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La última incoherencia de Vox: sus dirigentes son negacionistas del cambio climático pero el 40 por ciento de sus votantes no

El partido ultra sigue comportándose frívolamente con el asunto del calentamiento global pese a las evidencias empíricas y científicas

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análisis

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Vox es un partido negacionista del cambio climático pese a que Ramón Tamames, durante la pasada moción de censura, ya advirtió a Santiago Abascal de que esa posición ideológica puede ser un error. Detrás del calentamiento global están las consecuencias nefastas que todos estamos sufriendo en nuestras carnes como sequías, inundaciones, temperaturas propias de agosto en el mes de abril, fallecidos por golpes de calor, cultivos esquilmados, cortes de agua, pantanos secos, sectores agrícolas arruinados, destrucción de los entornos naturales y de la biodiversidad (véase Doñana), subidas del nivel del mar con las consiguientes pérdidas de kilómetros de playas y costas y el turismo, gran fuente de riqueza de nuestro país, seriamente afectado. Y sin embargo, pese al desastre total que planea sobre nuestras cabezas, los dirigentes de la fuerza ultra siguen haciendo befa y mofa con la catástrofe ambiental que se nos viene encima. Son como la orquesta del Titanic, ellos siguen tocando mientras el barco se va a pique.

No obstante, un dato llama poderosamente la atención: según recientes encuestas, hasta un 40 por ciento de los votantes voxistas creen que todos estos fenómenos catastróficos se deben al cambio climático sin lugar a dudas. La mayoría de los españoles, hasta un 90 por ciento de encuestados, tiene claro que estos episodios poco habituales de altas temperaturas tienen que ver con la emergencia climática y se muestra “muy o bastante preocupado” por el fenómeno. Un 8% se muestra poco alarmado y un 1,5% no está nada inquieto (en este último grupo están, lógicamente, los más reaccionarios negacionistas dispuestos a cerrar los ojos ante la evidencia empírica y científica).

Vox debería plantearse seriamente su posición política ante el mayor problema al que nos enfrentamos en la actualidad. Las ocurrencias de Gallardo Frings, el vicepresidente voxista del Gobierno de Castilla y León a quien le parece que las emisiones de dióxido de carbono contaminante son benignas y todo esto del cambio climático no es más que un invento del mundo woke izquierdista, pueden hacer gracia hoy por hoy a un sector hooligan de la población, pero probablemente a medida que vaya pasando el tiempo, y los desastres sean cada vez más tremendos, más españoles entenderán que el calentamiento global, el mayor desafío de la historia de la humanidad, no es ninguna broma. A la fuerza ahorcan. O eso dicen.

Está en juego todo, la alteración de los ecosistemas, la supervivencia de especies animales y vegetales y algo tan sencillo como que algún día no podamos comer lechuga, tomate o aceitunas porque la tierra habrá enfermado tanto que ya no da cosechas fértiles como antes. Gallardo Frings puede seguir haciendo absurdas gracietas con el tema, pero debe ser consciente de que crece la conciencia social, incluso entre sus votantes, de que estamos caminando irreversiblemente hacia una hecatombe. Su electorado, le guste o no al dirigente castellanoleonés, se le está volviendo ecologeta a la fuerza y a este paso se quedará solo diciendo estupideces mientras sus simpatizantes, muchos de ellos ganaderos, agricultores y habitantes de la España rural a la que pretende seducir y cautivar, lo mirarán con lágrimas en los ojos, las manos llenas de tierra muerta, y repitiéndose a sí mismos que maldita la gracia o preguntándose por qué votaron lo que votaron.

El mensaje de SOS no va solo dirigido a Vox, también al PP, sobre todo a gente como Moreno Bonilla, el Bolsonaro andaluz dispuesto a seguir desecando Doñana a cambio de un puñado de votos miserables. Su enfrentamiento con el comisario europeo de Medio Ambiente ha adquirido tintes grotescos. Todos los expertos y científicos le están diciendo que deje de extraer la poca agua que queda ya en las entrañas del hermoso humedal porque de lo contrario en 25 años no quedará nada más que un inmenso secarral y una triste mancha marrón que se verá desde el espacio. Precisamente hoy mismo, la NASA ha alertado ante la sequía que padece España en una publicación que lleva como título Pantanos vaciándose en Cataluña, en la que muestran imágenes de la situación actual de algunos embalses de la comunidad autónoma. En concreto, han publicado fotografías de Sau y de Susqueda del año 2021 y 2023, en las que se puede observar no solo cómo el agua ha descendido, sino también cómo la cantidad de flora ha bajado notablemente alrededor de los pantanos.

Asimismo, la publicación destaca también la distancia a la que se encuentran estos pantanos de Barcelona: a 100 kilómetros, por lo que son necesarios para proveer de agua a la ciudad de Barcelona. En este sentido, cabe destacar que ya hay un embalse con capacidad cero en Andalucía. Se trata de Sierra Boyera, que se ha convertido en el primero de España en quedarse sin reservas. En concreto, está al 0,1% de capacidad. Pero eso a Moreno Bonilla le da igual. Cuando quiera darse cuenta del infierno incipiente en el que estamos metidos, hasta las orejas, será demasiado tarde. Entonces él, o quien le suceda en el poder del PP, quizá se suba al carro del ecologismo por fin.

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