesita esforzarse como el hijo de un obrero porque tiene asegurado un huequecillo en la empresa de papá, un sillón con su nombre y apellido en el consejo de administración de una multinacional o un despacho en el bufete de abogados de la familia de rancio abolengo. Pero hombre, podrían disimular un poco porque la imagen de holgazanes, fiesteros y vividores que están trasladando a la sociedad no es precisamente edificante. ¿Qué habrá pensado Garamendi cuando haya escuchado el alegato dipsómano del presidente de Nuevas Generaciones? Sin duda, que el futuro del empresariado español es más bien oscuro, ya que, en lugar de venir por detrás, pisando fuerte, una brillante hornada de economistas y emprendedores capaz de afrontar con garantías los grandes retos del siglo XXI, viene una promoción de expertos sumilleres, de finos catadores de los caldos de la tierra, de achispados que solo piensan en mamarse. Las Nuevas Generaciones del PP se han quedado con lo peor del marianismo de Rajoy, o sea, con aquel grito surrealista de “viva el vino” que marcó una época desgraciada para este país.

La juventud es un defecto que se corrige con el tiempo, decía Jardiel, y todos hemos sido jóvenes alguna vez. Todos hemos vivido al límite, a tope, carpe diem, sin importarnos lo que ocurriera al día siguiente. El problema es que, en un momento crítico y trascendental para el país, en un momento en que nos jugamos si la extrema derecha da el descabello final a la democracia, algunos están pensando, no ya en buscar alternativas en las recetas liberales caducadas de Adam Smith, sino en la escuela filosófica de Jack Daniel’s. Los chicos de NNGG deberían estar currando, trabajando duro, aportando ideas para hacer frente a los nuevos desafíos del país, pero queda claro que solo les preocupa el bebercio, la jarana, la juerga y el cuelgue del chupito por la cara.

Ayer, el nuevo presidente del Parlamento de Baleares, el diputado voxista Gabriel Le Senne, soltó una de esas sandeces ultras que hacen perder la fe en el ser humano. “Las mujeres son más beligerantes porque carecen de pene”, dijo el señorito. Por suerte, no todo parece perdido en la derecha española, ya que ha surgido una mujer de ideas abiertas, una especie de antítesis del ayusismo a la que conviene seguir de cerca: María Guardiola. La candidata popular a la presidencia de Extremadura asegura que prefiere no gobernar con los que niegan la violencia machista, critica el ansia de poder de Vox, que solo busca consejerías, y califica de “capataz del señor feudal” al dirigente local voxista de turno. Por momentos, Guardiola parece una peligrosa podemita (hasta se atreve a defender a los inmigrantes y al colectivo LGTBI), lo cual permite albergar esperanzas de que la derechona española deje de ser algún día ese mundo asilvestrado y carpetovetónico que es hoy. Nunca antes habíamos visto a un líder popular con un discurso tan sensato, sinceramente moderado y fiel representante de un humanismo que no por ser conservador merece ser despreciado. Una voz centrada que podría abrir nuevos caminos ideológicos a los jóvenes del partido. Desgraciadamente, el muchacho Dancausa, del que sin duda oiremos hablar más veces, tiene otros referentes muy distintos. Mayormente Froilán, que también está más a la fiesta que a España.

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3 COMENTARIOS

  1. ESpaña nunca se irá al garete. Al garete siempre van las clases menos favorecidas de los españoles incluso muchos con la bicolor en la muñequera. Envidiarán a los vástagos de los poderosos porque a todos enseñarán en la privada a unos a obedecer y no chillar y a otros a mandar alto y claro.
    Las elecciones, pues eso, mientras el bipartidismo borbónico se cebe bien no problem.
    Si en algún momento hubiera peligro no de transición ni de transmisión sino de cambio real del sistema, los resultados de las elecciones se pueden sin rubor alguno afinar.
    Así que España nunca, nunca se irá al garete.

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