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Fuera de control

Jesús Ausín
Jesús Ausín
Pasé tarde por la universidad. De niño, soñaba con ser escritor o periodista. Ahora, tal y como está la profesión periodística prefiero ser un cuentista y un alma libre. En mi juventud jugué a ser comunista en un partido encorsetado que me hizo huir demasiado pronto. Militante comprometido durante veinticinco años en CC.OO, acabé aborreciendo el servilismo, la incoherencia y los caprichos de los fondos de formación. Siempre he sido un militante de lo social, sin formación. Tengo el defecto de no casarme con nadie y de decir las cosas tal y como las siento. Y como nunca he tenido la tentación de creerme infalible, nunca doy información. Sólo opinión. Si me equivoco rectifico. Soy un autodidacta de la vida y un eterno aprendiz de casi todo.
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Por duodécimo día en un mes, una nueva luminosidad aparecía a lo lejos, en el monte bajo, al anochecer. Un nuevo foco de un incendio provocado, que como los anteriores, quemaría unas hectáreas de encinas viejas y acabaría siendo sofocado por los bomberos que empezaban a dar muestras de cansancio y de hartura ante la indecencia de unos pirómanos que tenían nombre y apellidos localizados y que nadie se atrevía a detener porque eran los mismos que, mientras cobraban subvención del estado por mantener el bosque intacto, arengaban a la gente a que entraran a saco, destroncaran las viejas carrascas e hicieran con el terreno lo que mejor les pareciera. Desde sembrar nabos a construir cabañas rurales.

La situación se había ido tensando a lo largo de los años. En Sorroval, durante decenios, el marqués y sus secuaces habían estado usando el monte para hacer carbón vegetal, contratando a pobres carboneros que pasaban días enteros sin dormir, cuidando de que la llama no saliera de entre la tierra, por unas perras gordas que ni siquiera les daba para alimentar a sus familias. Sin embargo, debido a las especiales condiciones biológicas de la zona, estaba prohibido cortar ni una sola rama de encina sin un permiso, que siempre denegaban a todos menos a ellos. Para el marqués y sus secuaces, estaba la excepción a la ley de la necesidad de limpieza para evitar la propagación del fuego. Para los demás, y para poder mal alimentar a sus familias, quedaba la opción de intentar realizar una carbonera a espaldas del marqués y de la Guardia del Campo, en terreno propio, lo más cercana posible a la del señorito, para que pasara desapercibida. O directamente ir apartando carbón a hurtadillas y del montón del marqués donde se provocaba la combustión anaeróbica, y quedarse con lo sisado para venderlo en el estraperlo.

El hambre y la necesidad habían ido creando una tensión que podía cortarse con cuchillo. Los propietarios de suertes de monte ya no aguantaban más. Si la ley era igual para todos, estaban ya ahítos de que a la camarilla del marqués se les dejara hacer lo que quisieran y a ellos se les condenara a pagar multas insufribles para sus vanas faltriqueras. Así se habían empezado a organizar y a meter ruido con la intención de que aquello cambiara. Su primera quimera estaba con aquellos que, siendo igual de pobres, tenían la idea de llegar algún día a formar parte de la élite esbirra del marqués. Estos no querían que nada cambiase. Contra ellos también estaban los Guardias del Campo, la mayor parte al servicio del marqués, que en lugar de garantizar la ley, cuidaban de que nadie perjudicara los intereses del señorito.

Aun así, habían conseguido suficiente ruido y presión como para que el Ayuntamiento empezase a considerar la idea de que el coto debería aplicarse a todos por igual y que, las subvenciones estatales que se daban a través del ayuntamiento, deberían ser baremadas de otra forma.  Así, la propuesta que estaba sobre la mesa era que, quienes solicitaran permiso para hacer carbón, verían reducida la subvención en un porcentaje equivalente a la venta de los kilos de producto final indicada en la solicitud. La Guardia del Campo, vigilaría que no se hicieran trampas y se encargaría de sancionar a aquellos que fueran pillados tanto en carboneras ilegales como en venta fuera del mercado controlado.

Llegados a este punto, los esbirros del marqués, comenzaron a prenderle fuego al monte. Con la excusa de la libertad para que cada cual hiciera con su suerte lo que quisiera, lo que estaban haciendo es por una parte, conseguir legalizar, para ellos, las carboneras realizadas con madera ya quemada en la que ahora usaban inmigrantes ilegales, y por otra echarle un pulso al ayuntamiento para que dejaran las cosas como estaban.

Cuando empezaron los fuegos, los pirómanos acusaban al ayuntamiento de no atajarlos con premura. Cuando los vecinos  comenzaron sus quejas porque estaban hastiados de ver trabajar incansablemente a los bomberos y voluntarios mientras que gentuza del marqués seguían provocando los incendios, atacaron a la corporación aduciendo inoperancia para proteger el monte y descontrol en el uso de mano de obra ilegal (que ellos eran los únicos que utilizaban). Conforme se iban sucediendo los incendios provocados, crecía la apatía de los voluntarios que intentaban sofocarlos. Algunos, creyendo que era una disputa en la que no debían tomar partido, se quedaban en el bar viendo como los bomberos iban y venían con sus bombas al río. Otros, los menos, proponían sacar al Cristo del Encinar para que les ayudase a que no hubiera más incendios. Otros, creyéndose a salvo de todo porque ni tenían monte, ni se dedicaban al carbón, simplemente miraban para otro lado criticando a los que intentaban apagar el fuego acusándoles de ir a remolque de los pirómanos. La Guardia Civil del Campo, intentaba encarcelar al alcalde y a los concejales, dando la vuelta a la tortilla, por no impedir los incendios ni la utilización de migrantes sin papeles, en lugar de llevar las pruebas que tenían para detener a los pirómanos que todos conocían con nombres y apellidos. Solo unos pocos ayudaban en cada conato a los matafuegos con palas y batefuegos. Cada vez más hastiados y cansados como los bomberos, a veces increpaban a los que desde las terrazas en los bares se reían mientras ellos trabajaban desinteresadamente para todos. Entonces llegaban las críticas de los que miraban para otro lado creyéndose a salvo. Les acusaban de ponerse al mismo nivel que los pirómanos.

Tanta fue la dejadez, tantas las advertencias desatendidas que llegó el día en el que, tras la primera hoguera, un intenso aire avivó el fuego de tal manera, que cuando pudieron controlarlo, el fuego había calcinado el 90 % del bosque, más de la mitad de las casas del pueblo y había dejado tras de si, decenas de muertos.


Fuera de control

Madrid, 31 de mayo de 2020.

Escribía Alejandro Torrús en el diario público.es allá por el 2017 (el 24 de abril) un extenso artículo titulado “España, tierra de impunidad para torturadores” en el que denunciaba, a cuenta de una de las condenas del Tribunal Europeo de Derechos Humanos a España por el trato inhumano infligido durante su detención a dos miembros de ETA y por no investigar las denuncias de torturas, la presunta habitualidad en la vulneración los derechos civiles de los ciudadanos españoles, según atestiguaba José Manuel Sánchez Fornet, un histórico líder del Sindicato Unificado de Policía de que ya no formaba parte. En este artículo también se reflejaba otro hecho aún peor como lo es que muchas de esas condenas iban acompañadas de indultos por el Gobierno (entonces del PP). Llegando al extremo que el jefe de la UCO, un coronel de la guardia civil, había sido indultado por el gobierno de Aznar.

Tras la destitución por el ministro Marlaska de Pérez de los Cobos, el diario Berria, publica un artículo con el testimonio de Pedro Alcantarilla, al que detuvieron el 2 de octubre de 2004 en Burgos, cuando conducía un camión y al que procesaron por ser miembro de ETA. En este artículo acusa al destituido, de estar presente mientras era torturado. Alcantarilla interpuso esta misma denuncia por torturas en diciembre de 2004, pero fue archivada al cabo de un tiempo. En 2005, Alcantarilla, fue extraditado a Francia y en 2010 fue condenado a diez años de prisión por un Tribunal en París. Fue puesto en libertad en 2012.

No es la primera vez que se relaciona a Pérez de los Cobos con la tortura. Kepa Urra, que pasó 22 años preso y por cuya denuncia de torturas fue condenado e indultado el coronel Sanchez Corbí, también denunció por torturas sufridas en 1992 al ex jefe de la Comandancia de la Guardia Civil de Madrid. En este caso fue juzgado y absuelto por la Audiencia Provincial de Vizcaya en noviembre de 1997 dónde, en cambio, fueron condenado otros tres guardias civiles.

Mucho más mediático ha sido el caso denunciado por Unai Romano, cuya fotografía con la cara totalmente desfigurada ha dado cien veces la vuelta al mundo digital. Tanto que fue incluido en el informe «Tortura en Euskal Herria», referido al año 2001. El 14 de febrero de 2020 fue de nuevo noticia al incluirlo en un largo hilo de Twitter que fue recogido por el diario progresista IzquierdaDiario.es. Este caso, aún está pendiente de ser visto por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos que ya ha emitido nueve sentencias contra el estado español referente a la falta de investigación de torturas.

Sea como fuere, demasiadas denuncias y demasiadas sentencias para un estado que presume de ser una de las democracias más consolidadas del mundo.

Muchos de los que pudimos ver en su día, el vídeo sobre los hechos acaecidos en Alsasua y repasamos lo sucedido en el juicio que acabó condenando a los 8 jóvenes, tenemos la sensación de que no se hizo justicia y de que lo redactado en los informes de los supuestos agredidos, no se corresponde con lo que vimos en el vídeo.

Lo sucedido con el llamado caso CDR en Catalunya es del mismo proceder. En septiembre de 2019, teníamos conocimiento a través del bombo y platillo de la prensa de difusión del hijoputismo, de una operación policial en la que se detenían a 9 peligrosos terroristas miembros de los llamados CDR (comités en defensa de la República catalana). Tras hacernos creer que tener caldo hecho con col y un saco de fertilizante en casa es lo mismo que tener diez kilos de amonal, en el mes de enero de este año estaban todos libres y el caso se ha difuminado a la nada. No hemos visto que los titulares explosivos de su detención se repitieran cuando han sido puestos en libertad.

Cuando vemos como un policía americano acaba con la vida de un pobre ser humano de raza negra, poniéndole una rodilla en el cuello o disparándole sin mediar palabra, muchos acaban pensando “¡Qué horror!”. Cuando eso sucede en Israel, dónde un pobre chaval palestino es retenido, dejado marchar y acribillado a balazos por la espalda, algunos lo justifican porque califican a los palestinos de terroristas. En España, de momento, la ejecución de ciudadanos sin juicio es cosa del pasado y por eso, hay muchos compatriotas que no creen que haya arbitrariedad ni vulneración de los derechos entre algunos miembros de los cuerpos y fuerzas de seguridad del estado. Pero no solo la muerte de un inocente o la ejecución por el color de la piel o por sus ideas políticas es un hecho execrable. Cuando se cuestionan los derechos fundamentales como el de la presunción de inocencia, cuando se pisotea el derecho a ser tratado con igualdad, cuando las cloacas del estado se utilizan para intentar subvertir el orden político establecido en unas elecciones más o menos libres, no podemos mirar para otro lado y creer que si nos tapamos los ojos eso no sucede o que eso no va con nosotros porque nunca seremos negros, gitanos, pobres, anarquistas o parte del gobierno. Aunque la infección empiece por un pequeño corte, si no tomas antibiótico, acabarás muerto por septicemia. Hace unos años no había problema en salir a la calle con una bandera republicana y hoy es muy normal que te acaben multando, reteniendo o incluso quieran entrar en tu domicilio y obligarte a quitarla, al igual que presuntos policías y guardias civiles se graven en vídeo insultando a políticos y cargos públicos.

Sucede con demasiada frecuencia y ambigüedad en esta democracia tan avanzada, que la judicatura y las fuerzas de seguridad del estado parecen ir por libre y sin control alguno. El Consejo General del Poder Judicial lleva casi dos años actuando fuera de mandato y de control lo que es peor, aprovechan la posición del Partido Popular que, como ya hizo antes, se niega a renovar si no puede colocar a los suyos, para ascender hasta uno de los 43 puestos de alto nivel en tribunales a jueces de su conveniencia. Muchos tenemos la sensación de que hay poderes dentro del estado que actúan como si fueran repúblicas completamente independientes del estado central que actúan conforme a intereses que no son los de la ciudadanía a la que dicen representar.

Lo veíamos la semana pasada en Vicálvaro, un barrio madrileño de las afueras donde, después de la concentración en favor de la sanidad pública en el ambulatorio local, los concentrados decidieron, guardando un orden (dos filas indias y dos metros de separación entre cada uno de los miembros de las hileras), circular por el barrio al grito de “¡sanidad, pública!”. Lo que sucedió fue que, al contrario de las concentraciones en Núñez de Balboa, donde la gente se apelotonaba y la policía miraba, aquí llegaron vestidos de batalla, casco puesto y porra en mano, y decidieron poner a los viandantes contra la pared e identificar uno a uno. ¿Quién ordenó que eso sucediera y por qué ese trato distinto a los señoritos del Pinar de Chamartín o del Barrio de Salamanca? Quienes me leéis todas las semanas sabéis de mi nulo aprecio por el ministro Marlaska. Pero dudo que sea él quién da la orden de que en un sitio dejen correr la protesta y en otro actúen como si fueran delincuentes. Lo que significa que alguien, está ejerciendo un poder que no le corresponde.

Me queda un poso, un regusto amargo con lo sucedido con los ceses de los tres primeros mandos de la Guardia Civil, dónde tengo la sensación de que hay algo más allá de un informe para darle la vuelta a la tortilla e intentar procesar al delegado del gobierno en Madrid y con él al Central (y al bueno de Fernando Simón, ¡uno de los tipos más noble que he conocido!). Algunos tenemos la mosca en la oreja de que las cloacas del estado, que no eran un problema para el PSOE cuando actuaban en contra de Podemos, han empezado a mostrarse tal y como son y actúan, como siempre lo han hecho, en beneficio de aquellos para los que siempre lo hicieron. Si el PSOE se ha convertido ahora en el enemigo, también es objetivo.

Por eso, no podemos quedarnos impasibles, ni mirar para otro lado. Puede que tu no creas que hay personas que no tienen para comer. Puede que si lo creas y pienses que eso te queda lejos. Puede que creas que los errores y los informes policiales amañados solo son para los terroristas y delincuentes. Puede incluso que lo justifiques. Pero, cuando en un estado que se dice democrático, hay poderes que se escapan al control del propio estado, el problema es de todos, no únicamente de los que tú crees. Lo que hoy te mantiene a salvo, mañana puede ser tu castigo.

El poema de Martin Niemöller de “primero vinieron a por los comunistas, y no dije nada porque yo no era comunista…” siempre está de actualidad porque es una condición del ser humano el no creer que el entorno vaya con él. Las cosas siempre les pasan a los demás hasta que te das cuenta de que también te pasan a ti. Entonces es cuando pides ayuda. Entonces es, cuando la mayor parte de las veces, ya es tarde.

Lo que está sucediendo en USA con el enfermo mental que tienen de presidente, que en lugar de intentar pacificar, le hecha más leña al fuego, lo que está sucediendo en Brasil, en Ecuador y por desgracia también aquí, es consecuencia de la pasividad del personal ante una enfermedad que es la peor de las pandemias: el fascismo.

O nos concienciamos de que esto es un mal para todos, o volveremos a repetir la historia pasada. También puede que creas que esto a ti ni te va, ni te viene. También lo creían en la Inglaterra de 1936 cuando coqueteaban con Hitler. Y luego acabó bombardeando Londres.

Salud, feminismo, república y más escuelas públicas y laicas.

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1 COMENTARIO

  1. D.Enrique Tierno Galvan,digo en su dia,que seria menester colocar un epitafio en los Pirineos donde se expresase con claridad «aqui yace la España tragica,aqui yace la España negra».Vemos que esto no fue posible,ni tiene visos de serlo.

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