sábado, 27abril, 2024
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Paraguas

Jesús Ausín
Jesús Ausín
Pasé tarde por la universidad. De niño, soñaba con ser escritor o periodista. Ahora, tal y como está la profesión periodística prefiero ser un cuentista y un alma libre. En mi juventud jugué a ser comunista en un partido encorsetado que me hizo huir demasiado pronto. Militante comprometido durante veinticinco años en CC.OO, acabé aborreciendo el servilismo, la incoherencia y los caprichos de los fondos de formación. Siempre he sido un militante de lo social, sin formación. Tengo el defecto de no casarme con nadie y de decir las cosas tal y como las siento. Y como nunca he tenido la tentación de creerme infalible, nunca doy información. Sólo opinión. Si me equivoco rectifico. Soy un autodidacta de la vida y un eterno aprendiz de casi todo.
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análisis

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La taberna de Diogenes es una tasca típica que lleva casi dos siglos vendiendo vino y sirviendo tapas a los rivalenses. Fundada en 1860 por el tatarabuelo Edistio, ha dado casa y comida a cuatro generaciones, cinco con el actual regidor y propietario al que pusieron de nombre Iluminado. Ha sido remozada casi en su totalidad en otras tantas reformas (tantas como generaciones), pero permanecen incólumes, la barra, el primer brazo de cerveza instalado en 1930 y un trozo de pared perteneciente a un antiguo acueducto romano, desde dónde, en uno de sus arcos, comenzaron hace siglos a poner paredes a su alrededor, utilizando el arco como parte de sostén del primer piso y como asidero de machones para el suelo del segundo piso. Al parecer, el edificio fue demolido a principios del siglo XIX pero, por lo que fuera, ese trozo de arco quedó en pie formando parte de la nueva construcción.

La tasca, que en un origen sólo servía vino y rodajas de embutido con pan, fue acomodándose a los tiempos. De tasca pasó a bodega, dónde se vendían varios tipos de vino de distintas regiones. Al vino se le fueron sumando licores como el orujo, el moscatel, el anís y el coñac típicos en las mañanas tempranas de los cincuenta y de los sesenta, cuando los albañiles y peones, con el auge de la construcción, llegaban de los pueblos para «hacer “sus Américas”» y su desayuno mañanero consistía en un par de pelotazos de sol y sombra o de moscatel con orujo como hacían los pastores en el campo, antes de subirse al andamio.

En los sesenta, el abuelo de Iluminado, decidió quitar los toneles cerámicos dónde se almacenaba el vino y darle más forma de bar. Entonces al vino y las bebidas espirituosas se le agregaron los refrescos: la Mirinda, la Pepsi, las gaseosas y hasta los primeros botellines de cerveza Gülder, que gustaban más que el viejo caño de cerveza a granel que habían instalado en los años treinta cuya venta era más bien testimonial. A la Gülder le sustituyó casi inmediatamente las cervezas El León y a las gaseosas una marca en concreto: La Casera.

Si el abuelo Edistio había sido un comerciante pobre que apenas sacaba para comer con su tasca, a partir de los primeros años 20 del siglo pasado, el negocio fue bastante mejor. Acabada la guerra, el los años sesenta y setenta el abuelo de Iluminado hizo fortuna con el bar y a su hijo y padre del actual propietario no le fueron peor las cosas.

Últimamente, Quiteria, la mujer de Iluminado, está empezando a ver un futuro negro con malos augurios.

Los hermanos de Quiteria, expertos en contabilidad, le han echado un vistazo a los libros de cuentas y le han advertido al propietario que de seguir así, en unos meses deberá echar el cierre y se quedará sin negocio. Pero Lumín, como le llamaban en casa, es bastante testarudo y, o no quiere darse cuenta, o simplemente cree que la vida son dos tardes y mejor pasarlas riendo que estar amargado toda la semana. Y él sigue invitando a quienes cree que son sus amigos por encima de sus posibilidades, sin darse cuenta de que están allí con él, aguantando sus mamarrachadas, por la barra libre, no porque le quieran. Sigue empeñado en pagar un palco VIP en el estadio Florentoso dónde invita a otros amigos, estos incluso más cafres que los del bar, que le prometen jugosos beneficios en inversiones. Ingentes cantidades de dinero que pasan de mano de Lumín a la de los caraduras para invertir en supuestas plataformas petrolíferas de las que no sólo no recibe ni un céntimo en dividendos sino de las que ni siquiera hay constancia de que hayan sido entregadas. Para colmo, hace un par de años, invirtió más de un millón de euros de la herencia de su padre en criptomonedas. Porque era el futuro y la rentabilidad se iba a triplicar en un par de años. Ahora, según el comisionista del banco, le quedan menos de ¼ de millón. Pero este también es otro cantamañanas y le dice que aguante que el bache es pasajero y que pronto volverán a subir exponencialmente. Y por si todo eso fuera poco, quiere reformar completamente la tasca, que ya no es tasca, sino un próspero bar, si no fuera porque a más de la mitad de la clientela no les cobra. Además, no se conforma con remozarlo. Ha contratado a un bufete chic de arquitectos con un equipo de interioristas para que le monten el bar más moderno de la ciudad. El proyecto le ha costado ya en adelantos casi veinte mil euros y aún no ha visto ni los planos.

Le calculan así, grosso modo, que la reforma le va a costar más de medio millón de euros. Quiteria está de muy mal humor viendo lo que se les viene encima y le ha preguntado si ha echado cuentas de cuantos vinos, cuantos güisquis, cuantos cubalibres tienen que vender para amortizar un proyecto así. Pero Lumín agarra el sombrero y sale de casa cada vez que su mujer le hace preguntas incómodas y acaba pasando la noche en un hotel. Y ya que está, no la va a pasar solo.

El destino de la Taberna de Diógenes, está echado. Sólo nos queda por saber, cuándo será el cierre.

*****

Paraguas

Cuentan que la orquesta del Titanic, seguía tocando, los finos pasajeros de primera clase bailando y los camareros sirviendo champán, mientras el boquete que el iceberg le había hecho al casco del barco, llenaba sus bodegas de agua. Al final, el boquete se convirtió en una gran raja que partió el barco en dos, para llevar cada uno de los restos al fondo del Atlántico y con ellos, los cuerpos de 1500 pasajeros.

Navegamos sin rumbo fijo pero con un fin conocido, si no somos capaces de cambiar el modo de vida de nuestros pasajeros, y parece que no, en un nuevo barco, el del cambio climático, que, de seguir así, nos llevará irremediablemente a la desaparición de la humanidad tal y como la conocemos. Y que nadie se equivoque, no vamos a acabar con la tierra, porque la naturaleza (la Pachamama de los Incas) es capaz de amoldarse casi a cualquier tipo de condición. Lo que desaparecerá será la sociedad humana tal y como la conocemos. Y si hasta en el Titanic hubo 700 pasajeros que se libraron de la muerte, en este proceso es lógico pensar que también habrá algunos humanos que quizá puedan salvarse del naufragio. Pero no seremos tú, querido lector, ni yo. Y los que se queden deberán aprender, por las malas, a vivir de una forma que desearán estar muertos.

Se acaban de aprobar en el Congreso los Prepuestos Generales del Estado para 2023. En ellos, se aumenta el gasto militar en un 25,8 %. En ellos, también se reservan 410 millones de euros para «modernización» de regadíos. Mientras España se desertiza a marchas forzadas, mientras los terrenos áridos y semidesérticos crecen y los caudales de los ríos decrecen, las hectáreas de regadío se multiplican y el gobierno, en lugar de parar una sangría que provoca pan para hoy y para unos pocos y hambre para todos en el mañana, se dedica a «mejorar» los regadíos cuando de lo que se debería tratar es de acabar con la mayor parte de ellos. No olvidemos que el Tajo está muy por debajo de su caudal natural y que al trasvase al Segura, se ha unido este pasado verano el del Guadiana. Ambas transfusiones se producen regularmente para regar desiertos en Murcia y Almería y ahora para paliar la sangría de los pozos ilegales de Doñana. Desiertos para producir frutas y verduras dedicadas en su mayoría a la exportación. El negocio de unos pocos para arruinar las condiciones de vida de los que sufren cortes de agua en sus casas porque hay que ser buenos españoles y compartir, aunque los del negocio hortifutrícola no compartan con nadie sus ganancias, siendo un sector además tradicionalmente explotador y evasor de impuestos.

Mientras Sanchez Castejón, se baña en odas propias a la ecología, que más bien son engañabobos sin sentido como subvencionar con cientos de millones de euros para el estudio de una empresa automovilística para la fabricación de baterías (que van a acabar en nada), o hacen paripés como el de levantarse de la cumbre del clima en Egipto si no se firmaba un acuerdo que ya se firmó en Glasgow y antes en Chile y antes en París, y que ni se ha cumplido ni piensan cumplir, se eleva, cumpliendo el mandato del emperador senil, el presupuesto para bombas, armamento militar, aviones militares, maniobras, y destrucción del planeta en general a base de generar CO2, en casi un 60 % (28.500 millones de euros para llegar al 2 % del PIB).

Este barco llamado humanidad se hunde irremediablemente por el boquete que empieza a ser una gran grieta provocado por la sobreexplotación de recursos. Mientras, las distintas orquestas siguen tocando como si nada ocurriese y los distinguidos ciudadanos del primer mundo bailan al compás del consumo porque la vida son dos tardes y prefieren el café al agua sola, aunque tengan que acabar bebiendo de un charco sucio mañana. ¿Y los hijos y las generaciones futuras? Bueno, siempre que ha llovido ha escampado. Y si no escampa, pues alguien habrá que venda paraguas.

Los gobiernos del mundo civilizado siguen apostando por el ladrillo, por el cemento y por el turismo. ¿Y que ocurrirá cuando no haya ni ladrillos ni cemento? Bueno pues ahora mismo hay un problema serio con las empresas de cerámica por el aumento del precio del gas. Pero claro, ellos no creen que sea porque el gas cada vez sea más difícil su extracción y transporte sino por culpa de Putin.

Se sigue apostando por las macrogranjas y los regadíos en desiertos o en lugares fríos (como Holanda) a base de calefacción. Cuando hay escasez de fertilizantes como ahora y el cambio climático produce malas cosechas debido a las sequías interminables, a las anomalías térmicas (como los huracanes que han llegado por primera vez a Europa o el intenso calor de este verano en lugares tan fríos como Burgos) y escasean los piensos o los ponen a precios prohibitivos, sucede por procesos naturales pasajeros. Pero no les digas que es cosa de la sobreexplotación, ni del cambio climático porque, como no, la culpa es de Putin, de la pandemia o de dios nuestro señor que nos está castigando.

El petróleo hace años que llegó a su punto máximo (peak oil) [si estás leyendo este artículo sobre un ordenador, móvil o tablet, pincha en el enlace de Peak Oil]. Y como explica Antonio Turiel en el vídeo, su extinción, aún tardará años, pero a estas alturas, ya empezamos a notar los efectos de su escasez, (precios más altos, falta de suministro en algunos países, falta de gasóleo, ,,,) Sin embargo, los gobiernos miran para otro lado y achacan esta falta no solo de derivados del petróleo, sino de materias primas como cobre, aluminio, uranio, tierras raras, a los cuellos de botella provocados por la pandemia, al Brexit y como no a Putin que, según estos sinvergüenzas que nos gobiernan es el culpable de cualquier cosa, cuando en realidad lo que está pasando es que hemos llegado al pico máximo de casi todo y que el planeta tierra no da para más.

Si tienen tiempo, les aconsejo ver esta entrevista que en Radio Euskadi les hicieron a Antonio Turiel y Antonio Aretxabala sobre el IPPC, la reducción de gases de efecto invernadero y la rebelión de la ciencia.

En la sociedad actual dónde prima el egocentrismo, en ande yo caliente y el momento actual frente al futuro, ser una mosca cojonera que está todo el día advirtiendo sobre los males de nuestra sociedad no gusta. Soy consciente de ello. Proponer que la única solución es el decrecimiento y con él, abandonar este hijoputismo y empezar por la distribución de la riqueza y por la socialización de las materias primas. Y si de lo que se tratara fuera de la vida de cada uno de nosotros, allá cada cual. Pero de lo que aquí se trata es de que la tierra no es nuestra. No somos propietarios del entorno en el que vivimos y nuestro comportamiento afecta no sólo a nuestros descendientes sino a todos los animales y plantas con las que deberíamos convivir y que sin embargo estamos destruyendo. Imaginemos, como en el bar que encabeza la historia del artículo, que le dejáis prestada una casa a unos parientes para que vivan en ella y que en lugar de cuidarla, se dedican a quemar la tarima, las ventanas y las puertas para poder calentar la piscina todos los días del año, incluso cuando fuera haya veinte bajo cero. Que se dedicaran a usar las tejas para hacer monigotes en el jardín y a picar las paredes para poder pegar los monigotes. ¿Cuántos de vosotros os sentaríais de brazos cruzados diciendo que es la vida y que las cosas son así?

La situación tiene que ser tan grave, que hasta los medios más pro hijoputismo están advirtiendo de la estrategia de USA para arruinar Europa y para que, el imparable caos climático que llegará tarde o temprano, les afecte lo menos posible. Los grandes causantes del problema climático con su intensa actividad aérea, sus negocios de armas y sus grandes empresas generadoras de CO2, piensan que estarán a salvo, y si hace falta, se irán a vivir a la Antártida cuando la mayor parte del territorio que ahora ocupan sea inhabitable. Siempre habrá alguien que venda paraguas. Pero la mayoría no podremos pagarlos.

Salud, feminismo, ecología, república y más escuelas publicas y laicas.

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