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La alegría de ver a Alcaraz jugando en la hierba

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análisis

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Se le habían afilado los sucios colmillos a los cenizos, dispuestos a esparcir su ceniza malsana sobre Carlitos Alcaraz. Y hasta les hacía gracia que los comentaristas y sus seguidores le siguiesen llamando Carlitos, porque según los cenizos iba a quedar claro que de Carlitos no iba a pasar, que todo lo logrado hasta la fecha era sólo un espejismo, que al cabo únicamente había ganado un gran slam.

La derrota contra Djokovic había hecho que montones y montones de ratas abandonaran el barco de Alcaraz y se refugiasen en El puerto con la esperanza oscura de verle hundirse.

Además le iba a tocar al murciano navegar sobre la hierba, que no es su terreno habitual.

El primer partido en Londres contra un tenista francés al principio hizo babear a los cenizos. Un francés que no era nadie podía ganar Alcaraz. Un set. Pero llegó un segundo set y luego un tercero, y los dos los ganó Carlos Alcaraz. Que le llamen Carlitos si quieren. Que le llamen como les dé la gana. Porque ya en la segunda ronda del torneo de Queens Alcaraz jugó contra el checo que le tocó enfrente como si lo estuviese haciéndolo en el patio de su casa: golpes magistrales e inspiradísimos a mansalva. Ninguna duda de sí mismo.

Es una alegría verle jugar en la hierba. Ver como a los cenizos se les congela en la boca la ceniza malsana. Naturalmente no queremos que se la traguen. Preferimos desearles que sean inteligentes y generosos consigo mismos y disfruten del maravilloso tenis de Alcaraz, de su alegría jugando en la hierba.

Tigre Tigre

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