Ya era hora, joder y rayos y truenos y ya era hora, por todos los demonios, de que a Esteban Ocon el tipo ese de Alpine de pelo blanco y nombre impronunciable lo pusiera en su sitio.
-Que no Esteban, que no, que esta vez no te vamos a permitir que nos toques los cansados a todos y te vuelvas a chocar con Fernando Alonso. ¿Has entendido que no puedes pelear con él?
-Síiiii.
-¡Pues dilo!
Y el bueno de Esteban, piloto al que apreciamos enormemente pero muchísimo menos que a Alonso, hay que ser sincero con uno mismo, echando espumita por la boca y viendo como el piloto más viejo de la parrilla le adelantaba, y no solo le adelantaba a él, adelantaba a todo cristo, Max Verstappen con su Red Bull supuestamente imbatible incluido.
Empezaba súper atrás, después de la posición número quince, entre los cinco últimos, el gran Fernando Alonso, y lo hacía con una estrategia que parecía condenada al fracaso: cambiar de neumáticos tres veces. Pero por una vez los dioses hicieron justicia a su coraje y a su hambre de ganar y demostrar su grandeza, y mandaron un SafetyCar caído del cielo.
Acabó quinto, y aunque el diecisiete por ciento de los espectadores decidieron nombrar piloto del día a Lewis Hamilton en nuestra opinión lo que hizo Alonso le da mil vueltas a lo que hizo el británico. Como explicó él mismo en la rueda de prensa final, sonriendo de oreja a oreja, los ojos felices y brillantes, FUERON SETENTA VUELTAS DE CLASIFICACIÓN las que dio en el Gran Premio de Brasil 2022.
Bravo por él y por su alegría, que nos contagia a todos, que nos hace sentirnos más felices y reconciliados con las miserias del mundo…; porque estamos viviendo en una época llena de miserias por todos sitios, y sino que se lo pregunten al maravilloso Checo Pérez, pero esa es otra historia y ya la escribimos ayer. Hoy nos toca disfrutar, compartir esa alegría fantástica de Fernando Alonso.
Forza Alonso.
Tigre Tigre
