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Marchena y la revisión del juicio al Proceso

Manel Mas
Manel Mas
Estudié contabilidad y economía, fui perito y profesor mercantil, ejercí de profesor en Alesco (Altos Estudios Comerciales) en Barcelona dando clases de contabilidad, cálculo y derecho mercantil.
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análisis

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Las revisiones a la sentencia del 1-O de Manuel Marchena han vuelto a poner de nuevo en evidencia a la derecha nacionalista española que hace piña frente a los enemigos de la patria. En cambio, y paralelamente, todo aquello que no es la derecha nacionalista española, una vez más, se muestra como un desmadre de voces desafinadas, gritando y rechinando las unas contra las otras.

Sería interesante que las fuerzas que formen parte de todo aquello que no es la derecha nacionalista española dedicara sus energías a mirar de combatir y desgastar, la evidente hegemonía de esta derecha. En vez de esto,  se estiman más atacarse entre ellas, para mirar de disputarse algunos votos entre aquellos electorados con que hacen intersección (ERC y PSOE, Juntos y ERC, comunes y PSOE, etc.)

Es bastante penoso, además de inútil, que el PSOE intente aprovechar la vergonzosa interpretación que el Supremo ha hecho de la reforma del Código Penal para mirar de hacerse perdonar, su supuesta falta de españolidad pura y dura, y la no menos supuesta traición a España en favor de los independentistas catalanes, validando las falsas acusaciones del PP y de Vox al mostrar una necesidad desesperada para rebatirlas.

Es también un papelón la sobreactuación que hace ERC, intentando presentarse como víctima de un abuso de poder que era del todo previsible, también durante la negociación de los delitos de sedición y malversación, e intentando lucir una supuesta capacidad de influencia en Madrid que, ante el peso de los poderes del Estado, es prácticamente inapreciable. Comunes y Unidas Podemos, se ponen de perfil ante este acto de revancha del nacionalismo judicial, quitados el sueño cómo se encuentran en sus batallas, como el de la ley del solo sí es sí.

Y Junts vuelve a mostrar debilidad y cortedad de miras, cuando apenas consigue disimular su alegría por las decisiones de Marchena, porque le dan la oportunidad de cargar contra ERC y sus negociaciones (Código Penal, presupuestos) con los socialistas. Negociaciones que ellos también han hecho o harían, con resultados no muy distintos. Los intentos de marcar pedigrí independentista resultan, tan irritantes como insignificantes.

Los políticos, jueces y periodistas de la derecha nacionalista española, en cambio, no titubean ni pierden el tiempo con broncas. Quizás se odian entre ellos, pero actúan perfectamente sincronizados y engrasados cuando se trata de defender esto que ellos denominan España y que en realidad es un conglomerado de privilegios que ellos custodian, reparten y disfrutan. La unidad de España es el bolsillo lleno, de un puñado de símbolos de identidad e ideología reaccionaria que se planta ante el enemigo no tan solo con firmeza, sino con auténtico odio. El enemigo, por otro lado, lo tienen identificado: somos nosotros, es decir, los que no somos la derecha nacionalista española.

No ha sido ninguna sorpresa que los diarios de la triple derecha vendan el apocalipsis del día con la decisión del Supremo sobre los condenados del 1-O, por mucho que el tribunal ahora haya dado la enésima muestra de su intrusismo político.

Los agresores sexuales se pueden beneficiar de los cambios legislativos, pero en el caso de los independentistas la judicatura activa todos sus resortes para mantener la pena y el escarnio. La caverna disimula y titula igualmente “Un nuevo 1-O quedará impune», dice El Mundo. «El Supremo certifica la desprotección del Estado», lo remacha el ABC, como si Marchena no se hubiera envuelto a proclamar aquello de «L’État, c’est moi«, una frase apócrifa, pero que ya forma de la figura del rey Sol y su particular visión del Estado.

Pero lo más relevante es el subtítulo, cuando se llama que los jueces advierten que «la reforma penal de Sánchez deja sin castigo los procesos secesionistas no violentos». ¿Admite la caverna, al final, que el 1-O no fue violento? Hasta ahora los diarios de Madrid alimentaban el relato del gran alboroto que, leído desde Cataluña y habiendo visto las imágenes, dejaba perplejo: ¿quizás se referían a los numerosos golpes de cara a las porras policiales?

¿Y, en todo caso, por qué castigar penalmente un proceso secesionista no violento?

En una publicación anterior en este medio dije lo siguiente: Los fiscales no desaprovecharan la ocasión, para introducir que la derogación, igual que ha dicho Llarena, la opinión que les merece la derogación de la sedición. Consideran que se ha «eliminado uno de los instrumentos de respuesta ante agresiones a la orden constitucional» y se ha «debilitado su adecuada protección».

La indisoluble unidad de la patria es, para la caverna y la derecha españolista, sagrada y se hará cualquier cosa, incluso saltarse las leyes y los derechos humanos que España ratificó para impedirlo. Por lo tanto, no nos tenemos que extrañar de la revisión de las penas que el Supremo ha realizado.

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