sábado, 27abril, 2024
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La España de misa y vermú

Jesús Ausín
Jesús Ausín
Pasé tarde por la universidad. De niño, soñaba con ser escritor o periodista. Ahora, tal y como está la profesión periodística prefiero ser un cuentista y un alma libre. En mi juventud jugué a ser comunista en un partido encorsetado que me hizo huir demasiado pronto. Militante comprometido durante veinticinco años en CC.OO, acabé aborreciendo el servilismo, la incoherencia y los caprichos de los fondos de formación. Siempre he sido un militante de lo social, sin formación. Tengo el defecto de no casarme con nadie y de decir las cosas tal y como las siento. Y como nunca he tenido la tentación de creerme infalible, nunca doy información. Sólo opinión. Si me equivoco rectifico. Soy un autodidacta de la vida y un eterno aprendiz de casi todo.
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Es domingo y hoy toca misa y vermú. Desde un sexto piso de un edificio de diez plantas con escalera de servicio y casa para el conserje, la familia Rodriguez se viste con sus mejores galas mientras, a través de la ventana, se escucha el tañido claro de unas campanas. No hay ningún campanario cerca. Pero el cura del barrio, se las ha arreglado para instalar unos bafles y un equipo de sonido en lo alto de la cruz que preside el templo, que retransmite en bucle una grabación de algún campanario de pueblo, que repite cada vez que llama a misa.

Acicalados de domingo, Angelita, la madre, viste mantilla española, de un negro riguroso y un vestido con escote de encaje y media vuelta que le llega justo a la altura de la rodilla. Camina sobre unos Manolo Blahnik de imitación abiertos por detrás, con tacón plano de unos tres centímetros. Borgita, el hijo que ya tiene casi dieciséis, lleva un pantalón beige oscuro una chaqueta azul marino sobre una camisa de tonos marrones, una corbata azul con corazones rojos y zapatos castellanos de charol. La hija, Rosa Mary, feúcha, con el pelo corto como si fuera un chico, viste unos pantalones azules casi negros con rayas verticales blancas y una americana a juego del mismo corte, color y estilo sobre una camisa blanca sin cuello abotonada por completo. Calza unos zapatos negros tipo Oxford minimalista con cordones. El padre, Lucas, un chulapo salido directamente de la verbena de La Paloma, lleva pelo peinado hacia atrás, con gomina, un bigotillo fino tipo Clark Gable, traje de lana azul marino de oferta del Corte Inglés, un clavel en la solapa, zapatos castellanos negros, muy bien lustrados, con cordones y un sombrero panamá en la mano. 

Una vez salgan de misa, sobre la una y media de la tarde, como todos los domingos, los cuatro, irán a sentarse en una de las mesas de la explanada que hay frente al antiguo quiosco de prensa, pedirán una ración de gambas, dos vermouths Izaguirre de barril para los padres, una bebida de cola sin azúcar para Borgita y una caña de cerveza para Rosa Mary. Mientras degustan el marisco y las bebidas, no hablan, no se comunican, ni siquiera usan el móvil. Mirarán aquí y allá, saludarán con la mano o con un movimiento ligero de cabeza a sus vecinos y conocidos y permanecerán atentos al entorno como si fueran los protagonistas de un documental sobre la cría de mochuelos en un nido. Cuando acaben el tentempié, como todos los domingos y festivos, pasarán por la panadería aledaña al bar, cogerán el pan y regresarán los cuatro como familia modélica a casa.

Pero no es oro todo lo que reluce. Los Rodriguez son un quiero y no puedo. Viven en un piso amplio de más de 90 metros cuadrados que hace ya años que tuvo su esplendor. La conserjería está vacía y en el tabuco que servía de vivienda reside una familia de sudamericanos con cuatro hijos a los que la comunidad cobra un alquiler de 200 euros al mes, más las labores de sacar todos los días la basura y barrer y fregar la escalera, dos veces por semana. El piso de los Rodriguez no está mal, pero la tarima que tiene más de cincuenta años, necesita un acuchillado, las paredes además de una mano de pintura, algún que otro bote de Aguaplast y la cocina un remozamiento casi completo. Por otra parte, los Rodriguez, tienen varias cuotas de comunidad atrasadas y una derrama de dos mil euros que se niegan a pagar.

Lucas, un hombre hecho a sí mismo, como le gusta definirse, es un inútil que tardó nueve años en sacar la carrera de derecho. Tras quince años estudiando para notario, no fue capaz de aprobar ni con varias recomendaciones y al final, por medio de una de ellas, acabó trabajando como pasante en una de las notarías de la ciudad. Los jueves por la tarde engaña a su mujer con su querida, una chica cañón venezolana que hace la limpieza de la notaría y que se acuesta con él no por gusto sino por necesidad. Lucas, tras varios meses de acoso, consiguió chantajearla metiendo una esclava de oro, que encontró en el baño, en el bolso de mano de la limpiadora. Cuando Rita, una de las compañeras de Lucas dio la voz de alarma de que había perdido la esclava, este se acercó a Gabriela, la chica de la limpieza y le susurró al oído que fuera a su bolso y mirara. Si no quería que se la acusara de robo, ya sabía lo que tenía que hacer. Ganó una esclava que no se puede poner, y un montón de arcadas los jueves de ocho de la tarde a diez de la noche.

Mientras Lucas está con Gabriela, Angelita, que le cuenta a su familia que pasa los jueves por la tarde en la cafetería con sus amigas del colegio a las que recuperó hace unos meses, está haciendo lo propio en casa del vecino de octavo, un cincuentón de buen ver, soltero que le ha enseñado en vivo el guion de la película 50 sombras de Grey.

Borgita, que en el colegio es conocido como «el fumao», no es lo que parece y su hermana Rosa Mary pasa las horas con su amiga Julia explorando su anatomía, aunque ninguna estudia medicina o biológicas sino magisterio.

*****

La España de misa y vermú

Esta semana pasada ha habido bronca social en los medios de incomunicación, adoctrinamiento y difusión del evangelio hijoputista, a consecuencia de unas palabras de la ministra de Igualdad, Irene Montero, en el Congreso de los Diputados. Como tengo la gracia de no ver la televisión y no atender a lo que cuentan esos medios, las referencias que me han llegado han sido a través de las cuentas personales de esos insignes personajes de la España de misa y vermú que creen que lo importante no es sí, si la ministra llevaba o no razón en lo que estaba diciendo, sino unas supuestas formas equivocadas. Como en el famoso cuento de Hans Christian Andersen, no se trataría de hacer ver al rey que estaba desnudo sino de que la cáscara o envoltorio no era bonito y sobre todo no parecía decente.

Hace ya varios meses que una triquiñuela de una parte de esos señores que llevan de ocupas en el Consejo General del Poder Judicial más de tres años, con la connivencia y consentimiento de la señora presidenta del Congreso, sirvió para robarle el escaño al diputado más decente de todos los que hay en esa magna institución, Alberto Rodríguez. Una despedida triste, sin apenas barullo mediático. Y eso que según dicen, están a punto de devolverle el escaño, cosa que no me cabe duda harán cuando la legislatura ya esté finalizada. Esta semana, sin embargo, hemos visto como todas las señorías, incluyendo las de Unidos Podemos, aplaudían a un tipo ruin, pérfido que no ha hecho absolutamente nada en su vida, salvo ser hijo de, lo que ahora llaman un nepobaby,  que le daba la espalda al pueblo cuando sus representantes euskaldunes subían al estrado, y que además hemos conocido que ocultó en su declaración de bienes que era administrador de una empresa con intereses millonarios en un paraíso fiscal como es Andorra. Para el comportamiento hostil, hosco y maleducado de este necio no hubo jamás alarma social creada por unos medios de manipulación deformativa, ni reproches, ni siquiera algo más que no fuera una mención anecdótica. Por lo que se ve, a los señores y señoras diputadas, a los medios transmisores de fluido hijoputista, y a muchos de los españolitos de a pie, les importa mucho más las ridículas formas que los derechos de las personas a las que dicen representar y por las que deberían procurar el bien.

Porque mientras nos señalan el dedo que no deja ver la luna, estos sinvergüenzas que se dedican a la política para procurarse el bien a sí mismos y de paso a las corporaciones que les han ayudado o que les ayudarán en el futuro a tener jubilaciones fáciles con salarios indecentes, están aprobando una ley que penaliza la protesta social, que castiga con la cárcel futuros movimientos como el 15M o los de las Marchas de la Dignidad, o las de las Plataformas antidesahucios. Todo bajo el paraguas de eliminar el delito de sedición.

Mientras nos tienen entretenidos con disputas imbéciles sobre si una cajera de un supermercado puede llegar a ministra (no han dicho aun nada de que una cigarrera pueda llegar a ser reina), nos están hurtando las pensiones a todos los que estamos más cercanos a los sesenta que a los treinta y directamente expoliándoselas a todos aquellos menores de 30 años, porque no serán capaces de llegar a juntar 30 años de cotización que es lo que, de momento, quieren exigir para poder llegar a disfrutar de un derecho ganado con tu esfuerzo y cotización durante todos los años de tu vida laboral.

Mientras ponen el foco en la oveja negra para que no veamos como se acercan los lobos, miles de personas están dejando de percibir prestaciones sociales, como el paro para mayores de 55 años o el salario mínimo vital, (vean ustedes el caso que conté aquí hace quince días) sin que los interesados reciban comunicación previa ni puedan presentar recurso. Todo ello, con sus señorías haciendo el imbécil como ha sido que en el parlamento de la Unión hayan decidido declarar a Rusia como promotora del terrorismo, cuando todos sabemos de dónde procede la mayor parte del capital que en su día financió a Al Qaeda, como sabemos quiénes son los responsables de haber volado el gasoducto en Noruega, o cómo sabemos quién ha promocionado el 99 % de los golpes de estado sufridos en Sudamérica, Asia o África. O cómo estamos hartos de denunciar del genocidio de los palestinos a manos de Israel que los americanos aprueban y defienden. En el mimo modo de imbecilidad supina, declaran en el mismo parlamento que las acciones de guerra son delitos de lesa humanidad si son ejercidas desde el lado ruso. Ahora, bombardear carreteras, o estaciones eléctricas en Ucrania atentan contra los derechos humanos, mientras que cuando la OTAN lo hizo desde el 24 de marzo al 10 de junio en 1999 en Serbia y Montenegro, solo era una operación de las fuerzas aliadas respaldada por la guerra.

Mientras nos tienen entretenidos con polémicas inútiles sobre futuros medios de comunicación que, en todo caso, llegarán a una minoría, se les olvida publicar que Macron declara que «Francia y el resto de Europa solo somos las mascotas imbéciles, que nos destruimos con la guerra, mientras «nuestro aliado EE.UU», nos roba toda la industria y nos tima con el precios del gas y las armas…». Se les olvida publicar que Francia anuncia posibles apagones a lo largo del invierno por falta de producción energética. No les gusta publicar que el Reino Unido está al borde del colapso total, con varias empresas públicas en huelga desde hace meses, con un caos por falta de electricidad y energía y hasta con problemas de agua porque el 70 % de las empresas de suministro y alcantarillado pertenecen a fondos buitre, o que según pronostica el Financial Times, más de 30 proveedores de energía del Reino Unido quebrarán durante este próximo invierno.

Mientras nos entretienen con milongas y peleas entre bufones del régimen salido del golpe de estado del 36, afincado desde el 1 de octubre del 39 en Burgos, no prestan demasiada atención a datos como que, a pesar de una sustanciosa rebaja del consumo de gasolina y gas en la industria y en los hogares (un -36,5 %), el consumo de gas se disparó en octubre (un 74,5 %) por el abuso para la producción de electricidad (ya no tienen agua en los pantanos con los que hacer negocio) y la solar y eólica son testimoniales. Tampoco les interesa publicar que las exportaciones alemanas cayeron un 3,7 % en octubre (cuando estaba previsto un 0, 4 %) porque eso significa que, si Alemania tose, España entra en pulmonía.  Como tampoco he visto publicada la situación de extrema gravedad existente en Alemania y Polonia que les está dejando sin carbón para quemar, al que habían vuelto por los altos precios del gas. ¿Qué van a hacer? ¿Quemar mobiliario urbano como en Lituania?

Y mientras todo esto sucede no sólo a nuestro alrededor, sino aquí, en casa, los periodistas al servicio de este hijoputismo diciendo que todo esto es pasajero. Nuestro gobierno haciendo anuncios de crecimiento en 2024 y algunos cuñaos, aunque sean ingenieros de minas, soltando en entrevistas que los recursos de la tierra son casi ilimitados. Pero no sólo ellos. Veo todos los días a mi alrededor, gente que se cabrea porque no se puede comprar el último modelo de móvil porque no hay existencias, personas que se llevan las manos a la cabeza porque necesitan cambiar el coche y les dan fecha de entrega a 6 meses, un año.

Pero no les intentes explicar la razón, porque no quieren saber, no quieren ser conscientes.

La felicidad consiste en no enterarse de nada.

Salud, ecología, decrecimiento, feminismo, república y más escuelas públicas y laicas.

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